Obama es el prototipo del nuevo Estado todopoderoso, un dirigente mesias capaz de contar historias hermosas y de embaucar, pero, al mismo tiempo, cruel e implacable defensor del poder de las elites.
Los lectores y seguidores de Voto en Blanco merecen que se les cuente la gran verdad de nuestro tiempo:
El mundo del miedo moderno nació el 11 de septiembre de 2001, aquel día inolvidable que se hundieron las Torres Gemelas de Nueva York en un extraño atentado oficialmente atribuido al terrorismo islamista. Fue el primer atentado terrorista televisado en directo para provocar una onda expansiva que atravesó el mundo de parte a parte.
La Humanidad recibió una intensa "Transfusión de Miedo" cuyo objetivo era devolver todo el poder al Estado e instaurar su predominio sobre la sociedad y el mercado. Aquel atentado iniciaba una estrategia cuidadosamente planeada cuya meta es doble: en una primera etapa conseguir un Estado tiránico con apariencia democrática, capaz de gobernar a esclavos felices y, en una segunda etapa, instaurar un único poder mundial incuestionable con un gobierno único, tan poderosos que resultaría indestructible.
Todos los grandes acontecimientos mundiales ocurridos desde el año 2001, incluyendo la crisis brutal de la economía, las guerras de Iraq y Afganistán, los grandes atentados y hasta el terror del islamismo extremo, con sus rehenes degollados ante las cámaras, responden a esa estrategia global que pretende justificar la tiranía del Estado.
La condición clave para que el siniestro plan funcione es que el Estado oculte su caracter tiránico y opresor durante todo el proceso de sometimiento y haga olvidar a los ciudadanos que ha sido y es el peor criminal de la Historia humana. Tan solo en el siglo XX, los Estados, que pugnaron por imponerse a la libertad mediante la fuerza bruta, exterminaron a mas de cien millones de ciudadanos, sin contar a las decenas que perecieron en los campos de batalla.
La estrategia pretende que los ciudadanos, aterrorizados frente a un mundo inseguro que se derrumba, se echen en los brazos del Estado y confíen en su fortaleza como única solución frente a las amenazas y el caos. El gran sueño de los totalitarios de toda la Historia, desde Hítler a Stalin, Mao, Pol Pot y otros canallas, se habrá logrado sin violencia, sin tener que recurrir a los campos de exterminio y asesinatos en masa.
Los estrategas de esa "obra maestra" del sometimiento y el oprobio han previsto que la situación empuje a los humanos a someterse voluntariamente y a que sean pocos los que descubran la verdad: que refugiarse como borregos en el Estado representa el fracaso del individuo y de la civilización y que el miedo habrá conseguido doblegar a la libertad y al orgullo humano de ser el rey de la creación.
La sospecha de que la crisis económica actual ha sido retroalimentada, mantenida y dirigida desde los despachos del poder para que dure y aterrorice a los ciudadanos, en especial a las clases medias, es cada día mas sólida y demostrable. El objetivo es fortalecer el carácter "protector" y la necesidad de un Estado super fuerte que regresa cargado de mesianismo falso y poder hipnótico.
Hasta ahora los protagonistas de la Historia moderna eran los ciudadanos, envueltos en las banderas de la libertad y la democracia, y los mercados, garantes del libre comercio y de la globalización, pero poco a poco se instaura e impone el férreo protagonismo del Estado, que no es ya únicamente árbitro y regulador, sino movilizador, salvador y capaz de electrificar a las masas con su poder y seguridad frente al caos y el drama.
Francisco Rubiales
El mundo del miedo moderno nació el 11 de septiembre de 2001, aquel día inolvidable que se hundieron las Torres Gemelas de Nueva York en un extraño atentado oficialmente atribuido al terrorismo islamista. Fue el primer atentado terrorista televisado en directo para provocar una onda expansiva que atravesó el mundo de parte a parte.
La Humanidad recibió una intensa "Transfusión de Miedo" cuyo objetivo era devolver todo el poder al Estado e instaurar su predominio sobre la sociedad y el mercado. Aquel atentado iniciaba una estrategia cuidadosamente planeada cuya meta es doble: en una primera etapa conseguir un Estado tiránico con apariencia democrática, capaz de gobernar a esclavos felices y, en una segunda etapa, instaurar un único poder mundial incuestionable con un gobierno único, tan poderosos que resultaría indestructible.
Todos los grandes acontecimientos mundiales ocurridos desde el año 2001, incluyendo la crisis brutal de la economía, las guerras de Iraq y Afganistán, los grandes atentados y hasta el terror del islamismo extremo, con sus rehenes degollados ante las cámaras, responden a esa estrategia global que pretende justificar la tiranía del Estado.
La condición clave para que el siniestro plan funcione es que el Estado oculte su caracter tiránico y opresor durante todo el proceso de sometimiento y haga olvidar a los ciudadanos que ha sido y es el peor criminal de la Historia humana. Tan solo en el siglo XX, los Estados, que pugnaron por imponerse a la libertad mediante la fuerza bruta, exterminaron a mas de cien millones de ciudadanos, sin contar a las decenas que perecieron en los campos de batalla.
La estrategia pretende que los ciudadanos, aterrorizados frente a un mundo inseguro que se derrumba, se echen en los brazos del Estado y confíen en su fortaleza como única solución frente a las amenazas y el caos. El gran sueño de los totalitarios de toda la Historia, desde Hítler a Stalin, Mao, Pol Pot y otros canallas, se habrá logrado sin violencia, sin tener que recurrir a los campos de exterminio y asesinatos en masa.
Los estrategas de esa "obra maestra" del sometimiento y el oprobio han previsto que la situación empuje a los humanos a someterse voluntariamente y a que sean pocos los que descubran la verdad: que refugiarse como borregos en el Estado representa el fracaso del individuo y de la civilización y que el miedo habrá conseguido doblegar a la libertad y al orgullo humano de ser el rey de la creación.
La sospecha de que la crisis económica actual ha sido retroalimentada, mantenida y dirigida desde los despachos del poder para que dure y aterrorice a los ciudadanos, en especial a las clases medias, es cada día mas sólida y demostrable. El objetivo es fortalecer el carácter "protector" y la necesidad de un Estado super fuerte que regresa cargado de mesianismo falso y poder hipnótico.
Hasta ahora los protagonistas de la Historia moderna eran los ciudadanos, envueltos en las banderas de la libertad y la democracia, y los mercados, garantes del libre comercio y de la globalización, pero poco a poco se instaura e impone el férreo protagonismo del Estado, que no es ya únicamente árbitro y regulador, sino movilizador, salvador y capaz de electrificar a las masas con su poder y seguridad frente al caos y el drama.
Francisco Rubiales