El viejo y sanguinario comunismo retorna y se encarna en muchos gobiernos que se autoproclaman democráticos
Los humanos son cada día menos libres y aman cada vez menos la libertad, la libre iniciativa, el autogobierno y el libre albedrío. Estamos asistiendo a una época oscura donde los tiranos están ganando por goleada, por primera vez en la Historia, su batalla por esclavizar al pueblo, cosa que no lograron en el pasado ni siquiera los faraones, los emperadores, los papas o los monarcas absolutos.
De la democracia, que nació como el gobierno del pueblo para el pueblo y por el pueblo, ya no queda ni el rastro. Con alevosía, traición, ambición desmedida y mucha maldad, ha sido convertida, poco a poco, en el gobierno de los políticos vasallos de las élites, para beneficio de las élites y sus cipayos, sin el pueblo y sin libertades ni derechos reales.
Bruselas lleva casi dos décadas pidiéndole a España que adelgace su Estado, que, a pesar de las advertencias, no para de engordar. El Estado español está artificialmente hinchado y convertido en un paraíso de privilegios y altos salarios para cientos de miles de políticos y enchufados con carné de partido. Son tantos y tan expertos en ordeñar al Estado que para mantenerlos España está obligada a cobrar impuestos injustos y a incrementar constantemente el endeudamiento, que lastra el desarrollo de España e hipoteca su futuro.
Pedro Sánchez ha llevado hasta el extremo el engorde de ese Estado que ha abandonado al pueblo para servir a la clase política y a sus amos mundiales. Ahora, además de mantener a políticos y enchufados, dedica gran parte del presupuesto en comprar voluntades, medios de comunicación y votos para conseguir que el sátrapa Sánchez permanezca en la Moncloa.
La sociedad española, indignada, y las autoridades de Bruselas presionan al gobierno de España para que reduzca esa fabulosa plantilla de enchufados y adelgace un Estado que padece, a todas luces, obesidad mórbida y que está siendo utilizado, de manera arbitraria e injusta, como aparcamiento de enchufados y amigos del poder.
La lista de los "mantenidos", entre los que hay familiares de políticos con poder, amigos y militantes con carné a los que hay que compensar, en su mayoría inútiles e innecesarios, es estremecedora:
Nuestros políticos son tan rastreros que puestos a elegir entre el ser humano y el Estado han optado por el Estado, lo que constituye una aberración política, moral y cultural.
Los políticos españoles creen que lo principal es el Estado. olvidando que el Estado es sólo un instrumento al servicio del individuo y de la sociedad. Porque a ellos, expertos en ordeñar al Estado con maestría, les conviene, anteponen el instrumento al ciudadano, a pesar de que la democracia defina al ciudadanos como soberano, dueño y señor del sistema.
La verdad descarnada es que todo esto ocurre porque los políticos, realizando una de las fechorías más indignantes de la Historia humana, se han apoderado de la empresa común de todos, que es el Estado, y no sólo le han arrebatado la propiedad y el control a sus dueños, los ciudadanos, sino que los han sometido y esclavizado, obligándoles a financiar con sus impuestos sus privilegios y ventajas, claramente ilícitas y cargadas de indecencia.
Nuestro Estado padece obesidad mórbida y tiene un tamaño que los expertos consideran cuatro o cinco veces mayor del que es racional y necesario, pero el gobierno, a pesar de que el endeudamiento y la crisis exigen impuestos bajos, un Estado delgado y ágil, ahorro y austeridad, continúa engordando al Estado español, ya insostenible e imposible de financiar, salvo que se esquilme al ciudadano con impuestos y se recurra de manera suicida a los prestamos internacionales.
La ruta de Pedro Sánchez conduce directamente al desastre.
En 30 años, los empleados públicos casi se han cuadruplicado, mientras España soporta una masa de políticos superior a las que tienen Francia, Alemania e Inglaterra juntos, toda una barbaridad irresponsable.
Francisco Rubiales
De la democracia, que nació como el gobierno del pueblo para el pueblo y por el pueblo, ya no queda ni el rastro. Con alevosía, traición, ambición desmedida y mucha maldad, ha sido convertida, poco a poco, en el gobierno de los políticos vasallos de las élites, para beneficio de las élites y sus cipayos, sin el pueblo y sin libertades ni derechos reales.
Bruselas lleva casi dos décadas pidiéndole a España que adelgace su Estado, que, a pesar de las advertencias, no para de engordar. El Estado español está artificialmente hinchado y convertido en un paraíso de privilegios y altos salarios para cientos de miles de políticos y enchufados con carné de partido. Son tantos y tan expertos en ordeñar al Estado que para mantenerlos España está obligada a cobrar impuestos injustos y a incrementar constantemente el endeudamiento, que lastra el desarrollo de España e hipoteca su futuro.
Pedro Sánchez ha llevado hasta el extremo el engorde de ese Estado que ha abandonado al pueblo para servir a la clase política y a sus amos mundiales. Ahora, además de mantener a políticos y enchufados, dedica gran parte del presupuesto en comprar voluntades, medios de comunicación y votos para conseguir que el sátrapa Sánchez permanezca en la Moncloa.
La sociedad española, indignada, y las autoridades de Bruselas presionan al gobierno de España para que reduzca esa fabulosa plantilla de enchufados y adelgace un Estado que padece, a todas luces, obesidad mórbida y que está siendo utilizado, de manera arbitraria e injusta, como aparcamiento de enchufados y amigos del poder.
La lista de los "mantenidos", entre los que hay familiares de políticos con poder, amigos y militantes con carné a los que hay que compensar, en su mayoría inútiles e innecesarios, es estremecedora:
Nuestros políticos son tan rastreros que puestos a elegir entre el ser humano y el Estado han optado por el Estado, lo que constituye una aberración política, moral y cultural.
Los políticos españoles creen que lo principal es el Estado. olvidando que el Estado es sólo un instrumento al servicio del individuo y de la sociedad. Porque a ellos, expertos en ordeñar al Estado con maestría, les conviene, anteponen el instrumento al ciudadano, a pesar de que la democracia defina al ciudadanos como soberano, dueño y señor del sistema.
La verdad descarnada es que todo esto ocurre porque los políticos, realizando una de las fechorías más indignantes de la Historia humana, se han apoderado de la empresa común de todos, que es el Estado, y no sólo le han arrebatado la propiedad y el control a sus dueños, los ciudadanos, sino que los han sometido y esclavizado, obligándoles a financiar con sus impuestos sus privilegios y ventajas, claramente ilícitas y cargadas de indecencia.
Nuestro Estado padece obesidad mórbida y tiene un tamaño que los expertos consideran cuatro o cinco veces mayor del que es racional y necesario, pero el gobierno, a pesar de que el endeudamiento y la crisis exigen impuestos bajos, un Estado delgado y ágil, ahorro y austeridad, continúa engordando al Estado español, ya insostenible e imposible de financiar, salvo que se esquilme al ciudadano con impuestos y se recurra de manera suicida a los prestamos internacionales.
La ruta de Pedro Sánchez conduce directamente al desastre.
En 30 años, los empleados públicos casi se han cuadruplicado, mientras España soporta una masa de políticos superior a las que tienen Francia, Alemania e Inglaterra juntos, toda una barbaridad irresponsable.
Francisco Rubiales