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Diferencias entre el Voto en Blanco y la Abstención





Si ese 50% largo de catalanes que se abstuvieron en el referendum sobre el Estatuto catalán, el domingo 18 de junio, hubieran votado en blanco, el "Si" no habría ganado (habría obtenido sólo un 35% por ciento de los votos) y los políticos no habrían podido engañar a la población afirmando que el Estatuto fue aprobado por una mayoría aplastante, ocultando la triste realidad de que sólo obtuvo la aprobación de uno de cada tres catalanes con derecho a votar.

Los votos en blanco se contabilizan y hasta pueden ganar, aunque la partitocracia no otorga representación a esos votos, como debiera, si los políticos realmente gestionaran una democracia auténtica.

Los técnicos y expertos simplifican la cuestión afirmando que los que se abstienen rechazan el sistema y le dan la espalda a la democracia, mientras que los que votan en blanco aceptan la democracia y consideran el sufragio universal como un logro de la civilización, pero rechazan de manera activa los programas electorales, o los partidos políticos, o los candidatos, o la corrupción o el abuso de poder o todo eso al mismo tiempo. Ambas son posturas críticas, pero una rechaza el sistema, en su totalidad, y otra acepta el sistema, pero critica a sus gestores, a sus propuestas y a la democracia en su actual versión degradada y degenerada.

Votar en blanco es rechazar a los políticos y a sus programas y comportamientos, mientras que abstenerse se entiende siempre como un rechazo al sistema.

El mayor problema de la abstención es que, cuando es consciente y responsable, se confunde con la abstención de los vagos, los indiferentes y los marginados. Desgraciadamente, no hay forma de averiguar quien se abstuvo por principios o quien lo hizo porque estaba en la playa o porque prefería ver un partido de fútbol. A veces, los defensores de la abstención juegan sucio al contabilizar todas las abstenciones como rechazos al sistema, cuando, en realidad, no lo son.

Abstenerse es no participar y rechazar globalmente el sistema, sin matices, mientras que votar en blanco es participar criticando y rechazando. Cuando la abstención responde a un principio, es, al igual que el voto en blanco, una herramienta ciudadana para atacar al corrupto y degenerado sistema de partidos.

La verdadera cuestión entre abstencionistas y partidarios del voto en blanco se centra en si se acepta o no la democracia (no la partitocracia) como sistema.

Hace días, Clandestino, seudónimo de uno de los lectores y colaboradores habituales de Voto en Blanco, con motivo del referendum del Estatuto catalán, escribió los dos párrafos siguientes, que reproducimos por su fuerza y claridad:

"Si los que han optado por abstenerse hubieran votado en blanco, los energúmenos no podrían haber contabilizado sus pocentajes, ignorándolos como si fuesen gallinas de corrales ajenos. Si hubieran votado en blanco resulta que la victoria del SÍ habría pasado de ser del 74% al 36%. Como se puede observar, aunque no mejora el NO, la diferencia porcentual es apabullante, dejando petente el alto valor del Voto en Blanco.

La diferencia es que votando en blanco el estafado puede darle un buen "soplamocos" a la canalla que le amarga la vida, hostigándolo con medios que son de su propiedad, porque los paga, y en lugar de ejercer el derecho a un uso y disfrute racional y merecido, los servidores, que también paga, los escamotea y los usa en someterlo y robarle su patrimonio y su dignidad. El Voto en Blanco impide que el fracasado testaferro y el políticucho se apoye en altos porcentajes causados por una alta abstención y solo con el voto de las minorías que se benefician con ellos
."

La victoria de la que se ufanaronn Zapatero y sus adláteres nunca existió. El Estatuto ha entrado en vigor rodeado de tristeza política y sin que nadie exhiba orgullo. Todos lo sabemos. Pero si la mayoría que se abstuvo hubiera hecho lo mismo que esos 130.000 catalanes que optaron por el ejercicio cívico y democrático de señalar la falta de legitimidad en la gestión de sus intereses y derechos, usando el Voto en Blanco como único voto útil ante la amoralidad y podredumbre que infectan nuestras instituciones, no habrían podido mentir y manipular, ocultando que sólo un 35% de los vatos respaldaron el Estatuto.

Algún día aprenderemos que el Voto en Blanco es el único que estos manipuladores profesionales no pueden disfrazar, amañar o esconder. Es un rechazo limpio y franco al deplorable uso que hacen de la democracia.


Franky  
Lunes, 4 de Septiembre 2006
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