Alcalde "Kichi" y Teresa, jefa de Podemos en Andalucía
El "Kichi", un cachorro de "Podemos" que en la vida diaria es pareja sentimental de Teresa, la jefa de los podemitas andaluces, será hoy el nuevo alcalde de Cádiz con el apoyo de los socialistas, desplazando a la casi "eterna" Teófila Martínez, alcaldesa desde hace 20 años de la ciudad mas antigua de Europa.
No conozco al "Kichi" y por lo que percibo de él, me gusta menos que un potro de tortura, pero, como soy un demócrata recalcitrante, lo prefiero a Teófila como alcalde de Cádiz, a pesar de que admiro en muchos aspectos la labor de la alcaldesa gaditana saliente, a la considero una de las mejores regidoras de la historia moderna de esa ciudad andaluza.
¿Como se explica esa aparente contradicción de preferir al inédito "Kichi", de Podemos, potencialmente peligroso por los rasgos autoritarios y radicales de su partido, a la conocida Teo, una buena alcaldesa que ha demostrado cosas?
El misterio es muy sencillo de desentrañar porque a cualquier demócrata le repugnan esos mandatos interminables y continuados que convierten la política en un oficio enquistado y en una escuela de corrupción. Teofila lleva veinte años de alcaldesa y eso es inconcebible e insoportable para cualquier demócrata ético y fiel a ese sistema.
Los mandatos eternos son todavía más despreciables para un demócrata que el potro de tortura y más peligrosos que la llegada al poder de un tipo tan insólito y con tan poca pinta de alcalde como el Kichi.
El PP es un partido que desconoce la democracia, que nunca se ha preocupado por entenderla y que la ignora porque está ausente de su ADN. No respeta el principio de que "el poder corrompe" ni admite que los largos mandatos en cargos políticos de responsabilidad garantizan dos dramas: agotamiento y corrupción. Los jefes de gobiernos, ministros, alcaldes y demás altos cargos del Estado con más de ocho años de antigüedad necesitan, como los coches viejos y desgastados, un plan Renove, un cambio por otro nuevo porque, al igual que ocurre con los pasajeros de un vehículo viejo, sus sus administrados pueden sufrir graves daños en su vidas, hacienda y convivencia.
El PP tenía que haber sustituido, por iniciativa propia, a alcaldes envejecidos y agotados como la valenciana Rita Barberá, derrotada después de 24 años nada menos en el poder, Perico Rodríguez, en Huelva, Teofila Martínez, en Cádiz, y otras muchas momias caducadas, aunque algunos hayan realizado una gran labor, sencillamente porque la democracia exige relevos y alternancias, aunque los políticos españoles, tanto de derecha como de izquierda, lo ignoren y tiendan siempre a perpetuarse en los cargos y en sus privilegios.
El PP y el PSOE son los grandes culpables del actual drama ético y político español. Los españoles les han dado, desde la muerte de Franco, millones de votos y los han convertido en partidos hegemónicos para que solucionen los problemas de España, pero ellos han decorado el edificio patrio con inmundicias corruptas y han llenado el Estado de sinvergüenzas corrompidos y saqueadores profesionales.
Los políticos no son como el buen vino, que mejora con los años. Los políticos se agrían cuando duran mucho y si siguen estado en el mismo puesto, además, se pudren. Como los pañales de los niños, los políticos necesitan ser cambiados con frecuencia, en ambos casos porque el olor que despiden es insoportable.
Es injusto que Teófila no sea la que inaugure este verano el segundo puente sobre la bahía, una de las obras mas grandiosas de Andalucía en muchos años, y que lo haga un alcalde recién llegado, cuyo único mérito es haber aprovechado para cosechar votos el descontento del pueblo ante las tropelías y abusos corruptos de los viejos partidos PSOE y PP. Es mas que probable que los votos que Teófila no ha podido reunir para seguir siendo alcaldesa se los hayan robado su jefe, Mariano Rajoy, por injusto, insensible, arrogante y antidemócrata, y también su partido, el PP, cuyas fechorías, abusos y corrupciones han enfurecido a millones de españoles, que han decidido con razón boicotearlo en las urnas.
