Personas antipáticas y dignas de rechazo. Imagenes de Pedro Sánchez con rostro descompuesto por el odio inundan las redes sociales españolas.
Las ganas de vengarse de un tirano caprichoso, que ha antepuesto su interés personal al bien común y a los intereses generales de los ciudadanos y que no ha dudado en estropear las vacaciones a millones de ciudadanos, será una de los sentimientos que más influyan en el voto de hoy.
Sánchez merece pagar un alto precio en votos por su egoísmo miserable.
En España se vota tradicionalmente por sentimientos y emociones, más que por ideología. Los programas apenas se conocen y los candidatos no pierden el tiempo en explicarlos porque saben que el voto es emocional. El objetivo es caer bien y ser simpáticos y atractivos. En esa batalla, el antipático Pedro Sánchez tiene las de perder porque el pueblo quiere castigarlo por haber estropeado el verano, por su soberbia, por sus mentiras, por sus despilfarros, por su arrogancia, por sus cabreos infantiles, por sus chiringuitos, por su legión de asesores innecesarios, por su indisimulado apego al cargo y a los privilegios del poder y por otros muchos abusos, errores y arbitrariedades.
Emocionalmente, Pedro Sánchez ya está derrotado.
En España lo peor que te puede ocurrir como político es caer mal. Ese factor suele restar entre dos y tres millones de votos a un candidato nacional, los suficientes para sufrir una derrota.
El mandato de Sánchez ha protagonizado un impresionante conglomerado de decisiones y gestos antipáticos y rechazables, como sus pactos con antiguos terroristas, independentistas y golpistas, su mejor trato a las comunidades desleales y rebeldes, en detrimento de las leales que aman a España, su alianza de gobierno con el comunismo represor y sanguinario, sus lujos ostentosos, sus viajes en Falcón y helicópteros del Estado, sus mentiras, su compra de periodistas y medios, su indecente asalto a la Justicia, so control antidemocrático de las instituciones y empresas públicas, sus impuestos innecesarios y esquilmadores, su promoción del odio, su indulto a delincuentes catalanes, su error al aliviar las penas a pederastas y violadores, su ayuda a golpistas y conspiradores con la reforma o supresión de leyes como la sedición, su irresponsable endeudamiento y su tendencia antidemocrática a la opacidad y a los secretos.
Pedro Sánchez pone hoy la cara para que millones de españoles con ganas de venganza le den una bofetada.
Y él, desde su arrogancia de tirano, ni siquiera se da cuenta de que cae mal y que hay una cola de españoles que llega desde Gibraltar a Berlín esperando el momento de darle un bofetón en el hocico y que los millones de españoles que hemos tenido que abandonar la playa para votar estamos esperando que se abran las urnas para hacerle sufrir. como él, sin escrúpulos y cargado de egoísmo, ha hecho con nosotros.
Por estas razones, la prioridad hoy, incluso por delante de quien sea el ganador, es "echar a Pedro Sánchez".
Francisco Rubiales
Sánchez merece pagar un alto precio en votos por su egoísmo miserable.
En España se vota tradicionalmente por sentimientos y emociones, más que por ideología. Los programas apenas se conocen y los candidatos no pierden el tiempo en explicarlos porque saben que el voto es emocional. El objetivo es caer bien y ser simpáticos y atractivos. En esa batalla, el antipático Pedro Sánchez tiene las de perder porque el pueblo quiere castigarlo por haber estropeado el verano, por su soberbia, por sus mentiras, por sus despilfarros, por su arrogancia, por sus cabreos infantiles, por sus chiringuitos, por su legión de asesores innecesarios, por su indisimulado apego al cargo y a los privilegios del poder y por otros muchos abusos, errores y arbitrariedades.
Emocionalmente, Pedro Sánchez ya está derrotado.
En España lo peor que te puede ocurrir como político es caer mal. Ese factor suele restar entre dos y tres millones de votos a un candidato nacional, los suficientes para sufrir una derrota.
El mandato de Sánchez ha protagonizado un impresionante conglomerado de decisiones y gestos antipáticos y rechazables, como sus pactos con antiguos terroristas, independentistas y golpistas, su mejor trato a las comunidades desleales y rebeldes, en detrimento de las leales que aman a España, su alianza de gobierno con el comunismo represor y sanguinario, sus lujos ostentosos, sus viajes en Falcón y helicópteros del Estado, sus mentiras, su compra de periodistas y medios, su indecente asalto a la Justicia, so control antidemocrático de las instituciones y empresas públicas, sus impuestos innecesarios y esquilmadores, su promoción del odio, su indulto a delincuentes catalanes, su error al aliviar las penas a pederastas y violadores, su ayuda a golpistas y conspiradores con la reforma o supresión de leyes como la sedición, su irresponsable endeudamiento y su tendencia antidemocrática a la opacidad y a los secretos.
Pedro Sánchez pone hoy la cara para que millones de españoles con ganas de venganza le den una bofetada.
Y él, desde su arrogancia de tirano, ni siquiera se da cuenta de que cae mal y que hay una cola de españoles que llega desde Gibraltar a Berlín esperando el momento de darle un bofetón en el hocico y que los millones de españoles que hemos tenido que abandonar la playa para votar estamos esperando que se abran las urnas para hacerle sufrir. como él, sin escrúpulos y cargado de egoísmo, ha hecho con nosotros.
Por estas razones, la prioridad hoy, incluso por delante de quien sea el ganador, es "echar a Pedro Sánchez".
Francisco Rubiales