Muchos demócratas españoles se preguntan qué hacer para protestar ante los abusos del poder y el asesinato de la democracia en España. Sospechan que la palabra y la condena no bastan y se sienten atraidos cada vez más por los gestos y los testimonios. Encontrar una respuesta ciudadana contundente y serena al abuso político y al deterioro del sistema es difícil porque España es, en teoría, una democracia, pero creo que deberíamos aprender de los polacos.
Hace años fui testigo directo de la resistencia polaca al régimen de Jaruselsky, impuesto por la URSS. Una de sus brillantes gestos de resistencia consistía en sacar los aparatos de televisión a la ventana, con la pantalla hacia la calle, cuando el gobierno les obligaba a tragarse un discurso o programa político de adoctrinamiento. Otra idea polaca fue no comprar periódicos un día a la semana, una clara protesta ante el periodismo sometido al partido comunista y a una prensa controlada por el régimen. Otras veces dejaban inocentemente una flor en una esquina, una ventana, al pié de un monumento, en una plaza y, en pocos minutos aquella flor estaba acompañada de miles de flores o de velas, formado enormes cruces en las plazas.
Tal vez haya llegado la hora de que los españoles demócratas abandonemos el egoísta y cobarde victimismo y empecemos a dejar rastro de nuestra protesta ante los oligarcas y partidos políticos dominadores y dominantes, contra los medios de comunicación sometidos al poder y contra los muchos aliados que apuntalan la antidemocracia: instituciones, empresas y grandes poderes.
Hay decenas de ideas útiles y capaces de causar un terrible daño al poder corrupto. Una de ellas es eliminar las televisiones autonómicas de nuestra programación. De ese modo quizás consigamos que las privaticen o las cierren, lo que ahorraría cientos de millones de euros que podrían emplearse en políticas sociales realmente útiles. Hagamosló sin alharacas, sin frases huecas, pero con todo el var de un gesto político democrático. De esta forma, ni siquiera cuando hagamos "zapping" nos tropezaríamos con una de esas televisiones al servicio del partido que calienta el sillón en ese momento.
Mi propuesta es que los demócratas desprogramemos las autonómicas de nuestros receptores, que borremos esas frecuencias y que lo anunciemos en blogs, webs, cartas al director y otros medios. Pronto serán visibles los efectos porque los anunciantes de esas cadenas pagan según número de televidentes.
Ya es hora de que los políticos de España sepan que existen los ciudadanos libres y orgullosos de su voluntad.
Ligur
Hace años fui testigo directo de la resistencia polaca al régimen de Jaruselsky, impuesto por la URSS. Una de sus brillantes gestos de resistencia consistía en sacar los aparatos de televisión a la ventana, con la pantalla hacia la calle, cuando el gobierno les obligaba a tragarse un discurso o programa político de adoctrinamiento. Otra idea polaca fue no comprar periódicos un día a la semana, una clara protesta ante el periodismo sometido al partido comunista y a una prensa controlada por el régimen. Otras veces dejaban inocentemente una flor en una esquina, una ventana, al pié de un monumento, en una plaza y, en pocos minutos aquella flor estaba acompañada de miles de flores o de velas, formado enormes cruces en las plazas.
Tal vez haya llegado la hora de que los españoles demócratas abandonemos el egoísta y cobarde victimismo y empecemos a dejar rastro de nuestra protesta ante los oligarcas y partidos políticos dominadores y dominantes, contra los medios de comunicación sometidos al poder y contra los muchos aliados que apuntalan la antidemocracia: instituciones, empresas y grandes poderes.
Hay decenas de ideas útiles y capaces de causar un terrible daño al poder corrupto. Una de ellas es eliminar las televisiones autonómicas de nuestra programación. De ese modo quizás consigamos que las privaticen o las cierren, lo que ahorraría cientos de millones de euros que podrían emplearse en políticas sociales realmente útiles. Hagamosló sin alharacas, sin frases huecas, pero con todo el var de un gesto político democrático. De esta forma, ni siquiera cuando hagamos "zapping" nos tropezaríamos con una de esas televisiones al servicio del partido que calienta el sillón en ese momento.
Mi propuesta es que los demócratas desprogramemos las autonómicas de nuestros receptores, que borremos esas frecuencias y que lo anunciemos en blogs, webs, cartas al director y otros medios. Pronto serán visibles los efectos porque los anunciantes de esas cadenas pagan según número de televidentes.
Ya es hora de que los políticos de España sepan que existen los ciudadanos libres y orgullosos de su voluntad.
Ligur