Los pactos contra natura y los acuerdos entre ideologías incompatibles sin otro objetivo que repartirse el poder y los privilegios cambiarán hoy el mapa municipal de España y lo llenarán de vergüenza y oprobio. Después de hoy será imposible ignorar que España es un país políticamente podrido y en manos de dirigentes sin grandeza, escasos de valores y de decencia.
Detrás de los nuevos ayuntamientos no sólo está la desvergüenza de unos partidos que no dudan en revolcarse con otras ideologías y principios con tal de disfrutar el poder, sino también el hartazgo de los ciudadanos ante los abusos de los grandes partidos, la falta de democracia y una corrupción generalizada que impide ver a los políticos el oprobio y la suciedad que encierran sus alianzas y pactos bastardos.
Lo sucedido en Cádiz, la ciudad mas antigua de Europa, es un elocuente ejemplo de la suciedad reinante en España, pero hay mas casos sangrantes de alianzas negras y vomitivas que unen a socialistas con derechistas, a teóricos españoles con nacionalistas que odian a España, antiguas asesinos con víctimas y teóricos demócratas con totalitarios rencorosos. La pocilga española hoy se viste de gala.
Comprendo que algunos se escandalicen al leer la tesis central de este artículo y que no entiendan por qué es preferible prescindir de un alcalde viejo cuando el nuevo no ofrece garantías ni méritos, pero la democracia tiene reglas y cautelas que cuando se violan el sistema siempre se pervierte y se pudre.
Además de limitar los periodos de los cargos públicos, hay muchas otras normas y buenas costumbres democráticas que los partidos políticos españoles, que siempre entienden la democracia como una dictadura de los elegidos en las urnas, ignoran: escuchar siempre al ciudadano, castigar a los políticos delincuentes, respetar la independencia de los poderes Legislativo, Judicial y Ejecutivo, limitar el poder de los partidos, nunca subvencionar a los partidos con dinero público, no ser arbitrarios ni abusar desde el poder, tratar con delicadeza y mimo el dinero público, no despilfarrar....
El mayor problema de la política española es la ausencia de democracia y de ética en un sistema político que parece haber sido diseñado mas para producir esclavos sometidos en las calles y delincuentes en el poder que para hacer felices y prósperos a hombres y mujeres libres.
No conozco al "Kichi" y por lo que percibo de él, me gusta menos que un potro de tortura, pero, como soy un demócrata recalcitrante, lo prefiero a Teófila como alcalde de Cádiz, a pesar de que admiro en muchos aspectos la labor de la alcaldesa gaditana saliente, a la considero una de las mejores regidoras de la historia moderna de esa ciudad andaluza.
¿Como se explica esa aparente contradicción de preferir al inédito "Kichi", de Podemos, potencialmente peligroso por los rasgos autoritarios y radicales de su partido, a la conocida Teo, una buena alcaldesa que ha demostrado cosas?
El misterio es muy sencillo de desentrañar porque a cualquier demócrata le repugnan esos mandatos interminables y continuados que convierten la política en un oficio enquistado y en una escuela de corrupción. Teofila lleva veinte años de alcaldesa y eso es inconcebible e insoportable para cualquier demócrata ético y fiel a ese sistema.
Los mandatos eternos son todavía más despreciables para un demócrata que el potro de tortura y más peligrosos que la llegada al poder de un tipo tan insólito y con tan poca pinta de alcalde como el Kichi.
El PP es un partido que desconoce la democracia, que nunca se ha preocupado por entenderla y que la ignora porque está ausente de su ADN. No respeta el principio de que "el poder corrompe" ni admite que los largos mandatos en cargos políticos de responsabilidad garantizan dos dramas: agotamiento y corrupción. Los jefes de gobiernos, ministros, alcaldes y demás altos cargos del Estado con más de ocho años de antigüedad necesitan, como los coches viejos y desgastados, un plan Renove, un cambio por otro nuevo porque, al igual que ocurre con los pasajeros de un vehículo viejo, sus sus administrados pueden sufrir graves daños en su vidas, hacienda y convivencia.
