Sánchez llegó al PSOE para luchar contra la corrupción, pero ha convertido el partido en una cloaca. Llegó al poder para limpiar una España que estaba corrompida por Rajoy, pero él ha superado a Rajoy en pestilencia y convertido el socialismo español en una letrina.
La corrupción está devorando a Sánchez, al PSOE y al futuro de esa formación, que llega a Sevilla dejando tras de sí un reguero de podredumbre que envilece la política y la imagen de España en el mundo.
El partido ha llegado a donde era lógico que llegara después de haber elegido como secretario general a un tramposo que fue expulsado de la Ejecutiva por intentar un pucherazo con una urna pirata. Cuando todo el partido opta por elevar a un chorizo hasta el liderazgo, significa que ese partido quiere vivir en las alcantarillas.
El congreso de Sevilla es el cónclave de la cloaca no sólo porque Sánchez vaya a repetir como líder, sino porque la militancia socialista ha decidido cerrar los ojos y acostumbrarse a nadar en un mar de excrementos. Van a votar el liderazgo equivocado, van a ratificar una estrategia ruinosa y van a prolongar la vida de un partido que apesta.
El socialismo de la cloaca ha optado por reelegir como líder a un tipo rechazado por la mayoría de los españoles, el político más odiado por el pueblo desde la muerte de Franco, cuya familia y colaboradores más cercanos tienen un pie en la cárcel, el mismo al que el pueblo desde Valencia apedreó e hizo huir con el rabo entre las piernas.
Sánchez gobierna aliado con destacados miembros de la cloaca española, con partidos que odian a España y quieren destruirla. Los socialistas quieren que ese miserable sea su líder. El Congreso Federal va a ratificar toda esa miseria.
Acosado por la Justicia y envuelto en sospechas, oprobio y oscuras manchas, el sanchismo ya no gobierna y sólo se resiste a morir.
El Congreso de Sevilla pensará menos en el bien común y el interés general de los españoles que en escapar de la Justicia y la derrota. Será algo parecido a la reunión de una banda para estudiar cómo burlar la ley y escapar de la cárcel.
En realidad, el PSOE se reúne en el momento menos oportuno para celebrar un Congreso, con los nervios desatados, el miedo en el cuerpo y la mente centrada en la supervivencia, sin serenidad ni ánimo para debatir y definir programas que beneficien a la sociedad, al ciudadano y al partido.
¿Dónde tendrá la cabeza Sánchez cuando se suba a la tribuna del Congreso, en un programa de crecimiento para el socialismo o en cómo escapar de los jueces que ya han imputado a su esposa, a su hermano, a su lugarteniente Ábalos y a otros corruptos cercanos a la Moncloa? ¿Pensará en el martirizado pueblo español o en la acorralada Begoña y en ese Victor Aldana que le está acusando de corrupción con pruebas muy peligrosas?
Ni una gota de renovación, arrepentimiento o corrección en el Congreso. Sólo continuidad pertinaz en la línea de destrucción de la legalidad y del orden constitucional.
El lema del 41 Congreso Federal del PSOE es “España adelanta por la izquierda”, pero muchos ironizan cambiandolo por "España apesta por la izquierda".
Francisco Rubiales
La corrupción está devorando a Sánchez, al PSOE y al futuro de esa formación, que llega a Sevilla dejando tras de sí un reguero de podredumbre que envilece la política y la imagen de España en el mundo.
El partido ha llegado a donde era lógico que llegara después de haber elegido como secretario general a un tramposo que fue expulsado de la Ejecutiva por intentar un pucherazo con una urna pirata. Cuando todo el partido opta por elevar a un chorizo hasta el liderazgo, significa que ese partido quiere vivir en las alcantarillas.
El congreso de Sevilla es el cónclave de la cloaca no sólo porque Sánchez vaya a repetir como líder, sino porque la militancia socialista ha decidido cerrar los ojos y acostumbrarse a nadar en un mar de excrementos. Van a votar el liderazgo equivocado, van a ratificar una estrategia ruinosa y van a prolongar la vida de un partido que apesta.
El socialismo de la cloaca ha optado por reelegir como líder a un tipo rechazado por la mayoría de los españoles, el político más odiado por el pueblo desde la muerte de Franco, cuya familia y colaboradores más cercanos tienen un pie en la cárcel, el mismo al que el pueblo desde Valencia apedreó e hizo huir con el rabo entre las piernas.
Sánchez gobierna aliado con destacados miembros de la cloaca española, con partidos que odian a España y quieren destruirla. Los socialistas quieren que ese miserable sea su líder. El Congreso Federal va a ratificar toda esa miseria.
Acosado por la Justicia y envuelto en sospechas, oprobio y oscuras manchas, el sanchismo ya no gobierna y sólo se resiste a morir.
El Congreso de Sevilla pensará menos en el bien común y el interés general de los españoles que en escapar de la Justicia y la derrota. Será algo parecido a la reunión de una banda para estudiar cómo burlar la ley y escapar de la cárcel.
En realidad, el PSOE se reúne en el momento menos oportuno para celebrar un Congreso, con los nervios desatados, el miedo en el cuerpo y la mente centrada en la supervivencia, sin serenidad ni ánimo para debatir y definir programas que beneficien a la sociedad, al ciudadano y al partido.
¿Dónde tendrá la cabeza Sánchez cuando se suba a la tribuna del Congreso, en un programa de crecimiento para el socialismo o en cómo escapar de los jueces que ya han imputado a su esposa, a su hermano, a su lugarteniente Ábalos y a otros corruptos cercanos a la Moncloa? ¿Pensará en el martirizado pueblo español o en la acorralada Begoña y en ese Victor Aldana que le está acusando de corrupción con pruebas muy peligrosas?
Ni una gota de renovación, arrepentimiento o corrección en el Congreso. Sólo continuidad pertinaz en la línea de destrucción de la legalidad y del orden constitucional.
El lema del 41 Congreso Federal del PSOE es “España adelanta por la izquierda”, pero muchos ironizan cambiandolo por "España apesta por la izquierda".
Francisco Rubiales