Colaboraciones

EL ARTE DE RECORDAR QUE DEBEMOS OLVIDAR





“No te arrincones más a cavilar sobre los misterios amargos del amor”.

James Joyce

Hoy, viernes, 16 de junio de 2006, “Bloomsday”, me he despertado y sorprendido formulándome a mí mismo, sin saber por qué ni para qué, la siguiente pregunta: ¿qué arte le conviene dominar más a quien pretende ser feliz y hacer felices a los demás, el de la memoria o el del olvido?

Después de haber ocupado todas las horas de la hodierna mañana dándole vueltas y más vueltas al asunto, sin poder echarle una sola vez el guante, y el tema yendo y viniendo a su bola o antojo, describiendo bucles y más bucles, o elípticas, o espirales, en torno al tarro de mis (quinta)esencias, mofándose de mi buena fe, tomándome impunemente el pelo, esta tarde, tras comer y haberme recostado en el sofá, me he quedado transpuesto; bueno, pues, mientras cabeceaba, alguien, el genio que ha logrado idear en breves segundos mi (in-sub)consciente, supongo, ha argumentado de esta guisa:

“¿Memorioso u olvidadizo? ¡Qué más da (para quienes antes o después vamos a abismarnos indefectiblemente en el Alzheimer)!, si ambos coinciden en el inconveniente; cabrearse, enfadarse y hasta irritarse muchas veces por las mismas o parecidas cosas”.

Ángel Sáez García


Franky  
Viernes, 16 de Junio 2006
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