Al "Capullo de Jerez" no le conocía ni la madre que lo parió. Era un "cantaor" más de los muchos profesionales que luchan por destacar en Jerez de la Frontera, probablemente la mejor cantera mundial del flamenco. Pero un día de esta semana tuvo la suerte de ser acusado de rociar con gasolina a una niña, para prenderle fuego, por lo que fue detenido y encarcelado por la policía .
Después, algunos testigos declararon en su favor y el juez lo puso en libertad. Pero "el Capullo" ya había triunfado. Gracias a la gasolina y a la presunta agresión infantil, el cantaor se convirtió en famoso, es invitado habitual en las cadenas de televisión y le llueven los contratos. "Tiene suerte "el capullo", decía esta mañana otro cantaor jerezano en la radio, y agregaba: "el tío ha dao un pelotazo".
No es el primer español o española que penetra en el exclusivo y bien remunerado mundo de los famosos tras haber sido protagonista en un presunto delito. Otros y otras han empezado a ser rostros conocidos y bien pagados en la pequeña pantalla tras haber puesto los cuernos a su pareja, haber sido acusados de proxenetas o maltratadores, haber sucumbido a las drogas, haber practicado el chantaje o haber contado ante las cámaras las intimidades horrendas de su pareja o de los señores del hogar en el que trabajaba.
La del "Capullo" es la vía más cotizada y soñada en el actual "régimen" democrático español para hacerse famoso y rico. Antes, durante la dictadura, para triunfar había que ser torero, como el Cordobés, cantante, como Raphael, o consorte de lujo, como el Marqués de Villaverde. Había otros caminos, como hacerse ingeniero o abogado del Estado, pero eran difíciles y requerían esfuerzo. Pero llegó la democracia y los caminos hacia el éxito cambiaron y se hicieron más "transitables". El "Lute" fue uno de los primeros elevados al altar de la fama en la Democracia, junto con "El Dioni", cuyo gran mérito fue, al parecer, robar un furgón blindado y escaparse con el botín. Mas recientemente llegó el "Farruquito", todo un "héroe de los pasos de cebra" con BMW, y los centenares de corruptos de la política y el ladrillo, todos ellos millonarios. El público empezó a tomar nota de los nuevos modelos, de los que lograban dar "un pelotazo" o, incluso, del que se llevaba "la pasta", como aquél político Roldán, nada menos que jefe supremo de la otrora impecable Guardia Civil.
Ahora nos quejamos de que los valores están por los suelos en esta España del presente, de que la honradez, la lealtad y el compañerismo se han esfumado. Pero a los "progres" no les gusta que critiquemos el hundimiento moral de España y nos dicen que nos quejamos por vicio, que tenemos tendencias "fachas" y que no entendemos las reglas del juego en la democracia. Deben tener razón porque, sinceramente, no consigo entender ni admitir la "ruta del Capullo" para llegar a ser un modelo en esta nueva España de las libertades.
Sin embargo, aunque me llamen "facha", juro que intentaré con todos mis medios que mis hijos tampoco la sigan.
Después, algunos testigos declararon en su favor y el juez lo puso en libertad. Pero "el Capullo" ya había triunfado. Gracias a la gasolina y a la presunta agresión infantil, el cantaor se convirtió en famoso, es invitado habitual en las cadenas de televisión y le llueven los contratos. "Tiene suerte "el capullo", decía esta mañana otro cantaor jerezano en la radio, y agregaba: "el tío ha dao un pelotazo".
No es el primer español o española que penetra en el exclusivo y bien remunerado mundo de los famosos tras haber sido protagonista en un presunto delito. Otros y otras han empezado a ser rostros conocidos y bien pagados en la pequeña pantalla tras haber puesto los cuernos a su pareja, haber sido acusados de proxenetas o maltratadores, haber sucumbido a las drogas, haber practicado el chantaje o haber contado ante las cámaras las intimidades horrendas de su pareja o de los señores del hogar en el que trabajaba.
La del "Capullo" es la vía más cotizada y soñada en el actual "régimen" democrático español para hacerse famoso y rico. Antes, durante la dictadura, para triunfar había que ser torero, como el Cordobés, cantante, como Raphael, o consorte de lujo, como el Marqués de Villaverde. Había otros caminos, como hacerse ingeniero o abogado del Estado, pero eran difíciles y requerían esfuerzo. Pero llegó la democracia y los caminos hacia el éxito cambiaron y se hicieron más "transitables". El "Lute" fue uno de los primeros elevados al altar de la fama en la Democracia, junto con "El Dioni", cuyo gran mérito fue, al parecer, robar un furgón blindado y escaparse con el botín. Mas recientemente llegó el "Farruquito", todo un "héroe de los pasos de cebra" con BMW, y los centenares de corruptos de la política y el ladrillo, todos ellos millonarios. El público empezó a tomar nota de los nuevos modelos, de los que lograban dar "un pelotazo" o, incluso, del que se llevaba "la pasta", como aquél político Roldán, nada menos que jefe supremo de la otrora impecable Guardia Civil.
Ahora nos quejamos de que los valores están por los suelos en esta España del presente, de que la honradez, la lealtad y el compañerismo se han esfumado. Pero a los "progres" no les gusta que critiquemos el hundimiento moral de España y nos dicen que nos quejamos por vicio, que tenemos tendencias "fachas" y que no entendemos las reglas del juego en la democracia. Deben tener razón porque, sinceramente, no consigo entender ni admitir la "ruta del Capullo" para llegar a ser un modelo en esta nueva España de las libertades.
Sin embargo, aunque me llamen "facha", juro que intentaré con todos mis medios que mis hijos tampoco la sigan.