Colaboraciones

EL IMPRUDENTE





Nuestro ZP es único. Durante la cumbre hispano-francesa, en respuesta a una pregunta de un avispado periodista sobre si en España pudiera ocurrir una ola de violencia callejera, como en Francia, el inocente ZP respondió que NO porque las Fuerzas de Seguridad del Estado españolas "siempre están atentas para cualquier acción que transgreda la ley"... lo que dio a entender, delante de las mismas narices del prepotente Chirac, que las francesas no lo estaban...

Que la Virgen del Pilar -que nunca quiso ser francesa- nos ayude, que como empiecen a quemar coches a media noche ya veremos al mismo ZP y a su ministro Alonso disfrazados de bomberos, apagando el fuego a "cubazos", que una embestida de jovencitos con latas de gasolina no la controla ni la "acorazada Brunete".

Nuestro ZP tiene por hábito la imprudencia, el decir la primera majadería que se le ocurre, sin pensar en las consecuencias. Lo mismo dice que es "rojo", poniéndose de parte de una de las dos hordas que se enfrentaron en la guerra civil, que dice que el matrimonio entre homosexuales es uno de los mayores logros de la civilización, y lo dice, además, y eso es lo peligroso, convencido.

Es incapaz de pararse medio minuto a reflexionar, es un iluminado -hasta ahora con mucha suerte-, que se cree un elegido de los dioses, se considera a sí mismo un líder carismático a la altura de Hugo Chávez, Fidel Castro o incluso del mismísimo Maradona.

Aznar era un prepotente y un soberbio, pero tenía todavía los pies en la tierra, y si cometía errores tan garrafales como la malhadada "foto de las Azores" lo hacía de manera consciente, por un convencimiento racional y político Es ahora, en la amarga derrota, cuando el ex-presidente ha perdido el sentido de la realidad, pero de eso hablaremos otro día.

Rodríguez Zapatero no, él se cree que está por encima del bien y del mal y que cualquier simpleza que salga de su boca está como recién sacada del pozo de la sabiduría... y lo malo no es esto, lo malo es que este es quien nos gobierna, ¡ay!.

Pilar Aguarón

Franky  
Martes, 22 de Noviembre 2005
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