El PP tenía que haber sustituido, por iniciativa propia, a alcaldes envejecidos y agotados como la valenciana Rita Barberá, derrotada después de 24 años nada menos en el poder, Perico Rodríguez, en Huelva, Teofila Martínez, en Cádiz, y otras muchas momias caducadas, aunque algunos hayan realizado una gran labor, sencillamente porque la democracia exige relevos y alternancias, aunque los políticos españoles, tanto de derecha como de izquierda, lo ignoren y tiendan siempre a perpetuarse en los cargos y en sus privilegios.
El PP y el PSOE son los grandes culpables del actual drama ético y político español. Los españoles les han dado, desde la muerte de Franco, millones de votos y los han convertido en partidos hegemónicos para que solucionen los problemas de España, pero ellos han decorado el edificio patrio con inmundicias corruptas y han llenado el Estado de sinvergüenzas corrompidos y saqueadores profesionales.
Los políticos no son como el buen vino, que mejora con los años. Los políticos se agrían cuando duran mucho y si siguen estado en el mismo puesto, además, se pudren. Como los pañales de los niños, los políticos necesitan ser cambiados con frecuencia, en ambos casos porque el olor que despiden es insoportable.
Es injusto que Teófila no sea la que inaugure este verano el segundo puente sobre la bahía, una de las obras mas grandiosas de Andalucía en muchos años, y que lo haga un alcalde recién llegado, cuyo único mérito es haber aprovechado para cosechar votos el descontento del pueblo ante las tropelías y abusos corruptos de los viejos partidos PSOE y PP. Es mas que probable que los votos que Teófila no ha podido reunir para seguir siendo alcaldesa se los hayan robado su jefe, Mariano Rajoy, por injusto, insensible, arrogante y antidemócrata, y también su partido, el PP, cuyas fechorías, abusos y corrupciones han enfurecido a millones de españoles, que han decidido con razón boicotearlo en las urnas.
Los pactos contra natura y los acuerdos entre ideologías incompatibles sin otro objetivo que repartirse el poder y los privilegios cambiarán hoy el mapa municipal de España y lo llenarán de vergüenza y oprobio. Después de hoy será imposible ignorar que España es un país políticamente podrido y en manos de dirigentes sin grandeza, escasos de valores y de decencia.
Detrás de los nuevos ayuntamientos no sólo está la desvergüenza de unos partidos que no dudan en revolcarse con otras ideologías y principios con tal de disfrutar el poder, sino también el hartazgo de los ciudadanos ante los abusos de los grandes partidos, la falta de democracia y una corrupción generalizada que impide ver a los políticos el oprobio y la suciedad que encierran sus alianzas y pactos bastardos.
Lo sucedido en Cádiz, la ciudad mas antigua de Europa, es un elocuente ejemplo de la suciedad reinante en España, pero hay mas casos sangrantes de alianzas negras y vomitivas que unen a socialistas con derechistas, a teóricos españoles con nacionalistas que odian a España, antiguas asesinos con víctimas y teóricos demócratas con totalitarios rencorosos. La pocilga española hoy se viste de gala.
Comprendo que algunos se escandalicen al leer la tesis central de este artículo y que no entiendan por qué es preferible prescindir de un alcalde viejo cuando el nuevo no ofrece garantías ni méritos, pero la democracia tiene reglas y cautelas que cuando se violan el sistema siempre se pervierte y se pudre.
Además de limitar los periodos de los cargos públicos, hay muchas otras normas y buenas costumbres democráticas que los partidos políticos españoles, que siempre entienden la democracia como una dictadura de los elegidos en las urnas, ignoran: escuchar siempre al ciudadano, castigar a los políticos delincuentes, respetar la independencia de los poderes Legislativo, Judicial y Ejecutivo, limitar el poder de los partidos, nunca subvencionar a los partidos con dinero público, no ser arbitrarios ni abusar desde el poder, tratar con delicadeza y mimo el dinero público, no despilfarrar....
El mayor problema de la política española es la ausencia de democracia y de ética en un sistema político que parece haber sido diseñado mas para producir esclavos sometidos en las calles y delincuentes en el poder que para hacer felices y prósperos a hombres y mujeres libres.