La democracia goza de un indiscutible prestigio y es amada por los pueblos. Pero es demasiado peligrosa para los poderosos porque encierra demasiados riesgos y, al depender de los resultados electorales, es imprevisible. En consecuencia, está siendo adulterada para que no interfiera con los planes de los grandes poderes.
No se atreven a suprimirla abiertamente porque esa medida podría provocar una revolución. Por eso se ha optado por mantener una fachada aparentemente democrática, pero falsa e ilusoria, mientras se controla el poder sin que el ciudadano pueda interferir.
Los ciudadanos siguen votando y, en apariencia, eligiendo a sus representantes políticos, pero su voto ha sido vaciado de todo contenido real. En realidad eligen a los que han sido previamente elegidos por los partidos y por los grandes poderes aliados. El ciudadano, al votar listas cerradas y bloqueadas, elige sólo a los que ya han sido designados previamente para que gobiernen.
La derecha y la izquierda son cada día más un espejismo que se mantiene para engañar a los imbéciles. Los programas de "derecha" y de "izquierda" se parecen cada día más y y las diferencias entre unos y otros han dejado de ser relevantes.
Los ciudadanos no eligen ya el plato, aunque sí la salsa. El plato lo eligen otros y es una "nueva esclavitud" a la que podemos agregar salsa “de derecha” con sabor a pimienta verde o salsa de izquierda con sabor agridulce.
Lower
No se atreven a suprimirla abiertamente porque esa medida podría provocar una revolución. Por eso se ha optado por mantener una fachada aparentemente democrática, pero falsa e ilusoria, mientras se controla el poder sin que el ciudadano pueda interferir.
Los ciudadanos siguen votando y, en apariencia, eligiendo a sus representantes políticos, pero su voto ha sido vaciado de todo contenido real. En realidad eligen a los que han sido previamente elegidos por los partidos y por los grandes poderes aliados. El ciudadano, al votar listas cerradas y bloqueadas, elige sólo a los que ya han sido designados previamente para que gobiernen.
La derecha y la izquierda son cada día más un espejismo que se mantiene para engañar a los imbéciles. Los programas de "derecha" y de "izquierda" se parecen cada día más y y las diferencias entre unos y otros han dejado de ser relevantes.
Los ciudadanos no eligen ya el plato, aunque sí la salsa. El plato lo eligen otros y es una "nueva esclavitud" a la que podemos agregar salsa “de derecha” con sabor a pimienta verde o salsa de izquierda con sabor agridulce.
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