Es penoso, denigrante y un rotundo ridículo, ir, por todas las esquinas diplomáticas con genuflexas e insistentes súplicas, mendigando la asistencia a la cumbre anticrisis de Washington. Ciertamente, España no es ZP ni su partido, pero, por desgracia, los hados hacen que se asimile con ciertos nombres. Esta exclusión de España es sumamente significativa. Después de tantos desdenes y desplantes a EEUU y a su Presidente, sea tonto o listo; después de tantas añagazas en su izquierdismo radical y aspavientos con los dictatorzuelos lenguaraces y populistas, creía que Bush iba a favorecer a un Zapatero, arropado por un partido y unos medios siempre propensos a cacarear los imberbes tópicos Anti-USA, ya trasnochados y a ceder y olvidar burlas y traiciones. ¡Roma no paga traidores!
ZP recoge la cosecha que sembró. Ante su desastrosa y errónea política exterior, no se ha de extrañar que lo releguen y desechen. Las cuatro grandes potencias europeas prescindieron de él en la cumbre del 4 de octubre en París. El pobre hombrecete no se entera y menos aún su camarilla socialista. Han llamado a todos los timbres; han intentado hacer valer su contacto con Sarkozy; les ha fracasado Brown, falló Durao Barroso, representante de la UE y hasta han llegado a recurrir al demócrata B. Obama y al republicano J. McCain. Ahora, se ha ido a China y luego, va a repicar por Hispanoamérica. Creen ufanos e ingenuos que el mundo se mueve por sus parámetros. Las fanfarronadas del presidente ZP en Nueva York no se han olvidado y la propaganda socialista, pretendiendo vender que su Zapatero había propulsado entre bastidores la reacción de la Unión Europea contra la crisis, tampoco ha caído en el olvido, sigue muy presente en la memoria de todos.
Las ofensas no se borran fácilmente, tal vez se perdonen, pero quedan en el recuerdo. Los desaires y los agravios a Estados Unidos y otras naciones del mundo persisten, porque lo decisivo ya ha sucedido, porque no se fían de él, porque no se puede declarar culpable de la crisis económica a Bush y, en especial, a los EEUU y creer que no pasa nada, eso no se borra, queda y permanece. Lo inteligente es, con humildad, recapacitar y rectificar. Decía George Washington, que “el hombre político, por encima de todo, tiene que ser consciente de sus propias limitaciones; política y humanamente lo primero y más importante, siempre es la honradez”. Hay que tener los pies en la tierra, andar aferrado a la verdad y caminar lejos de la falacia y del engaño, sin tomar al otro por iluso.
Así pues, si lo marginan, debe pensar que es por algo. No se puede rogar y suplicar a cualquier precio. Ha dicho en China que no está mendigando, que no suplica ni se arrodilla, cuando todo el mundo lo sabe y lo está viendo. Toda la prensa europea y norteamericana critica y comenta las insistentes e irrisorias gestiones de estos socialistas; lo trágico de esta patética ofensiva diplomática no reside en la imagen indigna y extravagante que proyecta de Zapatero, sino en que se está denigrando y arrastrando el prestigio de España. El cinismo sobra, llega a saturar las conciencias; los países y los ciudadanos no son tontos. ZP perdió "todos los avales" para contar entre naciones y entrar con dignidad, en el G-20. Vaya o quede fuera, el ridículo será evidente, la indignidad y la vejación se han consumado.
C. V. Mudarra
ZP recoge la cosecha que sembró. Ante su desastrosa y errónea política exterior, no se ha de extrañar que lo releguen y desechen. Las cuatro grandes potencias europeas prescindieron de él en la cumbre del 4 de octubre en París. El pobre hombrecete no se entera y menos aún su camarilla socialista. Han llamado a todos los timbres; han intentado hacer valer su contacto con Sarkozy; les ha fracasado Brown, falló Durao Barroso, representante de la UE y hasta han llegado a recurrir al demócrata B. Obama y al republicano J. McCain. Ahora, se ha ido a China y luego, va a repicar por Hispanoamérica. Creen ufanos e ingenuos que el mundo se mueve por sus parámetros. Las fanfarronadas del presidente ZP en Nueva York no se han olvidado y la propaganda socialista, pretendiendo vender que su Zapatero había propulsado entre bastidores la reacción de la Unión Europea contra la crisis, tampoco ha caído en el olvido, sigue muy presente en la memoria de todos.
Las ofensas no se borran fácilmente, tal vez se perdonen, pero quedan en el recuerdo. Los desaires y los agravios a Estados Unidos y otras naciones del mundo persisten, porque lo decisivo ya ha sucedido, porque no se fían de él, porque no se puede declarar culpable de la crisis económica a Bush y, en especial, a los EEUU y creer que no pasa nada, eso no se borra, queda y permanece. Lo inteligente es, con humildad, recapacitar y rectificar. Decía George Washington, que “el hombre político, por encima de todo, tiene que ser consciente de sus propias limitaciones; política y humanamente lo primero y más importante, siempre es la honradez”. Hay que tener los pies en la tierra, andar aferrado a la verdad y caminar lejos de la falacia y del engaño, sin tomar al otro por iluso.
Así pues, si lo marginan, debe pensar que es por algo. No se puede rogar y suplicar a cualquier precio. Ha dicho en China que no está mendigando, que no suplica ni se arrodilla, cuando todo el mundo lo sabe y lo está viendo. Toda la prensa europea y norteamericana critica y comenta las insistentes e irrisorias gestiones de estos socialistas; lo trágico de esta patética ofensiva diplomática no reside en la imagen indigna y extravagante que proyecta de Zapatero, sino en que se está denigrando y arrastrando el prestigio de España. El cinismo sobra, llega a saturar las conciencias; los países y los ciudadanos no son tontos. ZP perdió "todos los avales" para contar entre naciones y entrar con dignidad, en el G-20. Vaya o quede fuera, el ridículo será evidente, la indignidad y la vejación se han consumado.
C. V. Mudarra