Los países centroamericanos (Bélice, Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Honduras, Panamá y Nicaragua) hace tiempo que intentan coordinar acciones que les permitan afrontar determinados retos mancomunadamente. Por eso nació, hace casi una década, el Corredor Biológico Mesoamericano, en el marco del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), apoyado e impulsado por España a través del Ministerio de Medio Ambiente.
Ahora están empeñados en llevar adelante otro proyecto impensable hace unas décadas: construir la refinería mesoamericana, en colaboración con México, Colombia y la República Dominicana, una obra de 8.000 millones de dólares que pretende refinar 360.000 barriles diarios de petróleo para satisfacer una parte importante de las necesidades de los países miembros del Programa de Integración Energética Mesoamericana (PIEM).
En estos días se procederá a convocar la licitación correspondiente, cita a la que acudirán entre 20 y 25 empresas de Estados Unidos, Europa y Asia (entre las que se incluyen filiales mexicanas de consorcios internacionales), las cuáles, seguramente, formarán una o varias asociaciones estratégicas, o “joint venture”, para afrontar semejante reto.
La empresa ganadora será la que decida –el veredicto está previsto hacia finales de 2006- en qué emplazamiento se ubicará la macro-refinería. Y aquí es dónde se enfrentarán dos países de la región, en un “duelo” comercial-estratégico-marketiniano a “todo o nada”: Guatemala y Panamá. La consultora internacional KBC Advanced Technologies hizo un estudio de factibilidad cuyos resultados sólo muestran dos sitios viables: Puerto Quetzal, en Guatemala, y Puerto Armuelles, en la frontera con Costa Rica, en Panamá, ambos sobre al Pacífico centroamericano.
En esta carrera de alto contenido político-económico, las autoridades guatemaltecas –que consideran que su oferta es la mejor- han solicitado “que no se deje la decisión final a una mera competencia basada en la oferta de incentivos para atraer la inversión privada necesaria para el proyecto”. Los panameños, por su parte, guardan un sugestivo silencio, probablemente porque entiendan que su país –uno de los territorios financieros más poderosos del mundo- tiene más bazas para apostar en el escenario internacional de inversiones que los guatemaltecos.
El proyecto, del cual México será el principal abastecedor de crudo, busca asegurar el suministro de derivados del petróleo en la región centroamericana, aunque también atender la demanda de Estados Unidos. También crear un mercado regional de petrolíferos, gas natural y electricidad, además de promover el desarrollo sustentable de la región, según las directrices del PIEM.
La primera fase de esta iniciativa incluye la construcción de una refinería que estará ligada a una planta de producción de electricidad, la cual se alimentará con el coque que se produzca mediante el procesamiento del crudo. De momento, como se puede apreciar, los centroamericanos, sin grandes alharacas como otros procesos de integración regional –Mercosur, ALBA, ALCA, Comunidad Andina, etc, etc.-, continúan con su intento de integración regional, discreta pero firmemente y sin perder el rumbo.
eduardo caldarola de bello
Ahora están empeñados en llevar adelante otro proyecto impensable hace unas décadas: construir la refinería mesoamericana, en colaboración con México, Colombia y la República Dominicana, una obra de 8.000 millones de dólares que pretende refinar 360.000 barriles diarios de petróleo para satisfacer una parte importante de las necesidades de los países miembros del Programa de Integración Energética Mesoamericana (PIEM).
En estos días se procederá a convocar la licitación correspondiente, cita a la que acudirán entre 20 y 25 empresas de Estados Unidos, Europa y Asia (entre las que se incluyen filiales mexicanas de consorcios internacionales), las cuáles, seguramente, formarán una o varias asociaciones estratégicas, o “joint venture”, para afrontar semejante reto.
La empresa ganadora será la que decida –el veredicto está previsto hacia finales de 2006- en qué emplazamiento se ubicará la macro-refinería. Y aquí es dónde se enfrentarán dos países de la región, en un “duelo” comercial-estratégico-marketiniano a “todo o nada”: Guatemala y Panamá. La consultora internacional KBC Advanced Technologies hizo un estudio de factibilidad cuyos resultados sólo muestran dos sitios viables: Puerto Quetzal, en Guatemala, y Puerto Armuelles, en la frontera con Costa Rica, en Panamá, ambos sobre al Pacífico centroamericano.
En esta carrera de alto contenido político-económico, las autoridades guatemaltecas –que consideran que su oferta es la mejor- han solicitado “que no se deje la decisión final a una mera competencia basada en la oferta de incentivos para atraer la inversión privada necesaria para el proyecto”. Los panameños, por su parte, guardan un sugestivo silencio, probablemente porque entiendan que su país –uno de los territorios financieros más poderosos del mundo- tiene más bazas para apostar en el escenario internacional de inversiones que los guatemaltecos.
El proyecto, del cual México será el principal abastecedor de crudo, busca asegurar el suministro de derivados del petróleo en la región centroamericana, aunque también atender la demanda de Estados Unidos. También crear un mercado regional de petrolíferos, gas natural y electricidad, además de promover el desarrollo sustentable de la región, según las directrices del PIEM.
La primera fase de esta iniciativa incluye la construcción de una refinería que estará ligada a una planta de producción de electricidad, la cual se alimentará con el coque que se produzca mediante el procesamiento del crudo. De momento, como se puede apreciar, los centroamericanos, sin grandes alharacas como otros procesos de integración regional –Mercosur, ALBA, ALCA, Comunidad Andina, etc, etc.-, continúan con su intento de integración regional, discreta pero firmemente y sin perder el rumbo.
eduardo caldarola de bello