Ante todo quiero volver a darte la enhorabuena por tu reciente libro Hienas y Buitres. Una obra que debería enseñarse sin tapujos en las vapuleadas Facultades de periodismo. En realidad, el contenido de lo que aportas es una auténtica mina de ideas, de una densidad formidable, que daría para asignatura de un curso entero, como mínimo, pues has conseguido reflejar con rotundidad la realidad del periodismo del siglo XXI. Una transformación radical tan diferente en muchos aspectos a ese periodismo que tuvimos la suerte de vivir en aquellos tiempos, ya lejanos, en que los periodistas éramos profesionales respetados, y teníamos definida la base ética de nuestro trabajo.
Hienas y Buitres es un libro que yo definiría como nietzscheano-zaratustriano, profético en muchos sentidos y una ametralladora de reflexiones. Es un libro para repensar muchas veces, rebelde y revelador.
Muchas de las verdades que aquí expones son tan evidentes que merecen ser repetidas como un mantra frente a la mentira y manipulación permanentes que definen a nuestro tiempo. Un tiempo de fieras carroñeras en el que las víctimas vegetan rodeados de selva, inconscientes del destino que les espera, creyéndose a salvo en un mundo de predadores invisibles.
Me ha interesado especialmente el capítulo II que dedicas al "Periodismo mercenario", símbolo de una sociedad asfixiada por la partitocracia dominante. La Transición, como sabemos ahora, estuvo condenada al fracaso desde el principio, por no haber sabido ver que lo que se construía no era una democracia, sino una partitocracia, una "ley de bronce" de los partidos con corrupción a mansalva añadida, algunos de los cuales ya actuaban abiertamente para destruir cualquier sentimiento colectivo nacional encaminado al bien común, la Patria, para entendernos. Los medios- como bien señalas- son parte del poder establecido, y la principal catástrofe del periodismo actual no es que esté sometido al poder, sino que está siendo integrado en el poder. Y cada día más, añado, porque al final los periodistas ( y no solo ellos) están dispuestos a escribir o hacer lo que sea con tal de llegar a fin de mes.
Me ha impactado el diagnóstico que haces ( y que suscribo enteramente) de los dos mayores fracasos de España como Nación: no haber sabido enterrar a sus muertos y el menosprecio de nuestra grandeza histórica. Ambos están plenamente vigentes, y a estos yo añadiría un tercero: nuestra incapacidad unitaria, nuestro tribalismo de raíz medieval y caciquil, corrupta, que los políticos han manejado con resultado devastadores y con la aceptación borreguil de una mayoría ajena a su propia tragedia.
España agoniza sin que a nadie le importe demasiado, y en esto los medios, desde la Transición al momento actual, han desempeñado un papel clave por acción u omisión. Y no digamos los políticos y sus satélites (universidad incluída). Así es que aquí, inocentes, nadie. Dices bien: "Los periodistas han sido, junto con los políticos, los grandes traidores en el mundo moderno". Las ideas y los ideales se han transformado en circo y espectáculo donde todo es válido. La verdad y la mentira no existen, y por tanto todo es almoneda circunstancial. Algo que ya pregonaba, con genialidad anticipatoria, el tango "Cambalache".
Como colofón de estas breves líneas, y aunque podríamos estar hablando de todo esto muchas horas, creo que has clavado con acierto extraordinario los tres grandes poderes que han llevado al Periodismo a esta penosa situación: " la empresa, los políticos y las élites invisibles que lo controlan todo". Se puede decir más alto, pero no más claro.
Mi sincera felicitación por un libro que merece ser de referencia y cabecera, en contraste con tanta mediocridad impostada y políticamente correcta.
Sigue así.
Un abrazo
Hienas y Buitres es un libro que yo definiría como nietzscheano-zaratustriano, profético en muchos sentidos y una ametralladora de reflexiones. Es un libro para repensar muchas veces, rebelde y revelador.
Muchas de las verdades que aquí expones son tan evidentes que merecen ser repetidas como un mantra frente a la mentira y manipulación permanentes que definen a nuestro tiempo. Un tiempo de fieras carroñeras en el que las víctimas vegetan rodeados de selva, inconscientes del destino que les espera, creyéndose a salvo en un mundo de predadores invisibles.
Me ha interesado especialmente el capítulo II que dedicas al "Periodismo mercenario", símbolo de una sociedad asfixiada por la partitocracia dominante. La Transición, como sabemos ahora, estuvo condenada al fracaso desde el principio, por no haber sabido ver que lo que se construía no era una democracia, sino una partitocracia, una "ley de bronce" de los partidos con corrupción a mansalva añadida, algunos de los cuales ya actuaban abiertamente para destruir cualquier sentimiento colectivo nacional encaminado al bien común, la Patria, para entendernos. Los medios- como bien señalas- son parte del poder establecido, y la principal catástrofe del periodismo actual no es que esté sometido al poder, sino que está siendo integrado en el poder. Y cada día más, añado, porque al final los periodistas ( y no solo ellos) están dispuestos a escribir o hacer lo que sea con tal de llegar a fin de mes.
Me ha impactado el diagnóstico que haces ( y que suscribo enteramente) de los dos mayores fracasos de España como Nación: no haber sabido enterrar a sus muertos y el menosprecio de nuestra grandeza histórica. Ambos están plenamente vigentes, y a estos yo añadiría un tercero: nuestra incapacidad unitaria, nuestro tribalismo de raíz medieval y caciquil, corrupta, que los políticos han manejado con resultado devastadores y con la aceptación borreguil de una mayoría ajena a su propia tragedia.
España agoniza sin que a nadie le importe demasiado, y en esto los medios, desde la Transición al momento actual, han desempeñado un papel clave por acción u omisión. Y no digamos los políticos y sus satélites (universidad incluída). Así es que aquí, inocentes, nadie. Dices bien: "Los periodistas han sido, junto con los políticos, los grandes traidores en el mundo moderno". Las ideas y los ideales se han transformado en circo y espectáculo donde todo es válido. La verdad y la mentira no existen, y por tanto todo es almoneda circunstancial. Algo que ya pregonaba, con genialidad anticipatoria, el tango "Cambalache".
Como colofón de estas breves líneas, y aunque podríamos estar hablando de todo esto muchas horas, creo que has clavado con acierto extraordinario los tres grandes poderes que han llevado al Periodismo a esta penosa situación: " la empresa, los políticos y las élites invisibles que lo controlan todo". Se puede decir más alto, pero no más claro.
Mi sincera felicitación por un libro que merece ser de referencia y cabecera, en contraste con tanta mediocridad impostada y políticamente correcta.
Sigue así.
Un abrazo