Naturalmente que Franco tiene mucho de discutible y condenable, pero ocultar sus otros aspectos positivos, que evidentemente los tuvo, no se puede identificar con el altruismo desde el amor a la verdad. La cuestión es saber si a treinta años de su muerte estamos o no preparados para hacerle un juicio sereno, objetivo y justo, con la verdad por delante, que es la brújula de la democracia, sin recibir una montaña de insultos y descalificaciones, sobre lo que representó el Franquismo. Parece que ha llegado la hora de que los políticos se hagan dignos de sus emolumentos, por sus valores y su buen hacer, en lugar de verter odio y miseria contra los españoles y su historia.
D. Rafael Alberti renunció a su escaño, de Diputado por Cádiz, en el segundo plleno "democrático", basándose en que lo que allí se trataba no era la democracia que él defendía.
Poco tiempo después, el Sr. Carrillo tomó la palabra y recriminó a todas "sus señorías" por sus políticas que irremisiblemente dejaban al trabajador español en una situación sensiblemente inferior a la que tenían con Franco. No dimitió.
Se podría hacer una larga lista de aspectos que garantizaban derechos y mejoraban la vida de las personas más deprimidas en España, que nunca después de él ninguna organización, de ningún color tuvo la decencia de ni siquiera acercarse. No recordaré todos pero si podré mencionar algunos.
La política austera de Franco se basaba enteramente en el trabajo, limitando la especulación al mínimo. El trabajador era especialmente considerado y tenía unas garantías laborales y sindicales que tras su muerte desaparecieron y nadie reivindicó, porque era tabú que un obrero pidiera algo de la era franquista. Implantó la seguridad social, lo que permitió una sanidad accesible a toda la Nación, independientemente de su clase o nivel. Nadie que su medio de vida fuera el trabajo, estaba obligado a pagar impuestos, por ninguno de sus ingresos. El domicilio en propiedad de cualquier persona, sola o con su familia, era inembargable y en cualquier caso, inviolable. A ninguna familia se le podía cortar la luz, el agua o el suministro del carbón, por impago de los recibos. Hizo una ambiciosa reforma agraria, construyendo numerosos pueblos cuyas casas fueron entregadas, junto con aperos y terrenos, a multitud de labradores, a muy bajo coste y a largo plazo. Alfabetizó al total de la ciudadanía desde un alto porcentaje de analfabetismo, que creo que andaba por el cincuenta y seis por ciento. Becó a multitud de estudiantes con dificultad por distancia, pobreza o transportes. Abrió una gran cantidad de escuelas de oficios (Actualmente FP) con un nivel de estudios equivalente al bachiller. El famoso P.P.O. mejoró el nivel profesional de millones de trabajadores. Las familias numerosas recibían ayudas, según el número de hijos. Los precios de artículos de primera necesidad eran controlados y adaptados al poder
adquisitivo mediante subvenciones al producto. Al menos en Madrid, durante las
horas punta, la vuelta era casi gratis (+50 céntimos)...
La economía en España no pudo mejorar ni empeorar, en los sesenta, por las coyunturas internacionales, sencillamente porque aún estaba bastante excluida de ese selecto club. No nos afectaba la subida del petróleo, porque Iraq, concretamente, nos suministraba todo el que necesitábamos, sin fecha de pago, gracias a las buenas relaciones de Franco con los árabes en general.
El mantenimiento de los mismos precios año tras año, con algún céntimo de subida en algún producto de importación cada varios años, demuestra que la inflación cero no es falsa. La corrupción cero la evidencia el hecho de que cuando Franco muere apenas deja herencia patrimonial. Tanto es así que su esposa Doña Carmen Polo hay que habilitarle, a cargo del Estado, el Pazo de Meiras, como su residencia, hasta su muerte, por falta de recursos económicos. Sus herederos viven todos de su trabajo o pequeños negocios. Un dólar sesenta pesetas, era un cambio muy interesante para la sequía de divisas, en una época que no había nada que exportar. La decadencia viene en el momento en que el Sr. Martorell pone a trabajar su primer proyecto de deberes fiscales de los españoles con el Estado, donde el trabajador pierde su primer derecho
inalienable durante cuarenta años. El esfuerzo de su trabajo es una renta, a partir de entonces. A día de hoy es un vulgar y despreciado esclavo, aunque muchos no se hayan percatado de ello.
