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Dos años de promesas olvidadas, mentiras y algunas reformas acertadas





Hace dos años, Mariano Rajoy alcanzó una mayoría absoluta inédita (186 escaños) provocando en las urnas un histórico batacazo de los socialistas (110 escaños), gracias a las esperanzas que su programa electoral generó en millones de españoles, que vieron en el PP la manera de castigar a Zapatero por sus mentiras y errores. Rajoy supo encarnar la esperanza de regeneración de la corrupta y maltrecha política española y la ilusión de acabar con una crisis económica que estaba hundiendo el país y llenándolo de desempleados y nuevos pobres.

Sin embargo, dos años después, el PP ha perdido por lo menos un tercio de sus votantes y son cada día mas los españoles que se sienten engañados porque hay mas desempleados que antes, muchos derechos han sido recortados, los servicios vitales, como la sanidad, la educación y la protección de los débiles, han sido limitados sin piedad y porque las grandes promesas electorales de Rajoy han sido olvidadas o traicionadas.

A pesar de que algunas de sus reformas fueron necesarias y acertadas y de que se vislumbran algunos signos de recuperación económica, lo rasgos dominantes de la imagen del gobierno son haber mentido, engañado e incumplido todo lo que prometió cuando aspiraba al poder.

Algunos observadores y analistas políticos, al interpretar lo ocurrido durante estos dos años, sugieren que Rajoy tenía ya antes de las elecciones un "Plan Oculto" que es el que está cumpliendo a rajatabla y que incluía dejar el Estado del Bienestar reducido a su mínima expresión, comenzando por la sanidad y la educación, para poder salvar el grosor y la opulencia del Estado, sin someterlo a adelgazamiento, sin asumir políticas de austeridad aguda y sin debilitar un ápice el dominio y control del poder de la clase política y de sus aliados financieros. Esa política conlleva la ruina de los mas débiles y el debilitamiento masivo de las clase medias españolas.

La gran mentira del PP, plasmada en la frase "No quedaba otro remedio que hacerlo", repetida centenares de veces por Mariano Rajoy y sus ministros para justificar sus subidas de impuestos, recortes y traiciones a las promesas electorales que les llevaron hasta el poder, constituyen un durísimo atentado contra la democracia y la decencia, una falsedad que envilece al poder político y que denigra el actual sistema político español con la misma intensidad que aquella gran estafa perpetrada por Zapatero cuando negó la existencia de la crisis para ganar las elecciones del año 2008.

Prometieron que bajarían los impuestos y los subieron. Podría admitirse que la subida de impuestos fuera justificada, dado el precario estado de la economía legada por el inepto Zapatero, pero los subieron sin que la clase política diera ejemplo practicando antes la austeridad en la gestión del Estado. Todas las demás traiciones a las promesas fueron gratuitas y sin justificación, motivadas por la arrogancia y la escasez de ética democrática y respeto al pueblo. Subieron los impuestos sin adelgazar el Estado, como prometieron, y sin cumplir tampoco la promesa de austeridad en los gastos públicos, una medida que ilusionó a los ciudadanos y que les hizo ganar muchos votos.

La gran estafa de las promesas incumplidas empezó a vislumbrarse pronto, cuando algunos días después de asumir el poder, Rajoy condecoró a Zapatero en lugar de investigarle por los daños terribles causados a España.

Prometieron que dejarían de nombrar jueces y acaban de volver a hacerlo, repartiéndose los sillones del Consejo General del Poder Judicial con el PSOE, IU, CIU, PNV y UPN. Prometieron luchar contra los corruptos y en lugar de eso han permitido la impunidad de los saqueadores de las cajas de ahorro y bendecido y protegido a los que arruinaron a cientos de miles de españoles con las participaciones preferentes, la mayor estafa contra los ciudadanos cometida en España desde la muerte del dictador. Prometieron regenerar la vida democrática y siguen siendo escandalosamente opacos, financiando los partidos políticos con el dinero de los impuestos y llenando la administración de enchufados con carné, que cobran del erario público como asesores y empleados.

Ante esa inmensa y sucia cosecha de traiciones, mentiras y estafas, la frase "No quedaba otro remedio" suena como un canto falso, opresivo y cargado de oprobio. La verdad es que no han cumplido lo que prometieron porque se creen dueños del Estado y carecen de respeto alguno al pueblo y a la democracia, vicios que comparten con casi todos los partidos del arco parlamentario español, para los que el ciudadano, que en democracia siempre debe ser el "soberano", es únicamente un obstáculo y una masa torpe y molesta de borregos a los que no importa engañar, expoliar, humillar y despreciar.


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Jueves, 21 de Noviembre 2013
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