Aquel socialismo humanista de Jaurés y León Blum, basado "en la conciencia de igualdad natural, nacido de la compasión y de la cólera que suscitan en todo corazón honesto los espectáculos intolerables de la miseria, el frío y el hambre" (León Blum citado por Jean Touchard) está a años luz de distancia del actual socialismo que lidera Zapatero, basado en el privilegio. El verdadero socialismo es humanista y ético, pero el que hoy gobierna España se basa en la adoración del poder y de sus privilegios.
El socialismo democrático nace para poner freno a los abusos del marxismo, que genera tiranía de la materia y de los políticos profesionales que gestionan el poder. Es el conocimiento, junto con la información veraz, lo que permite al verdadero hombre socialista cambiar la historia con una "acción creadora", una filosofía que se encuentra en las antípodas del "Zapaterismo", que se ha transformado en una perversión del socialismo dominada por la mentira, la desinformación, la opacidad y todos los recursos que propician la oscuridad, la desinformación y la confusión.
Si en la militancia socialista española quedaran en pie algunos de los viejos valores, aunque fuera de manera residual, el Zapaterismo nunca habría sido posible. Un sistema así de perverso, basado en la oscuridad y el engaño, sólo puede prosperar sobre tierras abonadas con pobreza mental, espíritu de revancha y odio al adversario y a todo lo que impida el control del poder y el dominio.
Fechorías como las alianzas contra natura para mantenerse en el poder, la compra de votos nacionalistas con dinero público, la mentira reiterada y convertida en política de gobierno, la entronización de la corrupción en el sector público, el estímulo de la desigualdad, las agresiones contra la Constitución y otras muchas, causantes de dramas como la pérdida e la confianza ciudadana en el liderazgo político, el desprestigio de la política y del sistema, el hundimiento de los valores y el fracaso de la economía, con el consiguiente auge del desempleo, la pobreza, el dolor y la destrucción de las capacidades productivas y creativas de la sociedad, obras del "zapaterismo", nunca podrían haber sido toleradas (y menos todavía apoyadas) por socialistas auténticos.
¿Cómo es posible seguir siendo socialista mientras se contemplan los "estragos" causados en España por Zapatero y sus acólitos? ¿Cómo puede un socialista convivir sin traumas con los concursos públicos trucados, con las listas negras de personas y empresas represaliadas por sus ideas, con la colocación masiva en las filas del Estado, nutriéndose de un agotado presupuesto público, de cientos de miles de militantes, familiares y amigos de militantes, gente privilegiada que desplaza a otros cientos de miles de profesionales y ciudadanos que no pueden acceder a ese trabajo únicamente porque no son "amigos del poder"?
Para descubrir toda la maldad antisocialista del zapaterismo basta comparar los hechos y fechorías del actual socialismo español con aquella descripción del socialismo que hizo un día el socialista belga Henri de Man, discípulo y continuador de las ideas de Eduard Berstein: "El movimiento socialista es a la vez el defensor de la democracia que la burguesía ha olvidado y el realizador del ideal cristiano que la Iglesia ha traicionado".
Es así como muchos entendíamos el socialismo y es la sucia traición del Zapaterismo a esos principios y al socialismo humanista y ético la que nos coloca cada día enfrente de Zapatero, combatiéndole con las ideas como lo que es: una terrible plaga ética y política para España.
El socialismo democrático nace para poner freno a los abusos del marxismo, que genera tiranía de la materia y de los políticos profesionales que gestionan el poder. Es el conocimiento, junto con la información veraz, lo que permite al verdadero hombre socialista cambiar la historia con una "acción creadora", una filosofía que se encuentra en las antípodas del "Zapaterismo", que se ha transformado en una perversión del socialismo dominada por la mentira, la desinformación, la opacidad y todos los recursos que propician la oscuridad, la desinformación y la confusión.
Si en la militancia socialista española quedaran en pie algunos de los viejos valores, aunque fuera de manera residual, el Zapaterismo nunca habría sido posible. Un sistema así de perverso, basado en la oscuridad y el engaño, sólo puede prosperar sobre tierras abonadas con pobreza mental, espíritu de revancha y odio al adversario y a todo lo que impida el control del poder y el dominio.
Fechorías como las alianzas contra natura para mantenerse en el poder, la compra de votos nacionalistas con dinero público, la mentira reiterada y convertida en política de gobierno, la entronización de la corrupción en el sector público, el estímulo de la desigualdad, las agresiones contra la Constitución y otras muchas, causantes de dramas como la pérdida e la confianza ciudadana en el liderazgo político, el desprestigio de la política y del sistema, el hundimiento de los valores y el fracaso de la economía, con el consiguiente auge del desempleo, la pobreza, el dolor y la destrucción de las capacidades productivas y creativas de la sociedad, obras del "zapaterismo", nunca podrían haber sido toleradas (y menos todavía apoyadas) por socialistas auténticos.
¿Cómo es posible seguir siendo socialista mientras se contemplan los "estragos" causados en España por Zapatero y sus acólitos? ¿Cómo puede un socialista convivir sin traumas con los concursos públicos trucados, con las listas negras de personas y empresas represaliadas por sus ideas, con la colocación masiva en las filas del Estado, nutriéndose de un agotado presupuesto público, de cientos de miles de militantes, familiares y amigos de militantes, gente privilegiada que desplaza a otros cientos de miles de profesionales y ciudadanos que no pueden acceder a ese trabajo únicamente porque no son "amigos del poder"?
Para descubrir toda la maldad antisocialista del zapaterismo basta comparar los hechos y fechorías del actual socialismo español con aquella descripción del socialismo que hizo un día el socialista belga Henri de Man, discípulo y continuador de las ideas de Eduard Berstein: "El movimiento socialista es a la vez el defensor de la democracia que la burguesía ha olvidado y el realizador del ideal cristiano que la Iglesia ha traicionado".
Es así como muchos entendíamos el socialismo y es la sucia traición del Zapaterismo a esos principios y al socialismo humanista y ético la que nos coloca cada día enfrente de Zapatero, combatiéndole con las ideas como lo que es: una terrible plaga ética y política para España.