En la reciente feria de Jerez, entre el "fragor" de las copas, las "bulerías" y las "sevillanas", un conocido socialista me acuso de defender a la "derecha reaccionaria" en mi blog. Un rato después, un dirigente de la derecha me acusó de estar defendiendo al "PSOE corrupto" en mi blog. Aunque una feria no es el mejor lugar para hablar de política, a ambos les respondí que eran dinosaurios caducos y atrasados, que viven en un mundo que ya no existe, que el mundo actual no se divide ya en "derecha" o "Izquierda", sino en demócratas y totalitarios. Intenté explicarles, sin éxito, que ellos dos están en el mismo bando, en el de la partitocracia antidemocrática, al que únicamente le interesa ya el poder, mientras que yo milito en el campo contrario, en el de la libertad, los ciudadanos y la democracia..
Lógicamente, no pudieron entender el argumento, probablemente porque la manzanilla y el fino no nos dejaba discernir o porque no les interesaba. Me ocurre lo mismo con algunos "Trolls" que entran en el blog Voto en Blanco a comentar, sobre todo en la versión que se publica en Periodista Digital, donde el debate suele ser más radical e histérico. Unos me acusan de defender a la derecha y otros me ven como un "infiltrado" del PSOE. Ambas partes practican el estúpido y fascista principio de que "quien no está conmigo está contra mi".
Llevo casi cinco años como bloguero, otros tantos como escritor de ensayos políticos y casi cuarenta dedicado al periodismo político, leyendo libros, entrevistando a gente del poder, escribiendo análisis y siendo testigo de todo tipo de actuaciones políticas, y cada día estoy más convencido de que en España las diferencias entre la "izquierda" y la "derecha" son exiguas o, mejor, casi imperceptibles. Unos y otros son autoritarios, ambos se sienten a gusto en esta partitocracia manipulada y sin ciudadanos; unos y otros se han profesionalizado y anteponen los intereses y privilegios propios al bien común; unos arrebatan las políticas a los otros; unos y otros benefician al poderoso y aplastan al desgraciado; y ambos no han hecho sino construir con su política nefasta un mundo más violento, más injusto y más desigual, en el que la fosa que separa a las élites del pueblo llano se agranda cada día un poco más, al igual que la distancia que separa a los pobres, cada vez más pobres, de los ricos, cada día más opulentos.
El balance de los "dinosaurios" de derecha e izquierda, los que en los albores del siglo XXI siguen pensando en política con la mentalidad del siglo XVIII, cuando el mundo, al igual que hoy, se dividía en totalitarios y demócratas, entonces llamados "absolutistas" y "liberales", es nefasto. Con sus divisiones, con sus ideológias inútiles apenas han hecho avanzar la historia. El siglo XX, el siglo del Estado y de la política con mayúsculas, fue el más cruel de la Historia y el poderoso Estado construido por los políticos profesionales asesinó directamente, no en los frentes de batalla sino en la retaguardia civil, a más de cien millones de ciudadanos, casi siempre súbditos propios cuyo único pecado fue oponerse o sólo cuestionar la arrogancia o la más que demostrada ineptitud de los políticos.
Los demócratas tenemos que empezar a ver el mundo como es y escapar de la perversa dinámica de la "derecha" y la "izquierda" en la que los profesionales que viven del presupuesto quieren envolvernos. Nuestra tarea "revolucionaria" y "libertadora" es desprestigiarlos, afearles su conducta antidemocrática y anticiudadana, echarles en cara su fracaso y mostrarles, para que se avergüencen, el mundo sucio, desigual, violento e injusto que han construido con todo el poder que tienen, recaudando y gestionando nuestos impuestos, empleando mal nuestros recursos, travestidos impúdicamente de demócratas.
Únicamente cuando los malos políticos hayan perdido todo su prestigio y cuando la sociedad les contemple como lo que son, una casta inutil de nuevos amos, podrán ser sustituidos por la misma democracia que ellos han erradicado ante nuestra culposa pasividad.
Lógicamente, no pudieron entender el argumento, probablemente porque la manzanilla y el fino no nos dejaba discernir o porque no les interesaba. Me ocurre lo mismo con algunos "Trolls" que entran en el blog Voto en Blanco a comentar, sobre todo en la versión que se publica en Periodista Digital, donde el debate suele ser más radical e histérico. Unos me acusan de defender a la derecha y otros me ven como un "infiltrado" del PSOE. Ambas partes practican el estúpido y fascista principio de que "quien no está conmigo está contra mi".
Llevo casi cinco años como bloguero, otros tantos como escritor de ensayos políticos y casi cuarenta dedicado al periodismo político, leyendo libros, entrevistando a gente del poder, escribiendo análisis y siendo testigo de todo tipo de actuaciones políticas, y cada día estoy más convencido de que en España las diferencias entre la "izquierda" y la "derecha" son exiguas o, mejor, casi imperceptibles. Unos y otros son autoritarios, ambos se sienten a gusto en esta partitocracia manipulada y sin ciudadanos; unos y otros se han profesionalizado y anteponen los intereses y privilegios propios al bien común; unos arrebatan las políticas a los otros; unos y otros benefician al poderoso y aplastan al desgraciado; y ambos no han hecho sino construir con su política nefasta un mundo más violento, más injusto y más desigual, en el que la fosa que separa a las élites del pueblo llano se agranda cada día un poco más, al igual que la distancia que separa a los pobres, cada vez más pobres, de los ricos, cada día más opulentos.
El balance de los "dinosaurios" de derecha e izquierda, los que en los albores del siglo XXI siguen pensando en política con la mentalidad del siglo XVIII, cuando el mundo, al igual que hoy, se dividía en totalitarios y demócratas, entonces llamados "absolutistas" y "liberales", es nefasto. Con sus divisiones, con sus ideológias inútiles apenas han hecho avanzar la historia. El siglo XX, el siglo del Estado y de la política con mayúsculas, fue el más cruel de la Historia y el poderoso Estado construido por los políticos profesionales asesinó directamente, no en los frentes de batalla sino en la retaguardia civil, a más de cien millones de ciudadanos, casi siempre súbditos propios cuyo único pecado fue oponerse o sólo cuestionar la arrogancia o la más que demostrada ineptitud de los políticos.
Los demócratas tenemos que empezar a ver el mundo como es y escapar de la perversa dinámica de la "derecha" y la "izquierda" en la que los profesionales que viven del presupuesto quieren envolvernos. Nuestra tarea "revolucionaria" y "libertadora" es desprestigiarlos, afearles su conducta antidemocrática y anticiudadana, echarles en cara su fracaso y mostrarles, para que se avergüencen, el mundo sucio, desigual, violento e injusto que han construido con todo el poder que tienen, recaudando y gestionando nuestos impuestos, empleando mal nuestros recursos, travestidos impúdicamente de demócratas.
Únicamente cuando los malos políticos hayan perdido todo su prestigio y cuando la sociedad les contemple como lo que son, una casta inutil de nuevos amos, podrán ser sustituidos por la misma democracia que ellos han erradicado ante nuestra culposa pasividad.
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