Si los ingleses consiguen controlar la invasión de inmigrantes que han padecido en los últimos años y si su economía no se resiente, el Brexit habrá sido todo un éxito que será imitado por otros países.
Países como España, que con Gran Bretaña dentro se beneficiaba de las ayudas europeas, serán a partir de ahora contribuyentes netos y aprenderá a tener que pagar por vivir en un club europeo que se ha burocratizado, que se ha alejado de los ciudadanos, que se ha convertido en poco más que un cónclave de políticos y mecaderes y que ha demostrado su incapacidad para avanzar en sectores tan importantes como la defensa común, la fiscalidad, la Justicia y la democracia.
Todo está en el aire en la Europa del presente, dividida como nunca y enfrentada en torno a políticas como la inmigración, el reparto de la riqueza y la defensa de los valores europeos frente a la invasión musulmana, entre otros dramas.
Hace mucho que la Unión dejó de ser un proyecto ilusionante y lleva décadas alejándose de la ambición, de los grandes objetivos y de los ciudadanos. Su mayor error ha sido convertirse en un apaño para beneficio de los políticos, sin que nadie defienda a los ciudadanos y a sus reivindicaciones. La ausencia de grandes políticos y de grandes ideas ha convertido a la Unión Europea en un proyecto tan impotente como vulgar, cuyas únicas fuerzas motrices residen en el libre comercio, la libre circulación y la convivencia en paz.
Europa ni siquiera ha sido capaz de defender sus raíces, su cultura y de hacer de la democracia el gran denominador común. Aberraciones tan peligrosas como el actual gobierno socialcomunista de España nunca deberían ser posibles en Europa, a la que sus fundadores quisieron dotar de una vacuna eficaz contra el totalitarismo y la esclavitud, representados, mas que por cualquier otra ideología, por el comunismo asesino.
La invasión descontrolada de los inmigrantes, la desigualdad entre los estados, el desequilibrio en el reparto del poder y la influencia, la falta de protección para determinados productos frente a la competencia foránea, la incapacidad de construir una fuerza de defensa común, la inexistencia de una Justicia igual para todos y de una fiscalidad que nos iguale a todos los europeos, además del creciente protagonismo y poder de los políticos frente a un pueblo cada día mas olvidado, han minado el proyecto europeo y lo han convertido en frío, distante y sin alma.
Pero el peor de los dramas es que las ilusionantes "Europa de los Pueblos" y "Europa de los ciudadanos" sólo son ya la "Europa de los políticos".
Estados Unidos va a arropar a Inglaterra y va a ayudar a que su economía prospere más que cuando estaba dentro de la Unión. Si lo consigue, además de ganarse un valioso aliado, habrá debilitado a la Unión Europea y, probablemente, precipitado su final y su derrota como competidor comercial. Inglaterra, por su parte, impulsará su gran sueño de poder, que consiste en crear un núcleo anglosajón que domine el mundo, integrado por Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Gran Bretaña, con los países de la Commonwealth unidos y con una capacidad militar y política irresistible en el planeta.
La única salida que tiene Europa hoy es potenciar su alianza con los ciudadanos, dejar de ser cautiva de políticos mediocres y apostar por la defensa de sus raíces humanísticas y por la democracia.
Si no reacciona y todo sigue igual, con una Europa convertida en un contubernio de políticos egoístas y de mercaderes avarientos, sin grandes metas, ilusiones y grandeza, la Unión morirá pronto, quizás antes de lo imaginable.
Francisco Rubiales
Países como España, que con Gran Bretaña dentro se beneficiaba de las ayudas europeas, serán a partir de ahora contribuyentes netos y aprenderá a tener que pagar por vivir en un club europeo que se ha burocratizado, que se ha alejado de los ciudadanos, que se ha convertido en poco más que un cónclave de políticos y mecaderes y que ha demostrado su incapacidad para avanzar en sectores tan importantes como la defensa común, la fiscalidad, la Justicia y la democracia.
Todo está en el aire en la Europa del presente, dividida como nunca y enfrentada en torno a políticas como la inmigración, el reparto de la riqueza y la defensa de los valores europeos frente a la invasión musulmana, entre otros dramas.
Hace mucho que la Unión dejó de ser un proyecto ilusionante y lleva décadas alejándose de la ambición, de los grandes objetivos y de los ciudadanos. Su mayor error ha sido convertirse en un apaño para beneficio de los políticos, sin que nadie defienda a los ciudadanos y a sus reivindicaciones. La ausencia de grandes políticos y de grandes ideas ha convertido a la Unión Europea en un proyecto tan impotente como vulgar, cuyas únicas fuerzas motrices residen en el libre comercio, la libre circulación y la convivencia en paz.
Europa ni siquiera ha sido capaz de defender sus raíces, su cultura y de hacer de la democracia el gran denominador común. Aberraciones tan peligrosas como el actual gobierno socialcomunista de España nunca deberían ser posibles en Europa, a la que sus fundadores quisieron dotar de una vacuna eficaz contra el totalitarismo y la esclavitud, representados, mas que por cualquier otra ideología, por el comunismo asesino.
La invasión descontrolada de los inmigrantes, la desigualdad entre los estados, el desequilibrio en el reparto del poder y la influencia, la falta de protección para determinados productos frente a la competencia foránea, la incapacidad de construir una fuerza de defensa común, la inexistencia de una Justicia igual para todos y de una fiscalidad que nos iguale a todos los europeos, además del creciente protagonismo y poder de los políticos frente a un pueblo cada día mas olvidado, han minado el proyecto europeo y lo han convertido en frío, distante y sin alma.
Pero el peor de los dramas es que las ilusionantes "Europa de los Pueblos" y "Europa de los ciudadanos" sólo son ya la "Europa de los políticos".
Estados Unidos va a arropar a Inglaterra y va a ayudar a que su economía prospere más que cuando estaba dentro de la Unión. Si lo consigue, además de ganarse un valioso aliado, habrá debilitado a la Unión Europea y, probablemente, precipitado su final y su derrota como competidor comercial. Inglaterra, por su parte, impulsará su gran sueño de poder, que consiste en crear un núcleo anglosajón que domine el mundo, integrado por Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Gran Bretaña, con los países de la Commonwealth unidos y con una capacidad militar y política irresistible en el planeta.
La única salida que tiene Europa hoy es potenciar su alianza con los ciudadanos, dejar de ser cautiva de políticos mediocres y apostar por la defensa de sus raíces humanísticas y por la democracia.
Si no reacciona y todo sigue igual, con una Europa convertida en un contubernio de políticos egoístas y de mercaderes avarientos, sin grandes metas, ilusiones y grandeza, la Unión morirá pronto, quizás antes de lo imaginable.
Francisco Rubiales