Javier Milei puede ser presidente de Argentina. Sus adversarios le llaman loco, pero el pueblo está cansado de viejos políticos corruptos, tanto de la izquierda como de la derecha, y quiere algo nuevo y con fuerza suficiente para crear una nueva democracia con cimientos más sólidos, justos y cívicos.
En nuestros tiempos, como reacción a los partidos asesinos del sistema democrático, los ciudadanos desprecian a sus clases dirigentes y votan a partidos nuevos que nacen cuestionando el abuso de poder y la corrupción.
El anarco liberalismo, la doctrina del argentino Milei y de algunos otros partidos nuevos del mundo, desempeña hoy el mismo papel que la democracia cuando nació: su objetivo es controlar y suprimir el brutal poder del Estado, que, en manos de miserables, tiende a expandir siempre su poder y esclavizar a los humanos.
Javier Milei, el anarco liberal ganador de las primarias argentinas, vence porque conecta con la desesperación de los pueblos ante la maldad de los políticos: «Confiar en los políticos es como poner a tus hijos en manos de un pedófilo», afirma.
El grueso de la ciudadanía mundial está harta de sinvergüenzas, estafadores, corruptos y malvados egoístas en el poder. La mala gente se ha apoderado del mundo, aprovechando la maldad intrínseca de esas formaciones llamadas partidos políticos, cuya dinámica interna conduce a la corrupción, al abuso de poder y a la tiranía.
El anarco liberalismo no cree en el Estado y promete hacer todo lo posible por atarle las manos y los pies con cadenas, lo que, sin duda, constituirá una salida regeneradora y refrescante para un mundo infectado de canallas con poder.
La democracia ha sido desactivada y el anarco liberalismo quiere llegar para resucitarla, bajo otras bases más sólidas.
Casi la totalidad de los males que afectan a nuestro mundo, desde la corrupción al abuso de poder, sin olvidar la injusticia y el mal uso de los recursos públicos, se deben al aumento de poder de las clases dirigentes y de la supresión de los controles y límites que tenía la democracia para frenar los desmanes de los poderosos. Los políticos de muchos países podidos, entre ellos España, ya no rinden cuentas, ni dimiten, ni respetan mucho límites establecidos por las democracias originales. Se han convertido en tiranos elegidos en unas urnas casi siempre manipuladas y, en algunos casos, con sus resultados alterados.
Aunque parezca que el pueblo traga con todo y permite el abuso de los canallas que se han apoderado del Estado, eso no es del todo correcto porque el rechazo a los políticos y la resistencia al poder inicuo crecen por todas partes, generando nuevos partidos y tendencias, como son las nuevas derechas radicales, que avanzan en toda Europa, y fenómenos con gran proyección como el anarco liberalismo que representa en Argentina Milei.
El panorama se aclara poco a poco para el pueblo sometido, que cada día tiene más claro que la única lucha que tiene sentido es la que se enfrenta al poder abusivo, ese que miente sin pudor, interpreta las constituciones a su antojo, coloca a sinvergüenzas en las instituciones, controla la información, adoctrina y subyuga.
Esa lucha por una nueva democracia sin izquierdas carnívoras y derechas podridas será la espina dorsal de la vida política en todo el siglo XXI, en el que los ciudadanos tendrán cada vez más claro que el peor de sus enemigos es el político corrupto.
Francisco Rubiales
El anarco liberalismo, la doctrina del argentino Milei y de algunos otros partidos nuevos del mundo, desempeña hoy el mismo papel que la democracia cuando nació: su objetivo es controlar y suprimir el brutal poder del Estado, que, en manos de miserables, tiende a expandir siempre su poder y esclavizar a los humanos.
Javier Milei, el anarco liberal ganador de las primarias argentinas, vence porque conecta con la desesperación de los pueblos ante la maldad de los políticos: «Confiar en los políticos es como poner a tus hijos en manos de un pedófilo», afirma.
El grueso de la ciudadanía mundial está harta de sinvergüenzas, estafadores, corruptos y malvados egoístas en el poder. La mala gente se ha apoderado del mundo, aprovechando la maldad intrínseca de esas formaciones llamadas partidos políticos, cuya dinámica interna conduce a la corrupción, al abuso de poder y a la tiranía.
El anarco liberalismo no cree en el Estado y promete hacer todo lo posible por atarle las manos y los pies con cadenas, lo que, sin duda, constituirá una salida regeneradora y refrescante para un mundo infectado de canallas con poder.
La democracia ha sido desactivada y el anarco liberalismo quiere llegar para resucitarla, bajo otras bases más sólidas.
Casi la totalidad de los males que afectan a nuestro mundo, desde la corrupción al abuso de poder, sin olvidar la injusticia y el mal uso de los recursos públicos, se deben al aumento de poder de las clases dirigentes y de la supresión de los controles y límites que tenía la democracia para frenar los desmanes de los poderosos. Los políticos de muchos países podidos, entre ellos España, ya no rinden cuentas, ni dimiten, ni respetan mucho límites establecidos por las democracias originales. Se han convertido en tiranos elegidos en unas urnas casi siempre manipuladas y, en algunos casos, con sus resultados alterados.
Aunque parezca que el pueblo traga con todo y permite el abuso de los canallas que se han apoderado del Estado, eso no es del todo correcto porque el rechazo a los políticos y la resistencia al poder inicuo crecen por todas partes, generando nuevos partidos y tendencias, como son las nuevas derechas radicales, que avanzan en toda Europa, y fenómenos con gran proyección como el anarco liberalismo que representa en Argentina Milei.
El panorama se aclara poco a poco para el pueblo sometido, que cada día tiene más claro que la única lucha que tiene sentido es la que se enfrenta al poder abusivo, ese que miente sin pudor, interpreta las constituciones a su antojo, coloca a sinvergüenzas en las instituciones, controla la información, adoctrina y subyuga.
Esa lucha por una nueva democracia sin izquierdas carnívoras y derechas podridas será la espina dorsal de la vida política en todo el siglo XXI, en el que los ciudadanos tendrán cada vez más claro que el peor de sus enemigos es el político corrupto.
Francisco Rubiales