Emilio Gutiérrez, vecino de Lazcano, cuya vivienda se vio afectada el lunes por la bomba contra la sede del PSE en ese pueblo guipuzcoano, decidió aplicar la máxima del "ojo por ojo" y destrozó con una maza la horriko taberna local de los amigos de ETA y del crimen. Antes de consumar su venganza, dijo: “vosotros me habéis jodido mi casa, yo os voy a joder la vuestra”.
Con su gesto y a pesar de que ha sido amenazado de muerte y ha tenido que huir del País Vasco, como otros 300.000 vascos, ha herido de muerte a ETA, que, a partir de ahora, deja de ser invulnerable y está al alcance de la dignidad de cualquier ciudadano rebelde y libre.
Emilio, provisto de una maza, entró al mediodía en la `herriko taberna´, centro de reunión de la izquierda `abertzale´ de la localidad, y la emprendió a golpes. Rompió los cristales de la puerta y las ventanas, entró, hizo añicos una máquina expendedora de cervezas, el aparato de televisión y una vidriera; además arrancó los carteles del local, entre los que había varios de la anulada lista electoral de D3M. Fue detenido por la Ertzaintza y puesto en libertad pocas horas después. El alcalde, el nacionalista Patxi Albisu, dijo “comprender” la reacción de su vecino, pero no compartió “los medios”.
El hombre había participado minutos antes en una concentración silenciosa de protesta frente al ayuntamiento, que congregó al candidato del PSE, Patxi López, al líder del PNV, Iñigo Urkullu, a la portavoz del Gobierno vasco, Miren Azcarate, y al consejero de Justicia, Joseba Azkarraga, y representantes del PP, UpyD, Eusko Alkartasuna y Ezker Batua.
La violencia, no obstante, siguió. Desconocidos atacaron de madrugada un `batzoki´ (sede) del PNV en Vitoria. Arrojaron un artefacto casero con líquido inflamable contra el local, pero no hizo falta que la Ertzaintza extinguiera el fuego porque las llamas se apagaron enseguida y sólo ennegrecieron la fachada.
Gracias Emilio por haber derrotado al miedo y por haber demostrado que los canallas también sufren y que los criminales también pueden sentir pánico ante la dignadad rebelde de los hombres libres.
Con su gesto y a pesar de que ha sido amenazado de muerte y ha tenido que huir del País Vasco, como otros 300.000 vascos, ha herido de muerte a ETA, que, a partir de ahora, deja de ser invulnerable y está al alcance de la dignidad de cualquier ciudadano rebelde y libre.
Emilio, provisto de una maza, entró al mediodía en la `herriko taberna´, centro de reunión de la izquierda `abertzale´ de la localidad, y la emprendió a golpes. Rompió los cristales de la puerta y las ventanas, entró, hizo añicos una máquina expendedora de cervezas, el aparato de televisión y una vidriera; además arrancó los carteles del local, entre los que había varios de la anulada lista electoral de D3M. Fue detenido por la Ertzaintza y puesto en libertad pocas horas después. El alcalde, el nacionalista Patxi Albisu, dijo “comprender” la reacción de su vecino, pero no compartió “los medios”.
El hombre había participado minutos antes en una concentración silenciosa de protesta frente al ayuntamiento, que congregó al candidato del PSE, Patxi López, al líder del PNV, Iñigo Urkullu, a la portavoz del Gobierno vasco, Miren Azcarate, y al consejero de Justicia, Joseba Azkarraga, y representantes del PP, UpyD, Eusko Alkartasuna y Ezker Batua.
La violencia, no obstante, siguió. Desconocidos atacaron de madrugada un `batzoki´ (sede) del PNV en Vitoria. Arrojaron un artefacto casero con líquido inflamable contra el local, pero no hizo falta que la Ertzaintza extinguiera el fuego porque las llamas se apagaron enseguida y sólo ennegrecieron la fachada.
Gracias Emilio por haber derrotado al miedo y por haber demostrado que los canallas también sufren y que los criminales también pueden sentir pánico ante la dignadad rebelde de los hombres libres.
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