Los cambios en el sistema educativo y la larga y poderosa influencia de la izquierda socialista han logrado sus efectos. Ya se veía venir. Se sabía que esas LOGSES y ESOS traerían estos lodos; ya aquellos niños del vacío de contenidos y de la igualdad en la ignorancia por abajo, propugnada por los partidos de izquierda marxista y radical, han crecido, ocupado su puesto y formado parte del tejido social; y ahí tenéis el resultado, una sociedad dócil y propensa que no se inmuta ante la insensatez que acusa y condena a una madre por una sentencia improcedente y desproporcionada. Se sabía, que la insistente propaganda de la autodenominada progresía, provista de varios medios de difusión, acabaría minando la mentalidad de gran parte de esta sociedad; el pensamiento progre con sus ideales insulsos, consigue llevar, a claros extremos de bobería, su repelente salmodia puritana, generada por ensoñaciones morales de la razón utópata.
Un juez de Jaén ha condenado a una madre de Pozo Alcón, a cuarenta y cinco días de prisión con orden alejamiento de su hijo, durante un año y pico, por dar una bofetada al niño de diez años, que no había hecho los deberes y le había tirado una zapatilla a la cabeza; la Fiscalía Superior ha recurrido la sentencia y pedido las medidas que corrijan la "posible desproporción punitiva". La denuncia que partió del colegio del pueblo, se ampara en la blandengue moralina de esos que dictaron un Código Civil que condena a una madre y excarcela, rebaja penas y da permisos a terroristas y violadores. Los padres tienen el derecho y el deber de corregir y educar a sus hijos. La cuestión es, si esta ley recoge adecuadamente la realidad del maltrato". No se puede condenar a quien corrige razonable y moderadamente a los hijos; es esencial aplicar siempre el sentido común". Una bofetada a tiempo es una victoria, repite con frecuencia Emilio Calatayud, juez de Menores en Granada, el togado de las sentencias ejemplares, partidario de condenas educativas. Hemos pasado de un extremo a otro. ¿Se ha vuelto loca esta sociedad, se preguntan ya muchos padres?
El niño sabe distinguir lo justo y lo injusto de sus actos, la razón y la verdad del padre y reconoce el amor o la ira en la acción pedagógica; la torta o reprimenda con amor y justicia no duele ni ofende. El niño requiere la autoridad y cuido paternos, sabe que el correctivo es necesario y ejemplar, cuando comete una falta. A su vez, el garrote por norma es vil, injusto y denigrante.
El niño es una plantita en crecimiento que necesita el puntal en su desvío. La corrección responsable y amorosa endereza el desarrollo, curte la conciencia y enseña a conducirse en la vida con respeto y libertad. En el seno familiar, ha de recibir los fundamentos educativos que lo encaminen al recto proceder y al honrado cumplimiento del deber.
C. Mudarra
Un juez de Jaén ha condenado a una madre de Pozo Alcón, a cuarenta y cinco días de prisión con orden alejamiento de su hijo, durante un año y pico, por dar una bofetada al niño de diez años, que no había hecho los deberes y le había tirado una zapatilla a la cabeza; la Fiscalía Superior ha recurrido la sentencia y pedido las medidas que corrijan la "posible desproporción punitiva". La denuncia que partió del colegio del pueblo, se ampara en la blandengue moralina de esos que dictaron un Código Civil que condena a una madre y excarcela, rebaja penas y da permisos a terroristas y violadores. Los padres tienen el derecho y el deber de corregir y educar a sus hijos. La cuestión es, si esta ley recoge adecuadamente la realidad del maltrato". No se puede condenar a quien corrige razonable y moderadamente a los hijos; es esencial aplicar siempre el sentido común". Una bofetada a tiempo es una victoria, repite con frecuencia Emilio Calatayud, juez de Menores en Granada, el togado de las sentencias ejemplares, partidario de condenas educativas. Hemos pasado de un extremo a otro. ¿Se ha vuelto loca esta sociedad, se preguntan ya muchos padres?
El niño sabe distinguir lo justo y lo injusto de sus actos, la razón y la verdad del padre y reconoce el amor o la ira en la acción pedagógica; la torta o reprimenda con amor y justicia no duele ni ofende. El niño requiere la autoridad y cuido paternos, sabe que el correctivo es necesario y ejemplar, cuando comete una falta. A su vez, el garrote por norma es vil, injusto y denigrante.
El niño es una plantita en crecimiento que necesita el puntal en su desvío. La corrección responsable y amorosa endereza el desarrollo, curte la conciencia y enseña a conducirse en la vida con respeto y libertad. En el seno familiar, ha de recibir los fundamentos educativos que lo encaminen al recto proceder y al honrado cumplimiento del deber.
C. Mudarra