Si alguien duda que los partidos políticos son el gran obstáculo que impide la regeneración, la decencia y el despertar de este país, destrozado por el mal gobierno y los abusos de una clase política que ni siquiera merece el respeto de los demócratas, que mire hacia el Partido Popular, en el gobierno, y juzgue sus actos y sus cuentas. Niegan ser corruptos pero ni siquiera saben que la verdadera corrupción, mas que robar dinero público, cobrar comisiones ilegales o tener cuentas en Suiza, consiste en aprovecharse del poder y anteponer el beneficio propio al interés general, olvidándose de la Justicia y del bien común. Eso es lo que ha hecho el PP, partido en el poder, que obtuvo (se autoadjudicó) subvenciones por 120 millones de euros en plena crisis, cuando millones de ciudadanos son empujados hacia el desempleo, la pobreza y otras penalidades, mientras la clase política mantiene casi intactos sus privilegios. Cobrar 36 millones de euros más que Cáritas en ayudas sufragadas con el dinero que los ciudadanos pagan con gran esfuerzo, vía impuestos desproporcionados, tasas abusivas y otros atracos del poder, legales pero injustos y rastreros, es un atentado contra la justicia, la decencia y el bien.
Las subvenciones para los 'populares' se dispararon en 65,5 millones de euros en el último año, desde que ellos están en el poder, a pesar de que suprimir esas subvenciones a los partidos es una de las principales reivindicaciones de los ciudadanos. El que un partido político rechazado y despreciado por el pueblo, según revelan las encuestas, cobre más dinero que Cáritas, una organización benéfica que está ayudando a millones de pobres y desamparados, es una injusticia que clama al cielo y una violación de la voluntad popular, que debe ser sagrada en democracia.
Que le pregunten a los ciudadanos en un referendum si los partidos deben ser financiados con dinero público o no. Ese referendum jamás se hará por dos razones: la primera es que a Rajoy le importa un bledo lo que piense el pueblo; la segunda es que el resultado sería vergonzoso para los partidos políticos, unas organizaciones cargadas de oprobio, que cada día acumulan mas desprecio y rechazo de la ciudadanía.
Las cifras escandalosas del dinero público que el Partido Popular se autoadjudica se conocen gracias a que el caso Bárcenas ha indignado a los ciudadanos y los políticos de la derecha gobernante, para aplacar la furia popular, se han visto obligados a publicar sus cuentas anuales, donde se esconden muchas injusticias y abusos.
Ese cobro de dinero público abundante cuando el país se aprieta el cinturón hasta el extremo y millones sufren de escasez y desesperación es un gesto tan sucio y despreciable que refleja, con toda su verdad y crudeza, la naturaleza desalmada de los partidos políticos españoles y de la clase dirigente en general.
Las subvenciones para los 'populares' se dispararon en 65,5 millones de euros en el último año, desde que ellos están en el poder, a pesar de que suprimir esas subvenciones a los partidos es una de las principales reivindicaciones de los ciudadanos. El que un partido político rechazado y despreciado por el pueblo, según revelan las encuestas, cobre más dinero que Cáritas, una organización benéfica que está ayudando a millones de pobres y desamparados, es una injusticia que clama al cielo y una violación de la voluntad popular, que debe ser sagrada en democracia.
Que le pregunten a los ciudadanos en un referendum si los partidos deben ser financiados con dinero público o no. Ese referendum jamás se hará por dos razones: la primera es que a Rajoy le importa un bledo lo que piense el pueblo; la segunda es que el resultado sería vergonzoso para los partidos políticos, unas organizaciones cargadas de oprobio, que cada día acumulan mas desprecio y rechazo de la ciudadanía.
Las cifras escandalosas del dinero público que el Partido Popular se autoadjudica se conocen gracias a que el caso Bárcenas ha indignado a los ciudadanos y los políticos de la derecha gobernante, para aplacar la furia popular, se han visto obligados a publicar sus cuentas anuales, donde se esconden muchas injusticias y abusos.
Ese cobro de dinero público abundante cuando el país se aprieta el cinturón hasta el extremo y millones sufren de escasez y desesperación es un gesto tan sucio y despreciable que refleja, con toda su verdad y crudeza, la naturaleza desalmada de los partidos políticos españoles y de la clase dirigente en general.