Sorprende que la Iglesia Católica española no sea consciente de que la solución para España es "re-cristianizarse" y que no se haya subido a los púlpitos para regenerar la sociedad y denunciar el atentado a los valores, a la verdad y a la libertad de la ciudadanía que perpetra el gobierno. La iglesia parece ignorar que ni siquiera la fe resiste a la corrupción continua y a la vileza, cuando emana como un torrente desde el poder. Los jerarcas católicos parecen haber olvidado que su deber es expandir el reino de Dios en la Tierra, un reino que es básicamente amor y concordia y que está siendo dinamitado y prostituido sistemáticamente por el poder político.
Cada día somos más los que pensamos que la única manera de regenerar y reconstruir la España que han destrozado los políticos es convirtiendo a la nación en una especie de "tierra de misiones" que realice una masiva petición de perdón y penitencia por los pecados cometidos, por la colaboración con los políticos malvados y de arrepentimiento por haber permitido, cobardemente, que nos metan dentro de nuestras vidas paladas de excremento y basura moral.
Votar a Pedro Sánchez y a los partidos que le acompañan en su demolición de España, siendo admirador y seguidor de Jesucristo, es hoy imposible. O se está con Dios y sus valores o con las vanidades, mentiras y principios sucios del mal.
También resulta increíble que las fuerzas armadas, cuya principal misión es defender la patria, no haya movido un dedo para frenar el brutal atentado antiespañol que se realiza cada día desde el poder político. Si a estas ausencias cobardes de las fuerzas religiosas y militares agregamos la parálisis de las instituciones defensivas del sistema, empezando por el rey y continuando por la Justicia, la conclusión es que España es un país tan podrido y desalmado que quizás merezca ser arrasado por la horda sanchista.
¿Dónde está el Rey? se preguntan millones de españoles decentes, asustados ante los abusos y el mal ejemplo constante que emanan de la Moncloa. Los españoles de bien se encuentran confundidos y medio noqueados, deambulando como fantasmas por la tierra desolada de España.
¿Dónde está el PSOE?, que parecía un partido que amaba a España ¿Dónde está el PP?, que está paralizado por el miedo y tan confuso o mas que la ciudadanía española? ¿Nadie es capaz de frenar el vandalismo aterrador que nos infecta desde los palacios del poder?
Miles de inmigrantes ilegales esparcidos por España en vuelos semiclandestinos organizados por el gobierno, sin que los alcaldes y las autoridades autonómicas sean informadas; miles de euros regalados a los ilegales, mientras los españoles son abandonados a su suerte, al borde de la ruina; miles de mentiras lanzadas desde el gobierno, una sobre otra, amontonándose hasta asfixiar la democracia y la decencia; acoso a la libertad ciudadana con miedo, censura, muerte civil y prensa manipulada, todo un caos vicioso que viola un manojo de derechos humanos fundamentales: el de informar y ser informados verazmente, el de la libertad, el de la igualdad, el del respeto y un larguísimo etcétera lleno de atropellos y brutalidades protagonizados por un poder seria y profundamente corrompido.
La economía por los suelos, la desconfianza imperando, ausencia total de objetivos comunes, la nación dividida, desconfianza en los que mandan, maldad a raudales y un oscuro deseo de destrucción de todo lo que representa nobleza, valor y virtud conforman el mundo canalla que el poder nos construye, frente al cual ya no valen otras medidas que no sea la recuperación de los viejos valores masacrados, empezando por el amor, la decencia, la honradez, el apoyo mutuo, el respeto, la dignidad y muchos más, de los que los políticos sólo ha dejado cenizas y asco.
Francisco Rubiales
Cada día somos más los que pensamos que la única manera de regenerar y reconstruir la España que han destrozado los políticos es convirtiendo a la nación en una especie de "tierra de misiones" que realice una masiva petición de perdón y penitencia por los pecados cometidos, por la colaboración con los políticos malvados y de arrepentimiento por haber permitido, cobardemente, que nos metan dentro de nuestras vidas paladas de excremento y basura moral.
Votar a Pedro Sánchez y a los partidos que le acompañan en su demolición de España, siendo admirador y seguidor de Jesucristo, es hoy imposible. O se está con Dios y sus valores o con las vanidades, mentiras y principios sucios del mal.
También resulta increíble que las fuerzas armadas, cuya principal misión es defender la patria, no haya movido un dedo para frenar el brutal atentado antiespañol que se realiza cada día desde el poder político. Si a estas ausencias cobardes de las fuerzas religiosas y militares agregamos la parálisis de las instituciones defensivas del sistema, empezando por el rey y continuando por la Justicia, la conclusión es que España es un país tan podrido y desalmado que quizás merezca ser arrasado por la horda sanchista.
¿Dónde está el Rey? se preguntan millones de españoles decentes, asustados ante los abusos y el mal ejemplo constante que emanan de la Moncloa. Los españoles de bien se encuentran confundidos y medio noqueados, deambulando como fantasmas por la tierra desolada de España.
¿Dónde está el PSOE?, que parecía un partido que amaba a España ¿Dónde está el PP?, que está paralizado por el miedo y tan confuso o mas que la ciudadanía española? ¿Nadie es capaz de frenar el vandalismo aterrador que nos infecta desde los palacios del poder?
Miles de inmigrantes ilegales esparcidos por España en vuelos semiclandestinos organizados por el gobierno, sin que los alcaldes y las autoridades autonómicas sean informadas; miles de euros regalados a los ilegales, mientras los españoles son abandonados a su suerte, al borde de la ruina; miles de mentiras lanzadas desde el gobierno, una sobre otra, amontonándose hasta asfixiar la democracia y la decencia; acoso a la libertad ciudadana con miedo, censura, muerte civil y prensa manipulada, todo un caos vicioso que viola un manojo de derechos humanos fundamentales: el de informar y ser informados verazmente, el de la libertad, el de la igualdad, el del respeto y un larguísimo etcétera lleno de atropellos y brutalidades protagonizados por un poder seria y profundamente corrompido.
La economía por los suelos, la desconfianza imperando, ausencia total de objetivos comunes, la nación dividida, desconfianza en los que mandan, maldad a raudales y un oscuro deseo de destrucción de todo lo que representa nobleza, valor y virtud conforman el mundo canalla que el poder nos construye, frente al cual ya no valen otras medidas que no sea la recuperación de los viejos valores masacrados, empezando por el amor, la decencia, la honradez, el apoyo mutuo, el respeto, la dignidad y muchos más, de los que los políticos sólo ha dejado cenizas y asco.
Francisco Rubiales