Colaboraciones

EL ANTISEMITISMO REPULSIVO E IMPERMEABLE A LA RAZÓN





El antisemitismo se instala en la repulsa de todos los posibles razonamientos; “es impermeable al raciocinio y a la experiencia, no por convicción intelectiva, sino, precisamente, porque, en principio, no elige la razón ni el argumento”. Este pensamiento de J. Paul Sartre se repite y sigue vigente en muchos comportamientos. Se reproduce la incitación al genocidio judío, que ya consumó tenazmente el nacional-socialismo en Alemania, aquel baldón execrable que convirtió el s. XX en el exponente más trágico del asesinato y la muerte que han conocido los siglos.

En un acto público, el Presidente Iraní, Mahmud Ahmadineyad, evocando el sentir del Ayatolá Jomeini, afirmó que “el Estado Sionista, ocupante de Jerusalén, debe ser borrado del mapa”. Después, arremetió contra el Consejo de Seguridad y condenó al “fuego de la furia musulmana a todo el que reconoce al Estado de Israel”.

Sin demora, Tony Blair ha tachado de “repulsivas” estas declaraciones iraníes. Advirtió en tono desafiante que “si el Presidente Persa sigue por ese camino, se acabará por creer que es una amenaza real para la estabilidad mundial; debe cambiar inmediatamente de actitud”. Al mismo tiempo, pidió a la UE una mayor firmeza y contundencia, si Teherán continúa por esos derroteros antisemitas de provocación que inspiran una gran desconfianza. “Imagínense, añadía, que un país, con una tal concepción, tuviese armas nucleares”; unía así sus temores a los expresados por EEUU sobre las andanzas armamentísticas de los persas, que se acometen, según ellos, “con fines pacíficos”. Insistió que “esta posición contra Israel, su provisión de armas nucleares y su orientación hacia el terrorismo no son aceptables. Incitar a la aniquilación del Estado de Israel nos enciende la furia, nos lleva al enojo y al disgusto, es algo que está más allá de lo tolerable”.

Ante estas palabras especialmente duras del Primer Ministro Británico contra el régimen iraní, poco más se puede agregar. Es posible que nunca se haya mostrado tan irritado y nunca haya hablado con tan firme energía. Y es que en Londres se acusa a estos ayatolás de ser los instigadores de los atentados que han ocasionado la muerte a muchos de sus militares en Irak.

Estas preocupantes soflamas que expresan una obstinada política interior y exterior, muy cercana a la ideología de Bin Laden, obligan a todas las naciones a prevenirse y revisar seriamente su postura frente a Teherán, que peligrosamente tensa la cuerda con Occidente. Con el fin de ocultar la crisis económica y social de su país, estos ayatolás han endurecido las leyes civiles en la maraña del rigorismo religioso. El riesgo está ahí, es evidente.

La sinrazón y la irracionalidad disfrazada de nuevas formas léxicas, continúa, en su carente argumentación, emanando su tétrico terror y su fétida muerte. Mentes que, con repugnancia, rechazarían el olor de Auschwitz, son capaces de pensar y exigir la destrucción del pueblo judío, cuando el Estado Israelí es el único en el Próximo Oriente que dispone de un régimen de garantías políticas semejante a las más esmeradas democracias de Europa y debe su existencia a la determinación de las Naciones Unidas en 1948 y a la legalidad internacional.

Estos regímenes del fundamentalismo, con apoyos interesados, se enorgullecen y maquinan ruina. Ayatolás y talibanes hablan de la misericordia y la compasión que leen en las suras de su Libro Sagrado, pero tienen el corazón lleno de odios y venganzas. Se les puede aplicar el versículo de Isaías: “Este pueblo se acerca a Mí tan sólo con palabras, mientras su corazón sigue lejos de Mí, siendo así su religión sólo un mandamiento humano, una lección aprendida” (Is 29,13). Seguro que Alá no pedirá el tachado del mapa de nadie, sino la comprensión, la concordia y la convivencia en paz.


Camilo Valverde Mudarra

Franky  
Miércoles, 16 de Noviembre 2005
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