Yo pagaría con gusto aquel "aparato juridico-policial represor", de cuatro gatos mal equipados, contra los delincuentes y asesinos que circulan por nuestro Estado, nuestras calles y nuestras casas, con total impunidad. Porque tuviera España limpia de delincuentes hasta no ser necesario cerrar las puertas del domicilio durante décadas, como entonces, que gracias a eso se gozaba de total libertad, exceptuando la política, tan añorada entonces, como desprecio inspira hoy. La delincuencia y el terrorismo asesino, consume muchos más recursos, solo del Estado, que el presupuesto general del Estado de entonces.
Lucena
D. Rafael Alberti renunció a su escaño, de Diputado por Cádiz, en el segundo plleno "democrático", basándose en que lo que allí se trataba no era la democracia que él defendía.
Poco tiempo después, el Sr. Carrillo tomó la palabra y recriminó a todas "sus señorías" por sus políticas que irremisiblemente dejaban al trabajador español en una situación sensiblemente inferior a la que tenían con Franco. No dimitió.
Se podría hacer una larga lista de aspectos que garantizaban derechos y mejoraban la vida de las personas más deprimidas en España, que nunca después de él ninguna organización, de ningún color tuvo la decencia de ni siquiera acercarse. No recordaré todos pero si podré mencionar algunos.
La política austera de Franco se basaba enteramente en el trabajo, limitando la especulación al mínimo. El trabajador era especialmente considerado y tenía unas garantías laborales y sindicales que tras su muerte desaparecieron y nadie reivindicó, porque era tabú que un obrero pidiera algo de la era franquista. Implantó la seguridad social, lo que permitió una sanidad accesible a toda la Nación, independientemente de su clase o nivel. Nadie que su medio de vida fuera el trabajo, estaba obligado a pagar impuestos, por ninguno de sus ingresos. El domicilio en propiedad de cualquier persona, sola o con su familia, era inembargable y en cualquier caso, inviolable. A ninguna familia se le podía cortar la luz, el agua o el suministro del carbón, por impago de los recibos. Hizo una ambiciosa reforma agraria, construyendo numerosos pueblos cuyas casas fueron entregadas, junto con aperos y terrenos, a multitud de labradores, a muy bajo coste y a largo plazo. Alfabetizó al total de la ciudadanía desde un alto porcentaje de analfabetismo, que creo que andaba por el cincuenta y seis por ciento. Becó a multitud de estudiantes con dificultad por distancia, pobreza o transportes. Abrió una gran cantidad de escuelas de oficios (Actualmente FP) con un nivel de estudios equivalente al bachiller. El famoso P.P.O. mejoró el nivel profesional de millones de trabajadores. Las familias numerosas recibían ayudas, según el número de hijos. Los precios de artículos de primera necesidad eran controlados y adaptados al poder
adquisitivo mediante subvenciones al producto. Al menos en Madrid, durante las
horas punta, la vuelta era casi gratis (+50 céntimos)...
La economía en España no pudo mejorar ni empeorar, en los sesenta, por las coyunturas internacionales, sencillamente porque aún estaba bastante excluida de ese selecto club. No nos afectaba la subida del petróleo, porque Iraq, concretamente, nos suministraba todo el que necesitábamos, sin fecha de pago, gracias a las buenas relaciones de Franco con los árabes en general.
El mantenimiento de los mismos precios año tras año, con algún céntimo de subida en algún producto de importación cada varios años, demuestra que la inflación cero no es falsa. La corrupción cero la evidencia el hecho de que cuando Franco muere apenas deja herencia patrimonial. Tanto es así que su esposa Doña Carmen Polo hay que habilitarle, a cargo del Estado, el Pazo de Meiras, como su residencia, hasta su muerte, por falta de recursos económicos. Sus herederos viven todos de su trabajo o pequeños negocios. Un dólar sesenta pesetas, era un cambio muy interesante para la sequía de divisas, en una época que no había nada que exportar. La decadencia viene en el momento en que el Sr. Martorell pone a trabajar su primer proyecto de deberes fiscales de los españoles con el Estado, donde el trabajador pierde su primer derecho
inalienable durante cuarenta años. El esfuerzo de su trabajo es una renta, a partir de entonces. A día de hoy es un vulgar y despreciado esclavo, aunque muchos no se hayan percatado de ello.
Yo pagaría con gusto aquel "aparato juridico-policial represor", de cuatro gatos mal equipados, contra los delincuentes y asesinos que circulan por nuestro Estado, nuestras calles y nuestras casas, con total impunidad. Porque tuviera España limpia de delincuentes hasta no ser necesario cerrar las puertas del domicilio durante décadas, como entonces, que gracias a eso se gozaba de total libertad, exceptuando la política, tan añorada entonces, como desprecio inspira hoy. La delincuencia y el terrorismo asesino, consume muchos más recursos, solo del Estado, que el presupuesto general del Estado de entonces.
Lucena