El Bank of América ha sido multado de manera severa en Estados Unidos por vender activos tóxicos. La especulación con las hipotecas basura le costará a Bank of America una multa récord de 16.500 millones de dólares (12.500 millones de euros). Es la sanción más elevada a una entidad financiera impuesta por el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Si en España, un país menos democrático y decente, se aplicara la mista Justicia, habría centenares de políticos y amigos del poder en la cárcel, bancos cerrados y cientos de miles de españoles satisfechos porque los dineros que les robaron vendiéndoles productos sucios como las participaciones preferentes estarían en sus bolsillos.
La podredumbre y la injusticia reinantes en España siempre sobresale y destaca cuando se compara a nuestro país con otros más democráticos y con ciudadanos mas exigentes y vigilantes. España tiene dos virus letales que amenazan con acabar con ella. Curiosamente no son el terrorismo o paises vecinos hostiles, sino la misma clase política, una de las peores del mundo, y una ciudadanía cobarde, nada exigente e incapaz de expulsar del poder a los canallas y sinvergüenzas que operan desde el corazón del Estado.
Si en España funcionara la Justicia y miles de jueces dejaran de ser marionetas del poder político, el país gozaría de una situación próspera, se recuperarían miles de millones de euros robados y la sociedad recobraría su empuje y su pujanza. Pero el virus de la inmundicia ha penetrado en las entrañas del Estado y el país, en lugar de progresas, lucha por no hundirse del todo.
La comparación de la realidad española con la de otros países arroja un balance estremecedor. Mientras en Estados Unidos hay castigo para los saqueadores, los sinvergüenzas y sus instituciones, en España se financia a los bancos saqueadores con dinero público y no solo no se ha castigado a los culpables y se les ha obligado a devolver lo robado, sino que, además, existe la sospecha de que los gobernantes y las instituciones de control, como el Banco de España y la CNMV, hicieron la vista gorda mientras los bancos, medio arruinados, estafaban a sus clientes para capitalizarse con lso ahorros privados. Toda una canallada de suciedad inigualable.
Si en España, un país menos democrático y decente, se aplicara la mista Justicia, habría centenares de políticos y amigos del poder en la cárcel, bancos cerrados y cientos de miles de españoles satisfechos porque los dineros que les robaron vendiéndoles productos sucios como las participaciones preferentes estarían en sus bolsillos.
La podredumbre y la injusticia reinantes en España siempre sobresale y destaca cuando se compara a nuestro país con otros más democráticos y con ciudadanos mas exigentes y vigilantes. España tiene dos virus letales que amenazan con acabar con ella. Curiosamente no son el terrorismo o paises vecinos hostiles, sino la misma clase política, una de las peores del mundo, y una ciudadanía cobarde, nada exigente e incapaz de expulsar del poder a los canallas y sinvergüenzas que operan desde el corazón del Estado.
Si en España funcionara la Justicia y miles de jueces dejaran de ser marionetas del poder político, el país gozaría de una situación próspera, se recuperarían miles de millones de euros robados y la sociedad recobraría su empuje y su pujanza. Pero el virus de la inmundicia ha penetrado en las entrañas del Estado y el país, en lugar de progresas, lucha por no hundirse del todo.
La comparación de la realidad española con la de otros países arroja un balance estremecedor. Mientras en Estados Unidos hay castigo para los saqueadores, los sinvergüenzas y sus instituciones, en España se financia a los bancos saqueadores con dinero público y no solo no se ha castigado a los culpables y se les ha obligado a devolver lo robado, sino que, además, existe la sospecha de que los gobernantes y las instituciones de control, como el Banco de España y la CNMV, hicieron la vista gorda mientras los bancos, medio arruinados, estafaban a sus clientes para capitalizarse con lso ahorros privados. Toda una canallada de suciedad inigualable.