Los actuales bancos están tan cargados de lastre y de activos tóxicos que Europa nos obliga a crear un nuevo banco que acumule esa basura y deje limpios a los bancos que operan en el mercado. Llaman al nuevo basurero, cuya creación nos costará casi 25.000 millones de euros, "Banco Malo", dando a entender que los restantes bancos, ya liberados de lo tóxico, serán "buenos", sin tener en cuenta que la dinámica actual, la que ha creado y acumulado la basura tóxica en esas entidades, sigue vigente y practicándose, lo que terminará, inevitablemente, por contaminar también a los teóricos bancos "buenos".
Tengo un amigo, antiguo alto cargo en uno de los grandes bancos, hoy generosamente prejubilado, que sostiene otra tesis muchos más interesante y eficaz: lo que hay que crear es un "banco bueno" porque bancos malos hay muchos, todos cargados de activos tóxicos, capaces de generar estafas como las de las participaciones preferentes, sobrevalorados, carentes de ética y escasos de la necesaria confianza y aprecio de sus clientes.
Afirma mi amigo que ese "Banco Bueno", por su comportamiento honrado y decente, atraería de inmediato a una enorme masa de clientes y se convertiría en la primera pieza de un nuevo sistema financiero basado en la justicia, el respeto y las buenas prácticas, no en la pillería, la mentira y el abuso, como el actual sistema infectado y decadente.
La reflexión de mi amigo ex banquero me lleva a extraporlar su tesis a la política y afirmar que la solución quizás esté en crear un "Estado Bueno", decente, democrático, justo, respetuoso con el ciudadano, orientado hacia el bien común y funcionando según los principios elementales de la ética, la justicia y la transparencia. Ese nuevo Estado, nada más aparecer, se aganaría el apoyo y la adhesión de los ciudadanos, cansados de sorportar estados delincuentes y poblados de políticos ladrones y canallas, lo que lo convertiría en la primera piedra de un orden político más justo y esperanzador.
El actual Estado, plagado de activos tóxicos, políticos sin utilidad democrática y de basura humana, gestionado con malas prácticas por unos partidos políticos que han hecho méritos suficientes para ser prohibidos por promover el delito y la corrupción, quedaría así encapsulado y aislado, con toda su basura a cuesta, fuera de la gestión de lo público y sin capacidad ya de arruinar la existencia de los ciudadanos, la economía y la decencia.
Crear un "Estado Bueno" libre de canallas y de gobernantes sin grandeza sería la solución mas barata y eficaz para cambiar el curso de España, limpiar su maloliente rostro y generar felicidad en los ciudadanos y confianzas en los mercados.
Lo curioso del caso es que ese "Estado Bueno" ya está inventado y se llama "Democracia", pero ocurre que en España es desconocido y nadie lo ha visto jamás.
Tengo un amigo, antiguo alto cargo en uno de los grandes bancos, hoy generosamente prejubilado, que sostiene otra tesis muchos más interesante y eficaz: lo que hay que crear es un "banco bueno" porque bancos malos hay muchos, todos cargados de activos tóxicos, capaces de generar estafas como las de las participaciones preferentes, sobrevalorados, carentes de ética y escasos de la necesaria confianza y aprecio de sus clientes.
Afirma mi amigo que ese "Banco Bueno", por su comportamiento honrado y decente, atraería de inmediato a una enorme masa de clientes y se convertiría en la primera pieza de un nuevo sistema financiero basado en la justicia, el respeto y las buenas prácticas, no en la pillería, la mentira y el abuso, como el actual sistema infectado y decadente.
La reflexión de mi amigo ex banquero me lleva a extraporlar su tesis a la política y afirmar que la solución quizás esté en crear un "Estado Bueno", decente, democrático, justo, respetuoso con el ciudadano, orientado hacia el bien común y funcionando según los principios elementales de la ética, la justicia y la transparencia. Ese nuevo Estado, nada más aparecer, se aganaría el apoyo y la adhesión de los ciudadanos, cansados de sorportar estados delincuentes y poblados de políticos ladrones y canallas, lo que lo convertiría en la primera piedra de un orden político más justo y esperanzador.
El actual Estado, plagado de activos tóxicos, políticos sin utilidad democrática y de basura humana, gestionado con malas prácticas por unos partidos políticos que han hecho méritos suficientes para ser prohibidos por promover el delito y la corrupción, quedaría así encapsulado y aislado, con toda su basura a cuesta, fuera de la gestión de lo público y sin capacidad ya de arruinar la existencia de los ciudadanos, la economía y la decencia.
Crear un "Estado Bueno" libre de canallas y de gobernantes sin grandeza sería la solución mas barata y eficaz para cambiar el curso de España, limpiar su maloliente rostro y generar felicidad en los ciudadanos y confianzas en los mercados.
Lo curioso del caso es que ese "Estado Bueno" ya está inventado y se llama "Democracia", pero ocurre que en España es desconocido y nadie lo ha visto jamás.