Aunque los socialistas, desesperados porque no pueden cambiar la tendencia de las encuestas, están eufóricos ante el anuncio de ETA, confiados en que les procurará una avalancha de votos favorables, las sospechas de que muchos españoles comparten de que hay "tongo" en ese anuncio y de que el cese de la violencia anunciado por ETA es interesado y responde a otro miserable acuerdo secreto entre socialistas y etarras, les hará perder todavía más votos y sufrir una derrota todavía más contundente en las elecciones del 20 de noviembre.
El gran drama del PSOE es que después de tantas mentiras y engaños, ya nadie le cree. Zapatero ha sepultado a su partido bajo una espesa capa de cieno que huele tan mal que espanta al electorado. En esas circunstancias, el PSOE hará buena la sabia sentencia popular de que "Al perro flaco todo se le vuelven pulgas", lo que significa que cualquier estrategia que despliegue para obtener la victoria el 20 de noviembre se la volverá en contra y fracasará .
El deterioro de la imagen socialista y los deseos de "venganza" de gran parte de los españoles son ya imparables, como también lo es la rabia de los millones de "damnificados" del zapaterismo, entre los que destacan los casi cinco millones de desempleados, los millones de nuevos pobres, los cientos de miles de familias desahuciadas y expulsadas de sus hogares y los cientos de miles de autónomos y empresarios que han tenido que cerrar sus negocios por culpa de la mala gestión gubernamental de la crisis.
El anuncio de ETA es truculento y encierra trampas demasiado burdas para que Zapatero pueda pasar a la historia como artífice de la paz, algo que él desea con todas sus fuerzas. ETA no ha entregado las armas, ni se ha disuelto, ni ha pedido perdón, ni siquiera se ha escondido. Únicamente ha cambiado su estrategia y su tipo de financiación, antes basada en la extorsión y el cobro del impuesto revolucionario, pero ahora a cargo del presupuesto público, pagada con los impuestos de los españoles, contra la voluntad popular.
El PSOE, con Jesús Eguiguren a la cabeza, ha logrado convencer a los etarras de algo que los socialistas conocen demasiado bien: que es más rentable y productivo cobrar dinero del Estado, extraído del bolsillo de los ciudadanos, que ganar ese dinero a tiro limpio, arriesgando la vida y muchos años de cárcel.
Jaime Mayor Oreja, un pesimista pertinaz en asuntos de ETA pero al que la historia avala como analista infalible en lo que se refiere al terrorismo, acaba de decir que ETA retornará al asesinato si sus planes no le salen bien, lo que equivale a decir que volverá a asesinar si sus planes políticos fracasan, si no logra gobernar en las Vascongadas como la fuerza predominante, conduciendo a los vascos hacia la independencia.
El tan esperado fin de ETA no se ha producido y Zapatero, quemado ese cartucho, el último que le quedaba y en el que había depositado todas sus esperanzas, se hundirá en la derrota y pasará a la Historia no como el forjador de la paz, sino como un pobre diablo, artífice de la ruina y la derrota de España. Y con Zapatero, probablemente, se hundirá también su partido, culpable de haber cambiado ideas y principios por privilegios y dinero, de haber guardado un silencio cómplice ante los errores y desmanes del "Zapaterismo", de haber antepuesto sus propios intereses de partido al bien común y de haber inundado el la vida pública española con legiones de parásitos, fanáticos, ineptos y corruptos.
El gran drama del PSOE es que después de tantas mentiras y engaños, ya nadie le cree. Zapatero ha sepultado a su partido bajo una espesa capa de cieno que huele tan mal que espanta al electorado. En esas circunstancias, el PSOE hará buena la sabia sentencia popular de que "Al perro flaco todo se le vuelven pulgas", lo que significa que cualquier estrategia que despliegue para obtener la victoria el 20 de noviembre se la volverá en contra y fracasará .
El deterioro de la imagen socialista y los deseos de "venganza" de gran parte de los españoles son ya imparables, como también lo es la rabia de los millones de "damnificados" del zapaterismo, entre los que destacan los casi cinco millones de desempleados, los millones de nuevos pobres, los cientos de miles de familias desahuciadas y expulsadas de sus hogares y los cientos de miles de autónomos y empresarios que han tenido que cerrar sus negocios por culpa de la mala gestión gubernamental de la crisis.
El anuncio de ETA es truculento y encierra trampas demasiado burdas para que Zapatero pueda pasar a la historia como artífice de la paz, algo que él desea con todas sus fuerzas. ETA no ha entregado las armas, ni se ha disuelto, ni ha pedido perdón, ni siquiera se ha escondido. Únicamente ha cambiado su estrategia y su tipo de financiación, antes basada en la extorsión y el cobro del impuesto revolucionario, pero ahora a cargo del presupuesto público, pagada con los impuestos de los españoles, contra la voluntad popular.
El PSOE, con Jesús Eguiguren a la cabeza, ha logrado convencer a los etarras de algo que los socialistas conocen demasiado bien: que es más rentable y productivo cobrar dinero del Estado, extraído del bolsillo de los ciudadanos, que ganar ese dinero a tiro limpio, arriesgando la vida y muchos años de cárcel.
Jaime Mayor Oreja, un pesimista pertinaz en asuntos de ETA pero al que la historia avala como analista infalible en lo que se refiere al terrorismo, acaba de decir que ETA retornará al asesinato si sus planes no le salen bien, lo que equivale a decir que volverá a asesinar si sus planes políticos fracasan, si no logra gobernar en las Vascongadas como la fuerza predominante, conduciendo a los vascos hacia la independencia.
El tan esperado fin de ETA no se ha producido y Zapatero, quemado ese cartucho, el último que le quedaba y en el que había depositado todas sus esperanzas, se hundirá en la derrota y pasará a la Historia no como el forjador de la paz, sino como un pobre diablo, artífice de la ruina y la derrota de España. Y con Zapatero, probablemente, se hundirá también su partido, culpable de haber cambiado ideas y principios por privilegios y dinero, de haber guardado un silencio cómplice ante los errores y desmanes del "Zapaterismo", de haber antepuesto sus propios intereses de partido al bien común y de haber inundado el la vida pública española con legiones de parásitos, fanáticos, ineptos y corruptos.