Se dice que el Debate sobre la Nación ha sido un duelo dialéctico muy duro. Duro, aguerrido y peliagudo, no podía ser de otro modo. Con esta novata hornada de socialistas, cuyo único norte es atacar, hostigar, encender la crispación nacional y achacársela al PP, tergiversar y maniobrar en su provecho y mantenimiento, no hay más camino que cantar las cuarenta en bastos, llevar la lengua muy expedita y la lección muy aprendida.
El Presidente R. Zapatero, preso de su obsesión y encadenado en sus tácticas, que hasta se las cree, se alzó en luminosas revelaciones haciéndonos confidentes de su verdad y creencia. Debe de hablar de otra Nación; pintó una España inexistente, una realidad lejana y desconocida; rezongaba en el asiento satisfecho; sus miradas y sonrisas sorpresivas y burlonas, ante las otras verdades, trataban de mostrar que su importante labor, encomendada por los hados, no se ha entendido y que la Oposición sólo tiene insulsez y palabras vacías. Por lo que, frente a aquel dicho de «España va bien», el deífico Zapatero, se ha inventado este de «España va mejor». Y, así, se lo afirmó al Congreso: «España se ha engrandecido en estos últimos tres años». De modo que, en su autocomplacencia de alto regusto, no caben los despropósitos; que España vaya mejor es, simple obra de la diosa fortuna; que, con su gestión gubernamental, continúe saliendo el sol por Antequera y las olas lamiendo la arena, se lo debemos al Olimpo.
Estamos acosados por las campantes falacias. En razón del ansia de perpetuarse en el ejercicio del poder, soslayan el verdadero compromiso con la verdad. Su tedioso discurso difuminado por la escasez de la lógica, se prolongaba en el revuelto de elementos dispersos y heterogéneos, sin abordar con seriedad y hondura el análisis de los problemas que amenazan y sufre la Nación. De ahí, la irritación y la paciencia de M. Rajoy, que grave y comprometido le expuso al Presidente lo que no quiere oír y lo sobrepasó en talla y autenticidad.
Rajoy, le pidió que especificara el peligro de las tropas en el extranjero y, acusándolo de haber ocultado, a su partido y a los españoles, su negociación con ETA, incluso después del atentado en el aeropuerto de Barajas, le exigió que explicara los términos de tal diálogo y presentara en la Cámara las actas de las reuniones y, si no, que convoque elecciones anticipadas: "O nos muestra las actas que demuestren su inocencia o debe tomar el camino de la Zarzuela". Si no las "saca", le advertía el líder del PP, "se las van a sacar en unos años". "El presidente de Gobierno no llora, dijo, lo que tiene que hacer es gobernar y dar explicaciones de sus actos a los españoles". Precisamente, dicha negociación, que, "es el asunto más importante de estos tres años", dijo, hará seguro que los ciudadanos no respalden a Zapatero en las urnas, porque los ha "engañado", al negar que negociaba, cuando realmente lo estaba haciendo.
Zapatero, afirmando que "sería muy conveniente la unidad, a la que él está dispuesto, le reprochaba falta de lealtad; muy convencido aseguraba que va a acabar el mandato encomendado y a ganar las elecciones y que Rajoy caerá fulminado, al que achaca, una y otra vez, haber centrado su actividad de estos tres años en ETA, pues, mientras el Gobierno actuaba, dijo, el PP se limitaba a sembrar temor sobre el aumento del déficit, el "despilfarro", el "fin de la familia" y la "ruptura de España" sin aportar ninguna medida.
Camilo V. Mudarra
El Presidente R. Zapatero, preso de su obsesión y encadenado en sus tácticas, que hasta se las cree, se alzó en luminosas revelaciones haciéndonos confidentes de su verdad y creencia. Debe de hablar de otra Nación; pintó una España inexistente, una realidad lejana y desconocida; rezongaba en el asiento satisfecho; sus miradas y sonrisas sorpresivas y burlonas, ante las otras verdades, trataban de mostrar que su importante labor, encomendada por los hados, no se ha entendido y que la Oposición sólo tiene insulsez y palabras vacías. Por lo que, frente a aquel dicho de «España va bien», el deífico Zapatero, se ha inventado este de «España va mejor». Y, así, se lo afirmó al Congreso: «España se ha engrandecido en estos últimos tres años». De modo que, en su autocomplacencia de alto regusto, no caben los despropósitos; que España vaya mejor es, simple obra de la diosa fortuna; que, con su gestión gubernamental, continúe saliendo el sol por Antequera y las olas lamiendo la arena, se lo debemos al Olimpo.
Estamos acosados por las campantes falacias. En razón del ansia de perpetuarse en el ejercicio del poder, soslayan el verdadero compromiso con la verdad. Su tedioso discurso difuminado por la escasez de la lógica, se prolongaba en el revuelto de elementos dispersos y heterogéneos, sin abordar con seriedad y hondura el análisis de los problemas que amenazan y sufre la Nación. De ahí, la irritación y la paciencia de M. Rajoy, que grave y comprometido le expuso al Presidente lo que no quiere oír y lo sobrepasó en talla y autenticidad.
Rajoy, le pidió que especificara el peligro de las tropas en el extranjero y, acusándolo de haber ocultado, a su partido y a los españoles, su negociación con ETA, incluso después del atentado en el aeropuerto de Barajas, le exigió que explicara los términos de tal diálogo y presentara en la Cámara las actas de las reuniones y, si no, que convoque elecciones anticipadas: "O nos muestra las actas que demuestren su inocencia o debe tomar el camino de la Zarzuela". Si no las "saca", le advertía el líder del PP, "se las van a sacar en unos años". "El presidente de Gobierno no llora, dijo, lo que tiene que hacer es gobernar y dar explicaciones de sus actos a los españoles". Precisamente, dicha negociación, que, "es el asunto más importante de estos tres años", dijo, hará seguro que los ciudadanos no respalden a Zapatero en las urnas, porque los ha "engañado", al negar que negociaba, cuando realmente lo estaba haciendo.
Zapatero, afirmando que "sería muy conveniente la unidad, a la que él está dispuesto, le reprochaba falta de lealtad; muy convencido aseguraba que va a acabar el mandato encomendado y a ganar las elecciones y que Rajoy caerá fulminado, al que achaca, una y otra vez, haber centrado su actividad de estos tres años en ETA, pues, mientras el Gobierno actuaba, dijo, el PP se limitaba a sembrar temor sobre el aumento del déficit, el "despilfarro", el "fin de la familia" y la "ruptura de España" sin aportar ninguna medida.
Camilo V. Mudarra