Colaboraciones

¿Dónde está Julio López? - 'Con otro acento' (Observatorio Latinoamericano)





Los fantasmas del pasado –que nunca han desaparecido del todo- han regresado esta semana a una Argentina que no gana para sobresaltos. Y lo han hecho con una pregunta con trasfondo de pesadilla: ¿Dónde está el albañil Julio López, un testigo clave en el juicio oral contra el ex policía Miguel Etchecolatz, que la semana pasada fue condenado a reclusión perpetua por crímenes de lesa humanidad?

Desde hace 9 días nadie sabe en la ciudad de La Plata, capital de la provincia más importante del país, la de Buenos Aires, situada a unos 56 kilómetros de la capital federal y sede del Gobierno provincial y de la que fuera una de las universidades más importantes de América Latina, cuál es el paradero de este hombre de 77 años que llegó a conocer, hace 30 años, en su cautiverio en los centros clandestinos de detención de la dictadura a su secuestrador y torturador, el comisario Miguel Etchecolatz, al que no olvidó y del que se convirtió, en el reciente juicio, en su peor testigo de cargo.

Los grupos defensores de los derechos humanos dieron la voz de alarma el pasado jueves 21, movilizando a la ciudadanía y a los gobiernos provincial y estatal. Las reacciones de Solá (el poderoso gobernador provincial) y de Kirchner (el presidente argentino), conocedores del impacto que este caso podría suponer en la deteriorada sociedad argentina, no se hicieron esperar y movilizaron rápidamente a las fuerzas de seguridad para tratar de encontrar –sano y salvo- a López.

Como casi siempre –y más en casos de estas características, que suelen turbar la conciencia de no pocos argentinos por diferentes motivos-, los investigadores se han mostrado hasta el momento “desorientados”. Sin embargo se barajan varias hipótesis desde que, el domingo 17 por la noche y el lunes 18 por la mañana, desapareció Julio López.

La peor: López fue víctima de una desaparición forzada (sería la segunda de su vida) y eso significaría que no aparezca nunca más. Los organismos de derechos humanos se inclinan por esta posibilidad, dados los antecedentes del caso. Según el premio Nóbel de la Paz, tal como adelantó el periódico “La Nación”, “detrás de este caso puede haber ex policías de la Bonaerense separados de la fuerza por las autoridades competentes”.
La mejor: que el “desaparecido” se haya ido voluntariamente y se encuentre escondido en algún lugar, debido al shock emocional que le habría producido su participación en el reciente juicio contra Etchecolatz. Su familia se inclina por esta posibilidad.
La intermedia: que se haya suicidado como resultado del intenso estrés sufrido durante el proceso judicial.

Se sabe que un conjunto de profesionales de la salud han puesto de manifiesto que López, que vivió como “desaparecido” y torutrado contingencias difíciles de superar, “nunca recibió asistencia para sobrellevar esa experiencia, la cuál tuvo que revivir durante el juicio”.

Las autoridades provinciales han ofrecido una recompensa de 200.000 pesos (unos 50.000 euros) para el que pueda aportar datos sobre el paradero de Julio López. De momento las movilizaciones y manifestaciones populares siguen y ya han traspasado los límites de la propia provincia de Buenos Aires, extendiéndose hasta Mar del Plata, Rosario y Buenos Aires.

Este es un nuevo caso que debe recordarles a los que piden en Argentina a gritos “que hay que olvidarse del pasado”, que el futuro no es posible escribirlo sin haber puesto en orden el pasado (hoy lo vemos en España), sobre todo cuando se refiere a la propia dignidad de los seres humanos.

eduardo caldarola de bello

Franky  
Sábado, 30 de Septiembre 2006
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