Colaboraciones

EL CONGRESO DE LOS COLOCADOS





Pocos espectáculos pueden resultar tan patéticos y descorazonadores para un demócrata como el Congreso clausurado por los socialistas andaluces el 13 de Julio, un cónclave unánime y complaciente que ignora la crisis que amenaza con hundir la economía española, que reunió a una gran familia alienada de “colocados” y nuevos ricos y que logró superar el triste listón de lo búlgaro, lo soviético y lo franquista.

No fue un Congreso ganado por abrumadora mayoría, como solían ser los búlgaros, soviéticos y franquistas, donde, para salvar la cara, algunos votaban en contra, sino ganado por unanimidad. Fue un Congreso alienado y casi extraterrestre, protagonizado por personas todas ellas colocadas por el partido que, de tanto vivir en las alturas del poder y del dominio elitista, ni siquiera experimentan rubor ante una unanimidad que no puede ser democrática, sin que sus participantes sospechen siquiera que esa reunión evidenciaba un pavoroso déficit de verdadera democracia.

La luz surge del debate y la verdad se nutre del discernimiento. Alcanzar la luz y la verdad son, por definición, procesos complejos y sumamente difíciles porque en el debate deben sopesarse todos los argumentos y opciones. Es matemáticamente imposible que en un partido tan numeroso no se produzcan discrepancias. Pero en el Congreso del PSOE de Andalucía el acuerdo estaba garantizado de antemano porque el debate y el discernimiento habían sido previamente suplantados por el sometimiento a las élites del partido y porque la verdad había quedado desplazada por la necesidad de garantizar el sueldo y los privilegios.

El eterno Manuel Chaves se postula para cuatro años más, a partir del 2012, sin que nadie se atreva a discrepar, a pesar de que cientos de ellos cuestionan en privado a “Su Eternidad” el dinosaurio. Ni un solo voto en contra en nada, unanimidad absoluta, una unanimidad sospechosa que huele a conspiración de ricos y a cementerio.

Fue un Congreso de dominadores movidos hacia la unanimidad por una idea perversa: conscientes de que todos gozan de privilegios y ventajas que quizás no sean justas, es necesario mantenerse unidos, como una piña, para no perder jamás esos privilegios elitistas.

El Congreso no es comprensible desde la democracia, pero sí lo es desde criterios que dominan a los grandes grupos de poder: la omertá, el sprit de corp, el apoyo mutuo, la sumisión al líder y el apalancamiento en el poder.

Rubén

   
Lunes, 14 de Julio 2008
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