Los muchachos son bastante tontos, pero no lo pueden ser tanto como para no comprender que lo que están haciendo nos lleva a la ruina. Tenemos muy reciente el caso de la URSS, un país con inmensos recursos y sin embargo en 80 años lo destrozaron tan completamente que el comunismo prácticamente se ha convertido en testimonial. Y de no ser por la guerra, que hizo que la gente se uniera, el comunismo habría caído mucho antes. Porque los destrozos de la guerra disimularon los destrozos de los gobiernos comunistas.
O veamos China, que se quitó el hambre cuando pasaron a un capitalismo salvaje, que es justo la negación del comunismo y del marxismo en general. Y vemos como Cuba nunca ha dejado de pasar hambre y que Venezuela, siendo el mayor productor de crudo, no tiene gasolina para los coches.
Esto lo saben, luego si insisten en seguir por esa senda, es porque lo hacen de manera intencionada. Y teniendo en cuanta la historia de traiciones que se ha dado en España, que parece que los traidores son consustanciales con el ser español, no cabe duda que tenemos una casta que obedece con alegría las órdenes del exterior.
¿Y qué razones pueden tener los que mandan para querer destruir un país? Pues seguramente no hay una única razón. Podemos pensar en razones históricas, en razones económicas o razones de temor. Somos un pueblo imprevisible y pasamos fácilmente de la postración a la cima. Por lo tanto y esto ha sido una constante en los dos últimos siglos, no se puede permitir que superemos cierto nivel de competencia. Y lo mejor es actuar en dos frentes: uno el económico, poniendo gobiernos inútiles que destrocen la economía e impidan el progreso, y el otro, que consiste en disgregar el país y convertirlo en varios países, de modo que por mucho que quieran levantar la economía, nunca supongan un peligro real para los promotores de esto.
No es sorprendente que el gobierno disfrute con la situación. El error que comentemos los ciudadanos normales, el 95 % de la población, es pensar que hay un prójimo y que hay que procurar que todos podamos vivir lo mejor posible. Pero da la casualidad que nos mandan ese 5 % (aproximadamente), con rasgos psicopáticos y para ellos, lo importante no es el prójimo, sino ellos solos, ni siquiera los compañeros de fechorías, que no son más que meros peones que ayudan a conseguir el fin. Y mientras no seamos capaces de considerar a la casta como un grupo de psicópatas que buscan su beneficio, sin importarles lo que le ocurra a los demás, no entenderemos nada. Y aún así, siempre estamos dudando si estaremos equivocados en nuestros juicios.
¿Acaso el señor Iglesias ha mostrado algún síntoma de pesar ante la masacre en las residencias? Le da igual, a pesar de haber sido el responsable político del drama, eso en el mejor de los casos, porque hay quién habla de una forma de eutanasia, mientras llega la ley.
El gobierno no sólo no hace nada para evitar la destrucción sino que procura empeorar la situación. Desde aquel que dijo que el turismo no produce valor añadido, hasta el imbécil que pensó en poner en cuarentena a los turistas. Es imposible juntar un grupo de personas sin que no haya unas cuantas que comprendan que ciertas medidas que están tomando son contraproducentes. Y sin embargo tenemos a 22 personas sentadas en torno a la mesa del Consejo de Ministros incapaces de verlo. Es hasta milagroso.
Anuncian medidas contra los ricos y como es natural, los ricos se llevan su dinero, que es suyo, ganado honradamente y si el gobierno piensa, como todos los marxistas, que los ricos lo son porque roban a los pobres, que los procesen o se callen, porque lo que menos necesitamos es que los ricos abandonen España e inviertan en otros países.
Creo que la gente está, mansamente, esperando que esto pase. O al menos esa es la esperanza que tengo, porque tanta mansedumbre es sospechosa. De hecho, la cacerolada que comenzó como una cosa de pijos, se ha ido extendiendo y ya funciona en muchos sitios y su estruendo llegaría a toda España, de no ser por el apagón informativo de los medios comprados por el gobierno.
Vanlop
O veamos China, que se quitó el hambre cuando pasaron a un capitalismo salvaje, que es justo la negación del comunismo y del marxismo en general. Y vemos como Cuba nunca ha dejado de pasar hambre y que Venezuela, siendo el mayor productor de crudo, no tiene gasolina para los coches.
Esto lo saben, luego si insisten en seguir por esa senda, es porque lo hacen de manera intencionada. Y teniendo en cuanta la historia de traiciones que se ha dado en España, que parece que los traidores son consustanciales con el ser español, no cabe duda que tenemos una casta que obedece con alegría las órdenes del exterior.
¿Y qué razones pueden tener los que mandan para querer destruir un país? Pues seguramente no hay una única razón. Podemos pensar en razones históricas, en razones económicas o razones de temor. Somos un pueblo imprevisible y pasamos fácilmente de la postración a la cima. Por lo tanto y esto ha sido una constante en los dos últimos siglos, no se puede permitir que superemos cierto nivel de competencia. Y lo mejor es actuar en dos frentes: uno el económico, poniendo gobiernos inútiles que destrocen la economía e impidan el progreso, y el otro, que consiste en disgregar el país y convertirlo en varios países, de modo que por mucho que quieran levantar la economía, nunca supongan un peligro real para los promotores de esto.
No es sorprendente que el gobierno disfrute con la situación. El error que comentemos los ciudadanos normales, el 95 % de la población, es pensar que hay un prójimo y que hay que procurar que todos podamos vivir lo mejor posible. Pero da la casualidad que nos mandan ese 5 % (aproximadamente), con rasgos psicopáticos y para ellos, lo importante no es el prójimo, sino ellos solos, ni siquiera los compañeros de fechorías, que no son más que meros peones que ayudan a conseguir el fin. Y mientras no seamos capaces de considerar a la casta como un grupo de psicópatas que buscan su beneficio, sin importarles lo que le ocurra a los demás, no entenderemos nada. Y aún así, siempre estamos dudando si estaremos equivocados en nuestros juicios.
¿Acaso el señor Iglesias ha mostrado algún síntoma de pesar ante la masacre en las residencias? Le da igual, a pesar de haber sido el responsable político del drama, eso en el mejor de los casos, porque hay quién habla de una forma de eutanasia, mientras llega la ley.
El gobierno no sólo no hace nada para evitar la destrucción sino que procura empeorar la situación. Desde aquel que dijo que el turismo no produce valor añadido, hasta el imbécil que pensó en poner en cuarentena a los turistas. Es imposible juntar un grupo de personas sin que no haya unas cuantas que comprendan que ciertas medidas que están tomando son contraproducentes. Y sin embargo tenemos a 22 personas sentadas en torno a la mesa del Consejo de Ministros incapaces de verlo. Es hasta milagroso.
Anuncian medidas contra los ricos y como es natural, los ricos se llevan su dinero, que es suyo, ganado honradamente y si el gobierno piensa, como todos los marxistas, que los ricos lo son porque roban a los pobres, que los procesen o se callen, porque lo que menos necesitamos es que los ricos abandonen España e inviertan en otros países.
Creo que la gente está, mansamente, esperando que esto pase. O al menos esa es la esperanza que tengo, porque tanta mansedumbre es sospechosa. De hecho, la cacerolada que comenzó como una cosa de pijos, se ha ido extendiendo y ya funciona en muchos sitios y su estruendo llegaría a toda España, de no ser por el apagón informativo de los medios comprados por el gobierno.
Vanlop