Una de las miles de imágenes que circulan por las redes de España contra la corrupción del sanchismo en vísperas de las elecciones de mayo del 2023.
Al PSOE le han estallado todas las bombas al mismo tiempo y ha quedado mal herido: compra de votos, asesinos de ETA en las listas electorales de sus amigos y socios de BILDU, la ley del "Sí es Sí", el asalto a la Justicia, la corrupción escandalosa del Tito Berni, con sus drogas y prostíbulos para socialistas corruptos, y una docena más de errores, abusos y corrupciones de todo tipo, incluyendo el fraude electoral y la detención policial de candidatos que estaban incluídos en sus listas electorales.
Esos lamentables acontecimientos, unidos a la sospecha extendida por toda la sociedad de que el PSOE prepara un fraude electoral masivo, han hecho trizas el prestigio y la imagen del partido, que ha alcanzado niveles irrecuperables y se encuentra en una situación insostenible e irreversible.
Para colmo de males, Pedro Sánchez se ha equivocado al plantear la campaña como una confrontación personal entre él y la oposición de derechas porque su figura, muy deteriorada y rechazada, en lugar de sumar ha restado y obligado a algunos candidatos socialistas a ocultar el liderazgo del presidente, las siglas del PSOE y su logotipo.
En las últimas horas, a los escándalos por compra de votos en Melilla y Mojácar, se añaden trece detenidos en Albudeite (Murcia) por compra de votos, entre ellos la candidata del PSOE. Uno de los detenidos integra la lista del PSOE a la Asamblea de Murcia para las elecciones autonómicas del domingo, mientras se levantan investigaciones y sospechas en otra docena de ciudades españolas, siempre con el socialismo corrupto como protagonista.
Es cierto que queda por ver el resultado de las elecciones, pero sea cual sea, la imagen de socialistas comprando votos y detenidos por la policía y la Guardia Civil es demoledora y suficiente para que el partido entre en crisis existencial y ética.
El PSOE, envuelto en la crisis, tiene sólo dos caminos ante sí: o cierra esta nefasta etapa expulsando a Sánchez por segunda vez y clausura el sanchismo o cierra la crisis en falso y sigue adelante por el actual camino de vicio y depravación corrupta.
Sánchez ya fue expulsado en el pasado cuando en un Comité Federal se le sorprendió haciendo trampas con una urna ilegal, escondida detrás de una cortina, que estaba llenando de papeletas falsas.
El primer camino para el socialismo español quizás conduzca a un renacimiento futuro, cuando la sociedad española olvide la calamidad del sanchismo, pero seguir adelante, sin corregir y como si no ocurriera nada, sólo conduce a la tumba y a un conflicto muy peligroso en la sociedad española.
Pedro Sánchez no ha calculado bien la resistencia del pueblo español a sus abusos y arbitrariedades. Ha creído que la sociedad no reaccionaría frente a la maldad y el odio a España de sus socios de gobierno comunistas, amigos del terrorismo e independentistas golpistas. Tampoco ha valorado correctamente la indignación que han producido sus mentiras, sus incumplimientos, sus fraudes electorales, su despilfarro, sus impuestos abusivos, la excarcelación y la reducción de penas de más de un millar de violadores y pederastas, el malestar y fuga de empresas como Ferrovial, su uso abusivo de aviones y coches del propiedad del Estado y la eliminación de delitos que son claves para la defensa de la democracia, como el de sedición. que siempre ha funcionado como un freno a los corruptos.
Sánchez ha cruzado demasiadas líneas rojas creyéndose invencible e impune y ahora tiene que pagarlo. Y su partido, por haberle permitido ese comportamiento arrogante, antidemocrático y dañino para España, lo pagará también, sumergiéndose en una crisis que será larga y dolorosa.
Francisco Rubiales
Esos lamentables acontecimientos, unidos a la sospecha extendida por toda la sociedad de que el PSOE prepara un fraude electoral masivo, han hecho trizas el prestigio y la imagen del partido, que ha alcanzado niveles irrecuperables y se encuentra en una situación insostenible e irreversible.
Para colmo de males, Pedro Sánchez se ha equivocado al plantear la campaña como una confrontación personal entre él y la oposición de derechas porque su figura, muy deteriorada y rechazada, en lugar de sumar ha restado y obligado a algunos candidatos socialistas a ocultar el liderazgo del presidente, las siglas del PSOE y su logotipo.
En las últimas horas, a los escándalos por compra de votos en Melilla y Mojácar, se añaden trece detenidos en Albudeite (Murcia) por compra de votos, entre ellos la candidata del PSOE. Uno de los detenidos integra la lista del PSOE a la Asamblea de Murcia para las elecciones autonómicas del domingo, mientras se levantan investigaciones y sospechas en otra docena de ciudades españolas, siempre con el socialismo corrupto como protagonista.
Es cierto que queda por ver el resultado de las elecciones, pero sea cual sea, la imagen de socialistas comprando votos y detenidos por la policía y la Guardia Civil es demoledora y suficiente para que el partido entre en crisis existencial y ética.
El PSOE, envuelto en la crisis, tiene sólo dos caminos ante sí: o cierra esta nefasta etapa expulsando a Sánchez por segunda vez y clausura el sanchismo o cierra la crisis en falso y sigue adelante por el actual camino de vicio y depravación corrupta.
Sánchez ya fue expulsado en el pasado cuando en un Comité Federal se le sorprendió haciendo trampas con una urna ilegal, escondida detrás de una cortina, que estaba llenando de papeletas falsas.
El primer camino para el socialismo español quizás conduzca a un renacimiento futuro, cuando la sociedad española olvide la calamidad del sanchismo, pero seguir adelante, sin corregir y como si no ocurriera nada, sólo conduce a la tumba y a un conflicto muy peligroso en la sociedad española.
Pedro Sánchez no ha calculado bien la resistencia del pueblo español a sus abusos y arbitrariedades. Ha creído que la sociedad no reaccionaría frente a la maldad y el odio a España de sus socios de gobierno comunistas, amigos del terrorismo e independentistas golpistas. Tampoco ha valorado correctamente la indignación que han producido sus mentiras, sus incumplimientos, sus fraudes electorales, su despilfarro, sus impuestos abusivos, la excarcelación y la reducción de penas de más de un millar de violadores y pederastas, el malestar y fuga de empresas como Ferrovial, su uso abusivo de aviones y coches del propiedad del Estado y la eliminación de delitos que son claves para la defensa de la democracia, como el de sedición. que siempre ha funcionado como un freno a los corruptos.
Sánchez ha cruzado demasiadas líneas rojas creyéndose invencible e impune y ahora tiene que pagarlo. Y su partido, por haberle permitido ese comportamiento arrogante, antidemocrático y dañino para España, lo pagará también, sumergiéndose en una crisis que será larga y dolorosa.
Francisco Rubiales