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El asesinato de la sociedad civil española



La sociedad civil española ha sido asesinada por los políticos. La destrucción de la sociedad civil española es, probablemente, la principal causa de los grandes males del país: gobiernos corruptos, abuso de poder, falta de democracia, marginación ciudadana, injusticia, desigualdad...

El crimen contra la sociedad civil ha sido obra de todos los partidos políticos, enfermos del mismo mal: la obsesión por acaparar todo el poder. Pero es la izquierda española la que inició la caza y exterminio de esa sociedad civil que en democracia tiene el importante papel reservado de servir de contrapeso al poder político.

Cada vez que la izquierda se asoma al poder, como ocurre ahora con un Pedro Sánchez obsesionado por gobernar, incluso rodeado de tiranos, ruines y enemigos de España, conviene recordar el origen de muchos de nuestros males, un desastre que, con el patrocinio del rey Juan Carlos, iniciaron Gonzalez, Guerra y aquellos socialistas de hace casi medio siglo, cuando, cargados de ambición y deseosos de acaparar todo el poder posible, asesinaron la saludable y eficaz sociedad civil española, castrando el futuro de España.

En 1982, el PSOE, con su mayoría absoluta recién estrenada, atiborrado de poder y de soberbia y sin conocimiento alguno ni respeto por la verdadera democracia, inició un proceso de ocupación de la sociedad civil que terminó con su asfixia. Hoy, sin una sociedad civil independiente y organizada que sirva de contrapeso al poder político, España es una pobre nación, ajena a la democracia, esclava de los políticos y perfectamente abonada para el abuso de poder y la corrupción.
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Verdugos de la Sociedad Civil española
El drama actual de España comenzó a fraguarse en 1982, cuando los socialistas arrasaron en las elecciones y decidieron ocupar y desmantelar la sociedad civil que había luchado contra Franco y se había forjado para exigir la democracia y la modernidad.

La España de Franco carecía de libertades, pero poseía una pujante sociedad civil y una eficaz y austera administración pública despolitizada, dos recursos de gran valor que, de haberse mantenido, habrían preservado a España de males actuales tan terribles como el abuso de poder, la corrupción y la dictadura desenfrenada de los políticos y de sus partidos.

Al asesinar la sociedad civil y politizar todos los puestos públicos, incluyendo a los jefes de servicios en las administraciones, donde colocaban, inevitablemente, a socialistas o a independientes a los que después obligaban a afiliarse, el PSOE, acabaron con los recursos mas sanos y valiosos de la España moderna.

Al frente de las empresas públicas, de los departamentos, de los servicios públicos, de las instituciones, de los colegios, universidades, cajas de ahorro, ayuntamientos y de cualquier recurso existente, los socialistas, inevitablemente, colocaban a los suyos, devastando de ese modo la sociedad civil, a la que ocuparon como si fueran un ejército de tanques y asfixiaron sin piedad, inundando lo privado y lo público de dependencia y de incompetentes bien pagados, con más poder del que merecían.

El asesinato de la sociedad civil fue una obra genuínamente socialista que puede calificarse como una voladura controlada de la España que funcionaba, una deleznable obra que la derecha española, cuando accedió a poder, nunca se atrevió a cambiar porque, contaminada de autoritarismo y ajena también a la democracia, se sentía a gusto dominando todos los recursos, colocando a los suyos en puestos públicos, gestionando el poder desproporcionado que los políticos socialistas habían acumulado en su Estado hipertrofiado.

Aquella fue la raíz de todos los grandes males posteriores de España. Por culpa de aquel asesinato indecente de la España que funcionaba y la asfixia de la sociedad civil, España es hoy el país con más aforados del mundo y con mas políticos innecesarios cobrando del erario público. Por eso, España es hoy el país mas corrupto de Europa y uno de los países del mundo donde la política y los políticos tienen menos prestigio y son más rechazados por los ciudadanos.

La lucha contra el Franquismo forjó una sociedad civil española saludable y muy activa, donde funcionaban numerosas asociaciones y agrupaciones, incluyendo células de resistencia, grupos de influencia, colegios profesionales, consejos escolares, centros de estudios, grupos activistas, foros de discusión y asambleas de todo tipo para estudiar y debatir. La sociedad civil se organizaba y, como manda la democracia, funcionaba de manera autónoma, con independencia de poder político, actuando como contrapeso del gobierno.

Aquella sociedad civil fue la que creo las bases del posterior vigor de la economía española, del desarrollo económico y cultural que impresionó al mundo y que se conocería como el "Milagro español", el que convirtió a España en la décima potencia industrial del mundo y en uno de los países mas saneados y menos endeudados del planeta.

Todo ese vigor civil saludable y bien estructurado, sostenido por pilares y valores como la familia, el esfuerzo y la decencia, fue demolido conscientemente por los socialistas y, posteriormente, por la derecha, que, celosos de esos poderes civiles, prefirió destruirlos que conservarlos y lo sustituyó por una masa de políticos que jamás lograron ser ni la décima parte de eficientes y justos que sus predecesores civiles.

El poder, con mucho dinero para repartir, procedente de los nuevos impuestos (en el Franquismo no se pagaban impuestos), de las ayudas exteriores y de un endeudamiento que fue utilizado sin prudencia y con salvajismo, utilizó su riqueza para destruir la independencia de la sociedad, comprar voluntades, corromper y envilecer a la ciudadanía.

La España destrozada que hoy contemplamos es el resultado de aquel sucio asesinato de la Sociedad Civil perpetrado por los socialistas y por la cobarde y ambiciosa derecha española., constructores ambas de las desgracias y déficits de la España presente. Ellos son los promotores de la corrupción, los padres de la ineficacia, los padrinos del Estado monstruoso e insostenible español y los que se han ganado a pulso males como el auge de los tiranos, el desprestio internacional, el desempleo masivo y la ruina de un país que, al llegar la democracia, era un modelo preparado para construir un futuro espléndido y pujante.

Francisco Rubiales

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Miércoles, 9 de Marzo 2016
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