Es dificil encontrar un espectáculo más deprimente y antidemocrático que el contemplado ayer por España entera, cuando miles de gallegos que abarrotaban el auditorio de Lugo aplaudian rabiosamente a un político como el cacique Touriño, que en cualquier democracia seria hace mucho tiempo que habría tenido que dimitir o, quizás, enfrentarse a acusaciones de malversación y despilfarro ante tribunales de justicia independientes.
Pero en España, aquellos políticos que despilfarran el dinero público en automóviles de lujo, el último de los cuales, con un costo cercano al medio millón de euros, es uno de los más caros del mundo, o que se gastan en mesas y sillas para su despacho más de lo que vale un apartamento, no sólo no dimiten, ni reciben el desprecio cívico, sino que son aplaudidos y votados por una masa lamentable de "hooligans" con vocación de esclavos.
Al lado de Emilio Pérez Touriño, en esa jornada aciaga para la democracia gallega que se celebró en el palacio de congresos de Lugo, estaba Zapatero, maestro del cuento y señor de lo oscuro, que, entre aplausos, se atrevió a pedir a los que le habían votado a él que voten ahora al despilfarrador.
La mentira llegó a ser "sublime" cuando Zapatero insistió en que Galicia "aguantará y resistirá con más fuerza" los embates económicos de la crisis con Touriño en la presidencia. ¡Que alguien nos explique cómo es posible que Galicia resistia mejor la crisis con un despilfarrador al frente de su gobierno!
¿A donde fue a parar la vieja nobleza del pueblo gallego y su larga y valiosa resistencia histórica a los caciques? ¿Es que ya sólo quedan esclavos en el Noroeste?
La verdad es que los gallegos están sumidos en un drama de profunda tristeza y difícil solución al tener que elegir entre el nacionalismo descerebrados del BNG, promotor de aislamientos y declives, los despilfarradores opacos del PSOE y los ineptos del PP, que tuvieron el poder gallego en sus manos durante muchos años y lo perdieron porque demostraron al pueblo que eran tan escasamente demócratas e ineficientes como sus competidores del BNG y del PSOE.
Pero en España, aquellos políticos que despilfarran el dinero público en automóviles de lujo, el último de los cuales, con un costo cercano al medio millón de euros, es uno de los más caros del mundo, o que se gastan en mesas y sillas para su despacho más de lo que vale un apartamento, no sólo no dimiten, ni reciben el desprecio cívico, sino que son aplaudidos y votados por una masa lamentable de "hooligans" con vocación de esclavos.
Al lado de Emilio Pérez Touriño, en esa jornada aciaga para la democracia gallega que se celebró en el palacio de congresos de Lugo, estaba Zapatero, maestro del cuento y señor de lo oscuro, que, entre aplausos, se atrevió a pedir a los que le habían votado a él que voten ahora al despilfarrador.
La mentira llegó a ser "sublime" cuando Zapatero insistió en que Galicia "aguantará y resistirá con más fuerza" los embates económicos de la crisis con Touriño en la presidencia. ¡Que alguien nos explique cómo es posible que Galicia resistia mejor la crisis con un despilfarrador al frente de su gobierno!
¿A donde fue a parar la vieja nobleza del pueblo gallego y su larga y valiosa resistencia histórica a los caciques? ¿Es que ya sólo quedan esclavos en el Noroeste?
La verdad es que los gallegos están sumidos en un drama de profunda tristeza y difícil solución al tener que elegir entre el nacionalismo descerebrados del BNG, promotor de aislamientos y declives, los despilfarradores opacos del PSOE y los ineptos del PP, que tuvieron el poder gallego en sus manos durante muchos años y lo perdieron porque demostraron al pueblo que eran tan escasamente demócratas e ineficientes como sus competidores del BNG y del PSOE.
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