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El desprecio a los ancianos es una iniciativa de las izquierdas



Ellos nunca lo admitirán, pero el neocomunismo y el socialismo radical desprecian a los ancianos y los consideran una carga pesada para el Estado y un obstáculo para que los jóvenes prosperen. Ese desprecio, producto del odio comunista a todo lo que no controla y a que los ancianos suelen votar a los conservadores, parece estar detrás del casi holocausto de ancianos muertos en España por coronavirus, uno de los episodios más vergonzosos y execrables en la reciente historia mundial de la pandemia.

Decenas de miles de mayores han muerto solos, abandonados y sin medicinas ni la atención médica a la que tenían derecho en las residencias española de la tercera edad, víctimas la la irresponsabilidad de los gobernantes y del coronavirus, un crimen por el que deberían ser castigados Pedro Sánchez y también Pablo Iglesias, responsable político de las residencias de ancianos en España.

Ahora se ha descubierto con horror e indignación que a las residencias de ancianos no se enviaban medicinas curativas sino sedantes y existía la orden de no ingresar a los infectados en los hospitales, lo que equivalía a dejarlos morir, sedados, en sus camas. La consigna de no atribuir respiradores en las UCIs a los ancianos, negada por los políticos, realmente existió.

El desprecio a los mayores no solo es una crueldad que refleja la falta de humanidad, el egoísmo del comunismo y el afán por dividir a la sociedad, sino una estupidez porque desaprovecha la experiencia y la pericia y prescinde de las personas cuando se encuentran en su edad más productiva y de mayor rendimiento intelectual, como establecen numerosos estudios, uno de los cuales hemos decidido reproducir en este artículo.

La Fiscalía debería haber intervenido por iniciativa propia para investigar lo que parece un "asesinato en serie" de decenas de miles de ancianos en sus residencias, pero la Fiscalía, an manos de una ex ministra socialista, parece más interesada en perseguir los presuntos delitos de la oposición y de los sectores que la izquierda odia, antes que los del bando propio.
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Una de las cientos de imágenes sobrecogedoras e indignantes sobre muerte de ancianos que España ha tenido que digerir
Siete de cada diez entre los más de 27.000 muertos españoles estaban residiendo en centros de mayores. Se mire por donde se mire, esos refleja una canallada inhumana y un delito de exterminio y casi un holocausto por el que sus responsables deben pagar, si es que existe la decencia y la Justicia en esta nación.

Mientras los socialistas y comunistas dejan morir a los ancianos en España, abandonados y sin atención médica, confinados en sus residencias, un extenso estudio en Estados Unidos demuestra que la edad más productiva en la vida del ser humano es entre los 60-70 años de edad, mientras que la segunda es de los 70 a los 80 años de edad y la tercera es de los 50 a los 60 años de edad.

Esas edades son las que tenían el el 89 por ciento de los mayores que han muerto por negligencia criminal y abandono en las residencias españolas.

La edad promedio de los ganadores del PREMIO NOBEL es de 62 años. La edad promedio de los presidentes de las compañías prominentes en el mundo es de 63 años. La edad promedio de los pastores de las 100 iglesias más grandes de U.S.A es de 71 años. La edad promedio de los Papas es de 76 años.

Esto nos dice, de manera creíble, que los mejores años de la vida de un ser humano es entre los 60 y los 80 años, justo la edad en la que los españoles son apartados por obligación de sus puestos de responsabilidad en la sociedad.

Un estudio publicado en NEW ENGLAND JOURNAL OF MEDICINE, encontró que a los 60 años, llegas a la cima de tu potencial y esto continúa hasta los 80.

El desprecio a los mayores es una constante en la nueva izquierda que ha captado a muchos jóvenes españoles, lógicamente cabreados con el sistema porque los deja abandonados, sin empleos dignos y sin aprovechar su formación profesional y científica. Muchos de esos jóvenes emigran para encontrar empleo, otros compiten duro y, a pesar de las dificultades, encuentran sitio en las instituciones y empresas. Los menos valiosos se acercan a la política o se convierten en activistas llenos de odio hacia el sistema, militando en esa izquierda difusa y confusa que vive de atizar el odio y la revolución contra el poder instituido, la economía y el sistema democrático de libertades y derechos.

Gran parte de ese turba adicta a las subvenciones y llena de odio milita en Podemos, el partido comunista, el PSOE y otros grupúsculos de extrema izquierda, muchos de ellos violentos y peligrosos.

Por desgracia, una de las dianas de su odio son los ancianos, a los que acusan de ser una pesada carga para el Estado y a los que quieren ver muertos para que no ocupen los espacios que, según ellos, les pertenecen.

Francisco Rubiales

FUENTE: N.Engl.J .Med. 70.389( 2018)..

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Viernes, 15 de Mayo 2020
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