Hasta los estadios de fútbol se emplan para potenciar el odio a España, mientras que el gobierno de Sánchez sigue regalando dinero y privilegios al independentismo.
Lo que se mama en Cataluña: el desprecio a España, a su lengua, a sus símbolos, a sus Instituciones, a sus leyes, a todo aquel que no comulgue con la Secta procesista.
Sectarios, imbéciles e intolerantes los habrá toda la vida y dado que, contra España, esta ha sido una tendencia del independentismo catalán, nadie puede sorprenderse de la estupidez de algún periodista retratándose con estas tres características al mismo tiempo. Pilar Rahola es ejemplo vivo de ese victimismo promovido intelectualmente y defendido políticamente en Cataluña, hasta el punto que la hispanofobia es la auténtica singularidad del supremacismo catalán.
¿Qué queremos que piensen los 'sicarios' catalanes sobre España, si viven en una comunidad en la que, desde la Generalidad y desde el Parlamento, se identifica el castellano como lengua del opresor?
Es razonable que debemos indignarnos y defendernos ante una periodista que insulta y desprecia no solo a España y sus Instituciones sino también a quienes en Cataluña nos sentimos orgullosamente catalanes y españoles. Pero nos equivocaremos si solo ponemos el foco en ella, porque Rahola solo es un ejemplo del exitoso relato antiespañol que se cultiva en todos los ámbitos en Cataluña, desde los educativos y políticos hasta los mediáticos e intelectuales. ¿Qué queremos que piensen los 'sicarios' catalanes sobre España, si viven en una comunidad en la que, desde la Generalidad y desde el Parlamento, se identifica el castellano como lengua del opresor? ¿Cómo esperamos que respeten el castellano si el propio Estado lo ha relegado a un 25% en los centros educativos? ¿Cómo esperamos que no se rían de nosotros si, además, se permite el incumplimiento sistemático de sentencias judiciales que obligan a su cumplimiento?
No nos engañemos. Sicarios, en Cataluña, hay muchos, muchísimos, porque la Generalidad hace décadas que los fabrica minuciosamente, a través de las leyes que secularmente han expulsado el castellano de todos los estamentos públicos, a través de los discursos abiertamente hispanófobos que se han perpetrado desde todos los partidos independentistas, a través de tertulias, furibundamente antiespañolas, a través de leyes que regulan, acotan, limitan, e incluso, expulsan el castellano de la normalidad cotidiana, saltándose las sentencias de los jueces.
Es esto lo que se mama en Cataluña: el desprecio a España, a su lengua, a sus símbolos, a sus Instituciones, a sus leyes, a todo aquel que no comulgue con la Secta procesista. Así lo denuncié en La secta procesista y las 'sicas' de Rahola. Ahora le ha tocado a una enfermera gaditana que trabaja en el Hospital del Vall D'Hebrón. El consejero de Salud, Manel Balcells, se ha apresurado a anunciar que abrirán un expediente hacia esta enfermera, por lo que considera unas «declaraciones intolerables». Lo mismo que la dirección del hospital. Y, cómo no, el fotoperiodista Jordi Borràs, el caganer Carles Puigdemont.
Pero no nos engañemos. Su permanente hispanofobia no solo no recibirá ningún rechazo de los 'intelectuales' ni de la izquierda progre, ni de los catalanistas 'sensatos', ni de las feministas y progresistas, sino que el propio gobierno que dirige Pedro Sánchez acaba reforzándola indultando a los líderes golpistas, eliminando el delito de sedición y rebajando las penas de malversación.
José Simón Gracia
Sectarios, imbéciles e intolerantes los habrá toda la vida y dado que, contra España, esta ha sido una tendencia del independentismo catalán, nadie puede sorprenderse de la estupidez de algún periodista retratándose con estas tres características al mismo tiempo. Pilar Rahola es ejemplo vivo de ese victimismo promovido intelectualmente y defendido políticamente en Cataluña, hasta el punto que la hispanofobia es la auténtica singularidad del supremacismo catalán.
¿Qué queremos que piensen los 'sicarios' catalanes sobre España, si viven en una comunidad en la que, desde la Generalidad y desde el Parlamento, se identifica el castellano como lengua del opresor?
Es razonable que debemos indignarnos y defendernos ante una periodista que insulta y desprecia no solo a España y sus Instituciones sino también a quienes en Cataluña nos sentimos orgullosamente catalanes y españoles. Pero nos equivocaremos si solo ponemos el foco en ella, porque Rahola solo es un ejemplo del exitoso relato antiespañol que se cultiva en todos los ámbitos en Cataluña, desde los educativos y políticos hasta los mediáticos e intelectuales. ¿Qué queremos que piensen los 'sicarios' catalanes sobre España, si viven en una comunidad en la que, desde la Generalidad y desde el Parlamento, se identifica el castellano como lengua del opresor? ¿Cómo esperamos que respeten el castellano si el propio Estado lo ha relegado a un 25% en los centros educativos? ¿Cómo esperamos que no se rían de nosotros si, además, se permite el incumplimiento sistemático de sentencias judiciales que obligan a su cumplimiento?
No nos engañemos. Sicarios, en Cataluña, hay muchos, muchísimos, porque la Generalidad hace décadas que los fabrica minuciosamente, a través de las leyes que secularmente han expulsado el castellano de todos los estamentos públicos, a través de los discursos abiertamente hispanófobos que se han perpetrado desde todos los partidos independentistas, a través de tertulias, furibundamente antiespañolas, a través de leyes que regulan, acotan, limitan, e incluso, expulsan el castellano de la normalidad cotidiana, saltándose las sentencias de los jueces.
Es esto lo que se mama en Cataluña: el desprecio a España, a su lengua, a sus símbolos, a sus Instituciones, a sus leyes, a todo aquel que no comulgue con la Secta procesista. Así lo denuncié en La secta procesista y las 'sicas' de Rahola. Ahora le ha tocado a una enfermera gaditana que trabaja en el Hospital del Vall D'Hebrón. El consejero de Salud, Manel Balcells, se ha apresurado a anunciar que abrirán un expediente hacia esta enfermera, por lo que considera unas «declaraciones intolerables». Lo mismo que la dirección del hospital. Y, cómo no, el fotoperiodista Jordi Borràs, el caganer Carles Puigdemont.
Pero no nos engañemos. Su permanente hispanofobia no solo no recibirá ningún rechazo de los 'intelectuales' ni de la izquierda progre, ni de los catalanistas 'sensatos', ni de las feministas y progresistas, sino que el propio gobierno que dirige Pedro Sánchez acaba reforzándola indultando a los líderes golpistas, eliminando el delito de sedición y rebajando las penas de malversación.
José Simón Gracia