El discurso de Bristol de Edmund Burke en 1774 marcó el fin del mandato imperativo y el principio de la democracia representativa. Desde entonces no es el ciudadano quien le dice al político lo que debe hacer en su nombre, ya no le exige que vaya al parlamento con una serie de propuestas que obligatoriamente debe cumplir. Desde entonces lo que se asumió fué el cumplimiento de unos programas cuyo único objetivo era el bien común, unas decisiones que se deberían tomar en el parlamento para el interés general y que deberían ser tomadas por nuestros representantes sin ningun tipo de imposición, sino en la mas absoluta libertad. Para ello se hacía imprescindible un programa electoral en el que se nos explicara los puntos más importantes de la política que se iba a llevar a efecto, algo así como un contrato entre elector y elegible que sirviera de referencia de las políticas que se iban a seguir. Un programa electoral que, en el caso de nuestro país, se vé reforzado y confirmado en la sesión de investidura con el programa de gobierno, al que se da nuevamente el voto para que se lleve a cabo.
Si el mandato imperativo fue sustituido por la representación se debíó a la imposibilidad de que cada diputado llevara una orden de sus electores bajo el brazo al parlamento para hacerla efectiva, sencillamente no sería posible pues el parlamento era una asamblea donde se discutía el interés general y no el interés de unos cuantos, cada uno a su libre albedrio. Pero la representatividad se basa precisamente en eso, en que estás ostentando el interés de tus votantes a través de tu programa, ese es el vinculo que nos une y el único que hace que esa relación entre elector y elegible exista.
Lo ocurrido con el gobierno del PP rompe el principio de representatividad y pone fin a la legitimidad que los votantes depositan en el gobierno. Si la base de esa relación era el programa electoral y después el programa de gobierno, ambas han quedado rotas por el incumplimiento manifiesto por parte del gobierno. Se ha llegado al poder utilizando la mentira, engañando al electorado y haciendo pagar al ciudadano lo que no habia votado.
La democracia consiste en eso, en la libertad de presentarse a unas elecciones y en la libertad de poder elegir entre opciones que presentan en sus programas. Cuando estas opciones lo que presentan son programas basados en el engaño y la mentira, la democracia se convierte en fraude y el fraude en tiranía porque los ganadores lo han hecho engañando y por tanto su legitimidad no se sostiene.
Ninguna de las medidas tomadas por el partido del gobierno estaban incluidas en el programa pero tampoco se puede decir que son fruto de las circunstancias sobrevenidas porque estas ya se conocian de antemano, es pues un fraude en toda regla y una burda utilización del engaño para llegar al poder. Un gobierno salido de las urnas mediante el engaño no es un gobierno democrático sino un gobierno despótico y tirano ante el cual al pueblo le asiste el derecho y la obligación de rebelarse.
Carlos RH
Si el mandato imperativo fue sustituido por la representación se debíó a la imposibilidad de que cada diputado llevara una orden de sus electores bajo el brazo al parlamento para hacerla efectiva, sencillamente no sería posible pues el parlamento era una asamblea donde se discutía el interés general y no el interés de unos cuantos, cada uno a su libre albedrio. Pero la representatividad se basa precisamente en eso, en que estás ostentando el interés de tus votantes a través de tu programa, ese es el vinculo que nos une y el único que hace que esa relación entre elector y elegible exista.
Lo ocurrido con el gobierno del PP rompe el principio de representatividad y pone fin a la legitimidad que los votantes depositan en el gobierno. Si la base de esa relación era el programa electoral y después el programa de gobierno, ambas han quedado rotas por el incumplimiento manifiesto por parte del gobierno. Se ha llegado al poder utilizando la mentira, engañando al electorado y haciendo pagar al ciudadano lo que no habia votado.
La democracia consiste en eso, en la libertad de presentarse a unas elecciones y en la libertad de poder elegir entre opciones que presentan en sus programas. Cuando estas opciones lo que presentan son programas basados en el engaño y la mentira, la democracia se convierte en fraude y el fraude en tiranía porque los ganadores lo han hecho engañando y por tanto su legitimidad no se sostiene.
Ninguna de las medidas tomadas por el partido del gobierno estaban incluidas en el programa pero tampoco se puede decir que son fruto de las circunstancias sobrevenidas porque estas ya se conocian de antemano, es pues un fraude en toda regla y una burda utilización del engaño para llegar al poder. Un gobierno salido de las urnas mediante el engaño no es un gobierno democrático sino un gobierno despótico y tirano ante el cual al pueblo le asiste el derecho y la obligación de rebelarse.
Carlos RH