Información y Opinión

ESPAÑA, LA ÚLTIMA





Zapatero ha perdido la oportunidad de encarrilar España por las vías de la recuperación y el crecimiento. La Europa del euro ha logrado rehacerse y dejar atrás la recesión, pero España sigue cayendo alegre y sin remedio. Este Gobierno no se entera ni quiere, de que en el cataclismo económico que nos atenaza no cabe ese optimismo empedernido que inconsciente ostenta y pasea.

En el tercer trimestre la zona euro ha comenzado a remontar y aquí la responsable de nuestros caminos financieros, Elena Salgado, omitiendo que llevamos ya un año y pico sin ver la luz, ofrece su modelo de caridad social y optimista protección, se empeña en dar ese mensaje complaciente que descarta el estado de postración de nuestra economía, y, por tanto, no adopta las medidas adecuadas ni realiza los retoques precisos en el mercado laboral para frenar la escalada del paro. Esa insulsa escenificación de la realidad es el indicador de que no son capaces ni ella ni este Gobierno de sacarnos del hoyo profundo al que nos han conducido; eluden su obligación y, lo que es peor, no hacen el auténtico diagnóstico de la situación, han elegido el camino contrario aconsejable y el totalmente distinto al emprendido por nuestros vecinos europeos; en su soberbia ignorancia, no oyen las voces de los expertos, desechan los pronósticos de importantes órganos e instituciones y, en su inveterado odio a la derecha, no pueden ni oír los consejos de la Oposición y, como muestra, ahí tienen ese insostenible Proyecto de Presupuestos Generales del 2010, que, para colmo, han logrado meter con el interesado y costoso calzador de los vascos y algún canario. El horizonte es enormemente sombrío y así estamos a la cola de los países europeos.

Todo esto no se debe sólo a causas externas; es evidente que no se ha administrado con prudencia el tiempo de fortuna y que la crisis se ha gestionado de modo incompetente y erróneo; el gasto y el despilfarro han sangrado el erario; han recurrido a las soluciones equivocadas del subsidio y del aumento de los impuestos y permitido que se llegue a los casi cinco millones de parados, al alto déficit público y a los niveles disparados de la deuda; estos, renunciando a la austeridad, nos han hundido en la recesión. Por ello, el equipo gubernamental, con la colaboración callada y subvencionada de los sindicatos innecesarios, nos ha acarreado la ruina y el fracaso.

No han sabido acometer los cambios estructurales precisos y aconsejados, ni tomado los caminos abiertos del estímulo y de la actividad, que generen el consumo y la confianza. Y así estamos los últimos y en la penuria; hay gentes de las clases medias -se habla de un millón y medio de familias- que rayan en el umbral de la pobreza, personas insospechadas se ven rebuscando en los desperdicios de los supermercados, acudiendo a los comedores sociales y pidiendo ayuda en Cáritas para subsistir y no perder su piso.

Hay que vitalizar la creación de empleo, suscitar la contratación e incentivar la pequeña y mediana empresa.



C. Mudarra

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Miércoles, 18 de Noviembre 2009
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