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Del ejemplar "harakiri" del franquismo al miserable egoísmo de los falsos demócratas



La negativa pertinaz de la actual clase política española a realizar las reformas que el pueblo les exige constituye un escándalo de enormes proporciones que podría causar la muerte de un sistema al que llaman "democracia", sin serlo, cada día más dominado por el egoísmo, la arrogancia y la corrupción de sus clases dirigentes.

El franquismo, a pesar de sus carencias en libertades y derechos, murió con generosidad, practicándose voluntariamente el harakiri que dio paso a la Transición, todo un gesto de valor que contrasta con el rastrero comportamiento de los actuales políticos, en teoría demócratas, que son incapaces de suprimir las costosas e injustas autonomías y emprender otras reformas constitucionales que la inmensa mayoría de los españoles desean y exigen.
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Si se les juzga por su comportamiento ante las demandas del pueblo y de la historia, los políticos franquistas que se autoliquidaron para dar paso a la democracia fueron más generosos y ejemplares que los actuales políticos de la mal llamada "democracia", mucho mas mezquinos y rastreros al negarse frontalmente a realizar las reformas urgentes que los ciudadanos exigen.

Hay reformas que si se sometieran a referendum obtendrían una abrumadora mayoría absoluta, pero los políticos, que lo saben, se niegan a realizarlas porque anteponen sus intereses a los del pueblo y su mezquindad al bien común. Entre esas reformas figuran la supresión del costoso e injusto Estado de las Autonomías, la financiación con dinero público de los partidos políticos, la reducción drástica del desmesurado número de políticos a cargo del Estado que mantiene España, la independencia de los poderes básicos del Estado, sobre todo de la Justicia, la reforma de una Ley Electoral injusta y desequilibrada, la eliminación de la inmensa ristra de políticos "aforados" y la supresión de otros muchos privilegios y ventajas que hoy disfrutan los políticos y sus partidos en contra de la voluntad popular.

Ante la situación de parálisis, creada por el egoísmo miserable de los partidos políticos españoles, es evidente que el comportamiento de los políticos franquistas fue más decente, generoso y hasta democrático que el de los actuales políticos y partidos de esta falsa y degradada "democracia".

La cerrazón de los políticos españoles ante la realidad que les rodea y su resistencia al cambio son actitudes hostiles al pueblo que pueden resultar letales para la democracia, un sistema que, por culpa de la clase política, pierde prestigio y aprecio en España y está cada día más alejado de los ciudadanos.

La indiferencia y arrogancia de la clase política española ante el rechazo popular que padece es un escándalo de enormes proporciones que puede provocar gravísimas consecuencias y que ya deslegitima al sistema porque la democracia, que el el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no puede existir sin el apoyo y la adhesión de los ciudadanos.

Las encuestas en España son pertinaces y reflejan, mes tras mes, el rechazo ciudadano a sus políticos y a sus partidos.

Ese rechazo, que sólo provoca en los políticos indiferencia y arrogancia, genera desprestigio en el mundo, debilita al país, puede acabar con el sistema y predispone a la ciudadanía a apoyar movimientos y opciones extremistas, incluso a recibir con los brazos abiertos a cualquier dictador que aparezca en la escena prometiendo la "liquidación" de la actual clase política, corrupta y sin apoyo popular.

Francisco Rubiales

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Domingo, 10 de Abril 2016
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