Información y Opinión

Educación para la ciudadanía





Es el colmo de la hipocresía. Ahora resulta que el gobierno dice que quiere formar ciudadanos. Para formarlos, la asignatura "Educación para la ciudadanía" ha sido insertada como obligatoria en el sistema educativo, mientras que la religión pasa a ser voluntaria.

Sin embargo, no es creible que un gobierno como el español desee realmente formar ciudadanos, entre otras muchas razones porque el ciudadano es un ser libre, que no se comporta como esclavo, que no se deja manipular y que difícilmente se somete al dominio de las castas políticas que controlan el poder.

La paradoja más escandalosa de la democracia es que, siendo un sistema basado en el protagonismo y la actuación del ciudadano, que es quien, en teoría, tiene el poder y la soberanía, de hecho persigue y exilia a ese ciudadano.

Las democracias actuales han evolucionado velozmente hacia una "oligocracia" en la que el poder es ejercido por las "elites" y no por los ciudadanos, que han sido alejados de la política por unos partidos políticos que ejercen, de hecho, un monopolio político ilegítimo.

Una sociedad que no es capaz de fabricar ciudadanos no sólo es una sociedad mal diseñada y poblada por sometidos, sino que, además, nunca puede ser considerada como una verdadera democracia.

Basados en este principio, muchos pensadores y sociólogos se preguntan ¿cómo producir ciudadanos?

Hay respuestas para todo y la mayoría de ellas reconocen que el sistema democrático, en la actualidad, tiene un profundo déficit de ciudadanos responsables y participativos, según unos porque el propio sistema político los acosa y los expulsa y según otros porque la sociedad no es capaz de formarlos y de prepararlos para la vida activa.

Nuestra tesis es que la vida política exilia al ciudadano, mientras que el sistema educativo, primero, y la posterior incorporación al sistema laboral son dos escalones importantes, pero insuficientes para la creación de auténticos ciudadanos, que necesitarían, además, practicar y formarse activamente mediante la asunción de responsabilidades democráticas concretas.

La política los margina y la escuela es incapaz de formarlos. El ciudadano es ya casi una especie en extinción.

La escuela no forma ciudadanos adoptando una asignatura, sino convirtiendose en un modelo de convivencia, instaurando el respeto en las aulas, el esfuerzo, la libertad de pensamiento, el debate en busca de la verdad y el afan de superación, valores hoy ajenos a un sistema español de enseñanza dominado por el fracaso escolar, la violencia, el acoso al débil, la ausencia de esfuerzo y el estres de unos profesores que sienten que les han arrebatado la autoridad y el prestigio.


Franky  
Lunes, 27 de Noviembre 2006
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