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El Estado es el peor invento de la Historia



El mundo que vivimos parece diseñado por el diablo en lugar de Dios. El Estado, el dinero y la guerra son los tres inventos peores del ser humano, los que más daño han hecho a la Humanidad y al mismo hombre. En cuarto lugar aparece, sorprendentemente, la escritura, a la que los expertos atribuyen daños y perjuicios para la civilización. Después hay otros que, aunque menos trascendentes, son peligrosos y repugnantes, como los partidos políticos, la política misma, las fronteras y el culto a las mentiras y engaños.

El Estado, con gran diferencia, es el peor de todos. Basta observar la Historia sin pasión para descubrir en el Estado a un ladrón, un asesino y un esclavizador que fabrica injusticia, infelicidad, desigualdad y violencia. El Estado ha hecho a los humanos más pobres, más violentos, mas vulnerables, mas incultos, más inmorales y más peligrosos, mucho más peligrosos, hasta convertirse en la especie más depredadora de la Tierra. El Estado ha servido de refugio y látigo para miserables, ladrones y criminales, que han asesinado y destrozado el mundo y a millones de seres humanos con su crueldad, avaricia y maldad.

Todo lo que el Estado toca queda destruido, se encarece o deja de funcionar. Las camas en los hospitales, la seguridad, la enseñanza, la medicina... cuando son públicas y son administradas por el Estado funcionan peor y cuestan mucho más que si estuvieran en manos privadas. Las nacionalizaciones han sido casi siempre un fracaso y ahora nadie las exige. Cuando el Estado se ha hecho dueño de todo, como ha ocurrido con el nazismo, el fascismo y el comunismo, los países se han hundido y los ciudadanos se han estrellado contra la pobreza, la esclavitud y la muerte, sometidos a políticos que se han enriquecido con el saqueo y se comportan como amos.

Muchos creen que el Estado es necesario e insustituible, pero se equivocan. Sin el Estado, autogobernado por hombres justos y entrenados en la bondad y la virtud, el mundo, comparado con la actual pocilga, sería un paraíso.
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La máscara para comer espaguetis, un ejemplo de invento fallido
Si queremos cambiar el mundo de verdad hay que empezar por acabar con el Estado, olvidar el dinero, prohibir la guerra y empezar a hablar en lugar de escribir. El Estado, además de un asesino en serie y un esclavizador sin conciencia, se dedica a fabricar hombres y mujeres sin valores y sometidos, reprimiendo y anulando la creatividad, que suele estar unida a la rebeldía y al inconformismo, lo que se traduce en un empujón constante de la civilización hacia la mediocridad y el letargo, útiles sólo para los que gobiernan, se sirven del Estado y lo expolian a diario.

Es el peor invento también porque el Estado carece de filtros morales y en sus entrañas florecen los peores vicios, dándole autoridad a personas incompetentes y a monstruos incontrolados, al mismo tiempo que ha cerrado las puertas a la bondad. Los políticos y líderes, cuando se adueñan del Estado, jamás hablan de amor y nunca promueven el bien, sino que abren de par en par las puertas al egoísmo, la violencia, la acaparación, el rencor, el expolio de los ciudadanos y otros muchos vicios.

Lo peor del Estado es que esclaviza al ser humano y, sobre todo, que le impide el autogobierno, que si lo hubieran dejado desarrollarse habría sido el gran valor de la civilización.

El segundo peor invento es el dinero. Unos pedazos de metal y papel que crean la diferencia entre ser rico o pobre. Detrás del Estado, es peor invento de todos, pues ha creado la sensación de vacío en todo los hombres y envilece a muchos de ellos. Nadie parece estar contento con el dinero que tiene. Todos quieren más y si obtienen un aumento, siguen queriendo más. Esto ha vuelto a muchos hombres seres materialistas e inhumanos, pues por satisfacer su glotonería pecuniaria son capaces de pasar hasta por encima de su propia madre.

