¿Para que sirven a los ciudadanos y a la nación partidos y políticos de esa hechura? Ansolutamente para nada. Es más, la existencia de partidos políticos y de políticos profesionales deteriora las naciones, empeora la convivencia y agrava la mayoría de los problemas. Las sociedades, en manos de los políticos, son cada día más corruptas, injustas e ineptas.
El proceso de deterioro de la sociedad, impulsado por unas clases dirigentes que se han apoderado del Estado tras haber perdido los valores humanos y democráticos, está avanzando, mientras la regeneración cada día es impulsada por un grupo más reducido de ciudadanos pensantes, libres y conscientes.
La batalla por el progreso la están perdiendo los ciudadanos y la están ganando unas clases poderosas que están dividiendo el mundo en dos bloques separados: por un lado las enormes masas desculturizadas, depauperadas y llenas de inseguridad y miedo; por otro unas minorías que cada día viven mejor, acumulando poder, riqueza y privilegios.
El foso que separa a ricos y pobres, a poderosos y débiles es cada día más ancho.
El mundo que construyen los poderosos es cada día mas desigual, injusto y detestable.
La causa del desastre es evidente: los partidos políticos se han deteriorado sin parar y, tras haber logrado apoderarse del Estado, monopolizar el poder y modelar la democracia a su antojo, son cada día más el mayor obstáculo para que la Humanidad progrese y los ciudadanos alcancen la libertad, la virtud y el autogobierno, que son los rasgos fundamentales de la madurez de la raza humana.
Las élites, a las que también llaman el "stablishment" o los verdaderos dueños del poder son la peor plaga del mundo. Está integrada por personas ambiciosas e implacables que han decidido dominar a sus semejantes y dotarse ellos de poder y riqueza sin límites.
Y lo están consiguiendo como nunca antes lo habían conseguido a lo largo de la Historia. Los ricos de hoy son más ricos que nunca antes en el pasado y los poderosos del presente tienen más poderes y menos controles y frenos que nunca antes, mientras el pueblo nunca fue tan cobarde ni estuvo tan sometido y asustado como en nuestros tiempos.
Francisco Rubiales
El proceso de deterioro de la sociedad, impulsado por unas clases dirigentes que se han apoderado del Estado tras haber perdido los valores humanos y democráticos, está avanzando, mientras la regeneración cada día es impulsada por un grupo más reducido de ciudadanos pensantes, libres y conscientes.
La batalla por el progreso la están perdiendo los ciudadanos y la están ganando unas clases poderosas que están dividiendo el mundo en dos bloques separados: por un lado las enormes masas desculturizadas, depauperadas y llenas de inseguridad y miedo; por otro unas minorías que cada día viven mejor, acumulando poder, riqueza y privilegios.
El foso que separa a ricos y pobres, a poderosos y débiles es cada día más ancho.
El mundo que construyen los poderosos es cada día mas desigual, injusto y detestable.
La causa del desastre es evidente: los partidos políticos se han deteriorado sin parar y, tras haber logrado apoderarse del Estado, monopolizar el poder y modelar la democracia a su antojo, son cada día más el mayor obstáculo para que la Humanidad progrese y los ciudadanos alcancen la libertad, la virtud y el autogobierno, que son los rasgos fundamentales de la madurez de la raza humana.
Las élites, a las que también llaman el "stablishment" o los verdaderos dueños del poder son la peor plaga del mundo. Está integrada por personas ambiciosas e implacables que han decidido dominar a sus semejantes y dotarse ellos de poder y riqueza sin límites.
Y lo están consiguiendo como nunca antes lo habían conseguido a lo largo de la Historia. Los ricos de hoy son más ricos que nunca antes en el pasado y los poderosos del presente tienen más poderes y menos controles y frenos que nunca antes, mientras el pueblo nunca fue tan cobarde ni estuvo tan sometido y asustado como en nuestros tiempos.
Francisco Rubiales