El boicot a todos los productos catalanes, no solo alimentarios, no tiene fecha de caducidad. Es algo que los políticos catalanes se han ganado a pulso. A Carod le advirtieron que no abriese la boca porque, según un industrial del cava: “Cada vez que Carod habla es como una tormenta de granizo para el Penedés”. Ahora sale al ruedo el señor Ricard Martínez, subalterno o sustituto de Carod ,con las mismas consignas. Pero qué puede ofrecer como carnaza el clan Carod a los cuatro descerebrado que le siguen.
En años anteriores, las campañas a los productos españoles fueron organizadas a nivel ofcial y con subvenciones sabrosas. Recordemos la campaña Compreu y no compreu de la sociedad Omnium Cultural que recibió de la Generalitat 548.000 €. Este boicot llevaba años antes que España reaccionase y puso a la industria catalana y a los bufones de ERC de rodillas.
Solo en el mercado del cava, el descenso de ventas en España alcanzó 12%, reconocido. Grandes jerifaltes de la economía catalana que firmaron el Estatut, cuando vieron la reacción de los clientes, dieron la espalda a Carod y se españolizaron públicamente. Tarde, porque el cava catalán ya se vendía a 3X2 en las grandes superficies. Este año ocurrirá lo mismo porque al cliente español se le ha atragantado todo lo catalán. Lo catalán no vende, aburre y es un concepto quemado. Ya ni Carod te hace reír.
Cataluña, gracias a estos excelentes relaciones públicas y comerciales se verá obligada a ocultar en sus productos el lugar de fabricación, cosa que ya lo hacen algunas marcas.
La compra selectiva, además, ha concienciado al ciudadano de su fuerza. Es una forma de votar cada día y, para quienes los políticos ningunean por sistema, es un hallazgo y una satisfacción diaria. El poder lo tiene el consumidor. La compra selectiva la realizo siempre y en mi casa no entra un producto catalán ni vasco.
Ligur
En años anteriores, las campañas a los productos españoles fueron organizadas a nivel ofcial y con subvenciones sabrosas. Recordemos la campaña Compreu y no compreu de la sociedad Omnium Cultural que recibió de la Generalitat 548.000 €. Este boicot llevaba años antes que España reaccionase y puso a la industria catalana y a los bufones de ERC de rodillas.
Solo en el mercado del cava, el descenso de ventas en España alcanzó 12%, reconocido. Grandes jerifaltes de la economía catalana que firmaron el Estatut, cuando vieron la reacción de los clientes, dieron la espalda a Carod y se españolizaron públicamente. Tarde, porque el cava catalán ya se vendía a 3X2 en las grandes superficies. Este año ocurrirá lo mismo porque al cliente español se le ha atragantado todo lo catalán. Lo catalán no vende, aburre y es un concepto quemado. Ya ni Carod te hace reír.
Cataluña, gracias a estos excelentes relaciones públicas y comerciales se verá obligada a ocultar en sus productos el lugar de fabricación, cosa que ya lo hacen algunas marcas.
La compra selectiva, además, ha concienciado al ciudadano de su fuerza. Es una forma de votar cada día y, para quienes los políticos ningunean por sistema, es un hallazgo y una satisfacción diaria. El poder lo tiene el consumidor. La compra selectiva la realizo siempre y en mi casa no entra un producto catalán ni vasco.
Ligur