Si reuniéramos todos los billetes y monedas del mundo, no podríamos pagar todas las deudas existentes. El dinero, en poder de los que mandan y de los depredadores, es un instrumento terrible de corrupción y vicio, que sirve para comprar voluntades, pagar delitos, promover asesinatos y mil suciedades más. Sin dinero, la corrupción sería mas difícil y la corrupción acaparadora casi imposible.

Nuestra tercera peor creación ha sido la guerra, que es el fracaso de todo lo bueno y la adopción de los peores vicios, desde la violencia al exterminio y la destrucción de todo lo que ha sido creado y destruido. La guerra ha sido y es el orgasmo de los canallas y el mayor placer de los monstruos.

Aunque parezca increible, la mayoría de los expertos señalan la escritura como el cuarto peor invento de la Humanidad,

Es muy difícil condenar la escritura porque a ella le debemos páginas de sabiduría y belleza, pero también le debemos muchas limitaciones. La escritura es rígida, estática, poco dinámica y ha dañado la mente de los hombres y nos gobierna de manera dictatorial. Los pensadores han escritos sus postulados como si fueran verdades absolutas. "Lo escrito, escrito está". Ha limitado el debate y ha esculpido verdades y mentiras que si estuvieran en el aire podrían seguir enriqueciéndose y evolucionando hacia la verdad. Aristóteles gobernó el pensamiento del hombre durante toda la Edad Media, gracias a escritos que quizás no hubiera escrito diez años después de cuando los escribió. No es fácil imaginar un mundo sin escritura, pero quien lo logra descubre prados enormes abiertos al debate y al pensamiento libre, a las tradiciones orales, a la memoria y al desarrollo de un cerebro obligado a acumular memoria masiva.

Después hemos fortalecido la maldad y el oprobio con otros malditos inventos que han sido y son peores que una pandemia para la civilización humana. Los partidos políticos son, probablemente, el peor de esa lista. Se trata de conglomerados de corrupción, abuso de poder y generadores de tiranías mediocres. Consiguen, con técnicas mafiosas, que unos cuantos miles de militantes controlen y sometan a millones de ciudadanos, sólo porque los ciudadanos no están encuadrados en mafias y se dedican a trabajar, estudiar y vivir sus vidas. Los partidos políticos han creado la tiranía de los mediocres, un ejercito de seres escasamente preparados y sin valores que ocupan los principales puestos de responsabilidad en le mundo, desde ministros a alcaldes, líderes de actividades vitales y responsables de grandes empresas, solo porque sus partidos políticos les han apoyado, pero que sin ese apoyo serían fracasados.

Las fronteras son otro invento infernal también derivado del Estado. Dividen el mundo, lo compartimentan, generan rencillas y conflictos, impiden la libertad de movimientos y propician la violencia y las guerras. Las mentiras, por último, es el terreno donde mejor se desenvuelven los dueños del Estado y el lenguaje del poder. Impide la verdad, que es la salud del mundo y el antídoto de caso todos los males. La mentira es hija de las tinieblas y enemiga de la luz, que es la fuerza más benéfica de las civilizaciones.

Otras males como la injusticia, el hambre, la indefensión ante la muerte y la pobreza son todos derivados del Estado y de la gestión malvada que los políticos realizan cuando se apoderan del poder y disponen, prácticamente sin controles, de los recursos públicos, las armas, la fuerza y legiones de esclavos sometidos, desde periodistas y jueces a policías, militares, funcionarios, asesores y profesionales de todo tipo.

Si queremos en realidad cambiar el mundo, tendremos que aprender a autogobernarnos, a renunciar al dinero y a las guerras, a hablar y memorizar en lugar de escribir y a mandar al infierno a esas maquinas de crear mediocres y canallas llamados "partidos políticos".

Si los humanos se autogobernaran y aprendieran a convivir sin ser esclavos del Estado, si prescindieran del dinero, si renunciaran a destruirse mutuamente, si cultivaran los valores y si los narradores sustituyeran a los literatos y el debate y el diálogo a la lectura, textos y códices. Sin duda, el mundo sería mejor.

Francisco Rubiales

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Domingo, 1 de Mayo 2022
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