Muchos demócratas de todo el mundo, sobre todo de América Latina, se sienten frustrados ante el incomprensible apoyo de la democracia española, que durante muchos años fue faro y esperanza para pueblos oprimidos hispanoparlantes, a dictadores como Hugo Chávez y Fidel Castro.
El profundo sentimiento antiyanqui del actual gobierno socialista que preside José Luis Rodríguez Zapatero no puede justificar el contrasentido que significa que una democracia apoye a dictaduras, sobre todo a la cubana, manchada de sangre y paradigma internacional de la opresión y del abuso del poder, como ha ocurrido en los últimos meses y ha quedado ratificado en la reciente cumbre iberoamericana de Salamanca, probablemente la más lamentable de todas las celebradas hasta ahora.
Muchos militantes socialistas se sienten confundidos ante la actitud de su gobierno y preocupados ante el lamentable hecho de que el sentimiento antiyanky de Zapatero trastoque la escala de valores y anteponga el odio a Washington a la necesaria defensa de la libertad y de los derechos humanos. Desde el plano ideológico y desde el socialismo democrático, es imposible justificar el apoyo a la dictadura cubana, por muy representativa que sea de la oposición al poder de Washington. Para un auténtico demócrata, la defensa de la democracia y la condena de la opresión no es una opción sino un deber. Cuando estos principios fallan, o no se es demócrata o la mente rectora está gravemente alterada.
Basta darse un paseo por la prensa mundial y, sobre todo, por Internet para descubrir la sorpresa y el desencanto que está provocando la posición española entre demócratas y gente de buena voluntad de todo el mundo, muchos de los cuales saludaron el advenimiento pacífico de la democracia española como uno de los grandes logros de la segunda mitad del siglo XX. Una ciudadana cubana expresa en el blog freelance corner lo siguiente: “Estamos decepcionados con la Cumbre Iberoamericana, esperábamos apoyo y solidaridad sobre todo para los presos políticos, golpeados, malnutridos, aislados, incomunicados y ni siquiera ese tema se ha nombrado, los medios de información en España apenas hablan de los opositores en mi país y hemos visto muchas loas al dictador, se prohibió una manifestación de exiliados en Madrid y se autorizó la de Salamanca a favor de Fidel Castro”.
En ese mismo blog se publicó un artículo titulado “ Fidel Castro, la justicia española y el genocidio” que conviene leer para que salten a la luz las profundas contradicciones del socialismo español en su relación con la democracia y con el totalitarismo.
¿Cómo es posible justificar desde la democracia y el socialismo el apoyo a un tirano que tiene en sobre su conciencia 17.000 fusilados, 150.000 desaparecidos y casi tres millones de exiliados y desterrados? Hay que estar muy desideologizado para equilibrar ese enorme peso inhumano en la balanza con el dudoso mérito del trasnochado a irredento antiamericanismo, quizás el último resto de ideología que sobrevive al imperio derrotado de la hoz y el martillo.
Ya va siendo hora de que la diplomacia española oriente sus velas y descubra que oponerse de manera obtusa a tolo lo americano es, además de poco práctica, injusto. Guste o no, a pesar de los muchos defectos de la sociedad norteamericana, que los tiene, Estados Unidos es una nación ejemplar en otros muchos aspectos, regida por la democracia y a la que la libertad mundial debe mucho. Por supuesto, mucho mas de lo que el mundo pueda deber a todos los tiranos de la historia, incluidos los Castro y los Chávez.
El profundo sentimiento antiyanqui del actual gobierno socialista que preside José Luis Rodríguez Zapatero no puede justificar el contrasentido que significa que una democracia apoye a dictaduras, sobre todo a la cubana, manchada de sangre y paradigma internacional de la opresión y del abuso del poder, como ha ocurrido en los últimos meses y ha quedado ratificado en la reciente cumbre iberoamericana de Salamanca, probablemente la más lamentable de todas las celebradas hasta ahora.
Muchos militantes socialistas se sienten confundidos ante la actitud de su gobierno y preocupados ante el lamentable hecho de que el sentimiento antiyanky de Zapatero trastoque la escala de valores y anteponga el odio a Washington a la necesaria defensa de la libertad y de los derechos humanos. Desde el plano ideológico y desde el socialismo democrático, es imposible justificar el apoyo a la dictadura cubana, por muy representativa que sea de la oposición al poder de Washington. Para un auténtico demócrata, la defensa de la democracia y la condena de la opresión no es una opción sino un deber. Cuando estos principios fallan, o no se es demócrata o la mente rectora está gravemente alterada.
Basta darse un paseo por la prensa mundial y, sobre todo, por Internet para descubrir la sorpresa y el desencanto que está provocando la posición española entre demócratas y gente de buena voluntad de todo el mundo, muchos de los cuales saludaron el advenimiento pacífico de la democracia española como uno de los grandes logros de la segunda mitad del siglo XX. Una ciudadana cubana expresa en el blog freelance corner lo siguiente: “Estamos decepcionados con la Cumbre Iberoamericana, esperábamos apoyo y solidaridad sobre todo para los presos políticos, golpeados, malnutridos, aislados, incomunicados y ni siquiera ese tema se ha nombrado, los medios de información en España apenas hablan de los opositores en mi país y hemos visto muchas loas al dictador, se prohibió una manifestación de exiliados en Madrid y se autorizó la de Salamanca a favor de Fidel Castro”.
En ese mismo blog se publicó un artículo titulado “ Fidel Castro, la justicia española y el genocidio” que conviene leer para que salten a la luz las profundas contradicciones del socialismo español en su relación con la democracia y con el totalitarismo.
¿Cómo es posible justificar desde la democracia y el socialismo el apoyo a un tirano que tiene en sobre su conciencia 17.000 fusilados, 150.000 desaparecidos y casi tres millones de exiliados y desterrados? Hay que estar muy desideologizado para equilibrar ese enorme peso inhumano en la balanza con el dudoso mérito del trasnochado a irredento antiamericanismo, quizás el último resto de ideología que sobrevive al imperio derrotado de la hoz y el martillo.
Ya va siendo hora de que la diplomacia española oriente sus velas y descubra que oponerse de manera obtusa a tolo lo americano es, además de poco práctica, injusto. Guste o no, a pesar de los muchos defectos de la sociedad norteamericana, que los tiene, Estados Unidos es una nación ejemplar en otros muchos aspectos, regida por la democracia y a la que la libertad mundial debe mucho. Por supuesto, mucho mas de lo que el mundo pueda deber a todos los tiranos de la historia, incluidos los Castro y los Chávez.