El que un alto funcionario de un gobierno se reafirme en algunos aspectos de la ley y de la justicia, por las que se supone se rige la Nación a la que sirve, que le competen por su cargo y empleo, debe complacer y tranquilizar a sus jefes, colegas y ciudadanía, ante su lealtad y fidelidad al Estado y a sus normas de convivencia, y en la misma medida es de agradecer su celo en su cumplimiento. El general Mena, en mi opinión, se hace indiscutible acreedor del reconocimiento explícito y agradecido de las instituciones y del conjunto ciudadano, que vivimos bajo las garantías de amparo que nos ofrecen hombres de conducta impecable, como la suya, y de otros como él.
Este alto funcionario no es otro que el General Mena. Desde su ética personal y conciencia profesional, se sitúa al lado de los suyos y del cumplimiento de sus deberes, a través de su posición como funcionario y desde la fidelidad a las responsabilidades inherentes a su oficio, ha cometido el craso error de exhibir, legítimamente, la ley y la justicia ante los que ocupan el Estado, que se mantienen en él a costa de infringirlas por acción o por omisión.
En ningún momento de sus discurso, el General, infringió ninguna ley constitucional, ni del código civil, ni ningún código ético, civil o militar. En su impecable y moderado discurso, se hace eco de algunas reivindicaciones nacionalistas -concretamente sobre el estatuto catalán- haciendo hincapié en los problemas de obstrucionismo que se pueden derivar de ellas para la debida continuidad en la implantación del ejército por todo el territorio Nacional, y recuerda el artículo 8 de la constitución que sitúa a las FF AA como garantes de las lindes de la nación y del debido cumplimiento de la CE del 78.
Pero no. Al General y Señor D. José Mena Aguado, no les serán reconocidos ninguno de sus esfuerzos y buen hacer en pro de España y del fiel cumplimiento de las leyes y de sus deberes. El General y Señor D. José Mena Aguado ha sido injustamente amonestado y sancionado con arresto domiciliario por los que utilizan la Ley, la Nación y el Estado para sus propios fines. El linchamiento se completará con su destitución como jefe de las Fuerzas Terrestres. Acciones que macularán a los gobernantes, pero enaltecerán el honor y valor, del General, ante la opinión pública.
No conseguirán su propósito de humillarle, vejarle o escarmentarle. Para una gran mayoría de españoles, el general Mena es hoy mucho mas general y más Señor que ayer. Cuando sea destituido, lo será más aún.
Nadie puede humillar ni degradar a un hombre decente y valiente cuyas acciones discurren por los senderos de las leyes de los hombres y de las naturales, que escoltan y encumbran a la justicia. Porque estos hombres son el poder.
Ningún político, con o sin mayoría absoluta, está por encima de España o de sus leyes. Ningún político puede permitir que se infrinjan las leyes en grandes áreas del territorio nacional, desamparando a parte de sus ciudadanos. Ninguno, ni el Presidente de gobierno ni nadie, tiene derecho a utilizar a España como moneda de cambio por unos años de poltrona. Los que se tomen esas atribuciones, eludiendo sus responsabilidades con ella, se deslegitiman como sus gestores y representantes.
José Mª Robles
Este alto funcionario no es otro que el General Mena. Desde su ética personal y conciencia profesional, se sitúa al lado de los suyos y del cumplimiento de sus deberes, a través de su posición como funcionario y desde la fidelidad a las responsabilidades inherentes a su oficio, ha cometido el craso error de exhibir, legítimamente, la ley y la justicia ante los que ocupan el Estado, que se mantienen en él a costa de infringirlas por acción o por omisión.
En ningún momento de sus discurso, el General, infringió ninguna ley constitucional, ni del código civil, ni ningún código ético, civil o militar. En su impecable y moderado discurso, se hace eco de algunas reivindicaciones nacionalistas -concretamente sobre el estatuto catalán- haciendo hincapié en los problemas de obstrucionismo que se pueden derivar de ellas para la debida continuidad en la implantación del ejército por todo el territorio Nacional, y recuerda el artículo 8 de la constitución que sitúa a las FF AA como garantes de las lindes de la nación y del debido cumplimiento de la CE del 78.
Pero no. Al General y Señor D. José Mena Aguado, no les serán reconocidos ninguno de sus esfuerzos y buen hacer en pro de España y del fiel cumplimiento de las leyes y de sus deberes. El General y Señor D. José Mena Aguado ha sido injustamente amonestado y sancionado con arresto domiciliario por los que utilizan la Ley, la Nación y el Estado para sus propios fines. El linchamiento se completará con su destitución como jefe de las Fuerzas Terrestres. Acciones que macularán a los gobernantes, pero enaltecerán el honor y valor, del General, ante la opinión pública.
No conseguirán su propósito de humillarle, vejarle o escarmentarle. Para una gran mayoría de españoles, el general Mena es hoy mucho mas general y más Señor que ayer. Cuando sea destituido, lo será más aún.
Nadie puede humillar ni degradar a un hombre decente y valiente cuyas acciones discurren por los senderos de las leyes de los hombres y de las naturales, que escoltan y encumbran a la justicia. Porque estos hombres son el poder.
Ningún político, con o sin mayoría absoluta, está por encima de España o de sus leyes. Ningún político puede permitir que se infrinjan las leyes en grandes áreas del territorio nacional, desamparando a parte de sus ciudadanos. Ninguno, ni el Presidente de gobierno ni nadie, tiene derecho a utilizar a España como moneda de cambio por unos años de poltrona. Los que se tomen esas atribuciones, eludiendo sus responsabilidades con ella, se deslegitiman como sus gestores y representantes.
José Mª Robles