Los verdaderos demócratas españoles y la gente decente de este país están fatalmente obligados a votar en blanco o a abstenerse en las próximas elecciones generales del 20 de noviembre, ante la ausencia de ofertas electorales fiables, en especial la de los dos grandes partidos con opción a gobernar, el PP y el PSOE, víctimas de defectos semejantes: alejamiento de los ciudadanos, más fe en la partitocracia que en la democracia, tendencia a la mentira y a la manipulación y fácil convivencia con el despilfarro y la corrupción.
Aunque millones de ciudadanos votarán al PP y le convertirán en victorioso para castigar al PSOE, un partido que, bajo el mandato de Zapatero, ha traspasado todas las lineas rojas de la indecencia, la corrupción y el mal gobierno, el único partido político español que merecería el voto de la gente demócrata, honrada y libre española sería aquel que dijera al pueblo las verdades ocultas del lamentable y degradado sistema político español, sobre todo la "gran verdad" de que España no es viable sin enormes esfuerzos, sacrificios y privaciones.
La verdadera revolución hoy consiste en decirle a los ciudadanos las verdades que los políticos ocultan porque temen perder votos. Los políticos han antepuesto su poder y sus intereses al bien común y, en consecuencia, han ocultado las verdades más duras por miedo a perder popularidad, una actitud que les desacredita como líderes.
La primera verdad que hay que revelar es que, para salir de la crisis, harán falta sacrificios, sudor y lágrimas. La segunda es que España no es una democracia. La tercera es que el país está corrompido hasta la médula y que el foco principal de corrupción es, precisamente, el poder político. La cuarta verdad oculta es que la mentira se ha instaurado como política de gobierno y que los ciudadanos han sido engañados y manipulados de forma reiterada e indecente, durante las últimas décadas. Otra de las verdades que el poder tiene que reconocer es que la Transición fue un fraude y que entonces no se quiso instaurar una democracia sino una partitocrcia.
Pero hay muchas más verdades ocultas que necesitan salir a la luz paraque España pueda iniciar su durísima ruta hacia la regeneración:
Los partidos políticos y sus líderes son prácticamente impunes e inmunes y disfrutan de fueron y privilegios que en el pasado nunca tuvieron los sectores más privilegiados: nobleza, clero, milicia...
El dinero público se ha utilizado en España de manera delictiva y ha servido para comprar votos, ganar poder, castigar al adversario, premiar al amigo, comprar voluntades y silencios y sostener un Estado injusto y tiránico, basado en el premio y el castigo.
Que la Justicia no es independiente en España.
Que la Fiscalía y la policía han sido utilizadas por el gobierno en su propio beneficio, incluso para aplicar la ley con distinto criterio: una ley feroz para el adversario y una ley benigna para los nuestros.
Que la Constitución es un documento sin valor real, permanente violado por los políticos, que nos priva de la libertad de autogobernarnos; pero promete, mintiendo y sin cumplir, vivienda, trabajo y otros derechos jamás otorgados.
Que hay cientos de miles de personas, casi en su totalidad amigos o familiares de políticos, cobrando del Estado sin que sus servicios sean necesarios. Esos vicios de clientelismo, nepotismo y amiguismo han convertido el Estado español en inviable e insostenible.
Que los nacionalismos vasco, catalán y gallego son enemigos o adversarios de España y que aprovechan cualquier oportunidad para debilitar, dividir y destruir la nación. Jamás han hecho un favor u otorgado un voto sin cobrarlo y su mayor miedo es que los grandes partidos de ámbito nacional obtengan mayorías absolutas o pactos, lo que les resta importancia y les impide utilizar el chantaje.
Que la actual Ley Electoral es injusta por muchas razones, la principal de las cuales es que premia a los partidos nacionalistas y devalúa a los partidos nacionales pequeños, especialmente a aquellos que se presentan en muchas provincias y diluyen su voto, como IU y UPyD.
Que los ciudadanos españoles están privados de ejercer el derechos a votar libremente, esencia de la democracia, ya que en el sistema español quien elige es el partido político, que es el que elabora las listas.
Que los parlamentarios españoles (diputados y senadores), teóricos representantes de los ciudadnaos, a quien únicamente representan es a sus propios partidos, que son los que los colocan en las listas electorales. Es a los partidos y no a los ciudadanos a quienes obedecen, respetan y son leales, consumando así una de las peores carencias de la mal llamada democracia española.
Que los veerdaderos culpables de la actual crisis no son los banqueros, ni los financieros locos de Wall Street, ni los espaculadores, como afirman los políticos, sino la clase política, que no ha cumplido con su deber de regular la actividad financiera y ha permitido que se otorguen hipotecas basura, que se comercialicen fondos contaminados y que se falseen las cifras y datos. Los políticos han gastado más de lo que debían y han guardado un silencio cómplice ante los abusos y vilezas del sistema, úncamente porque ellos se beneficiaban de la prosperidad artificial.
Que la compra de sectores y estamentos de la sociedad cuya independencia, libertad y limpieza eran vitales para la democracia, como la prensa, los sindicatos, la patronal, una parte de los grandes empresarios y otros muchos, ha sido un vicio constante de los políticos, que así han envilecido el sistema y liquidado todo resto de democracia en la atribulada España.
Que el mayor problema de España y la causa del mayor rechazo ciudadano es la clase política, por delante de la situación económicsa y el desempleo, problemas estos creados por esa clase política española que carece de altura y solvencia, inmerecedora de respeto o reconocimiento ciudadano alguno por sus fechorías y daños causados a la nación.
Que existen muchos movimientos y pactos inconfesables del poder político español, explícitamente ocultados a los ciudadanos, porque su vileza y espíritu delectivo causaría escándalo y rechazo. Son acuerdos y decisiones que entregan instituciones y empresas como pago de favores, que destruyen puestos de trabajo, que venden poderes españoles al exterior, que financian iniquidades y otras muchas suciedades, todas ellas pertenecientes a las sucias cloacas del Estado, desconocidas por un pueblo español que, en democracia, debe disfrutar del inalienable derecho a informar y a ser informado con plenitud y veracidad.
Aunque millones de ciudadanos votarán al PP y le convertirán en victorioso para castigar al PSOE, un partido que, bajo el mandato de Zapatero, ha traspasado todas las lineas rojas de la indecencia, la corrupción y el mal gobierno, el único partido político español que merecería el voto de la gente demócrata, honrada y libre española sería aquel que dijera al pueblo las verdades ocultas del lamentable y degradado sistema político español, sobre todo la "gran verdad" de que España no es viable sin enormes esfuerzos, sacrificios y privaciones.
La verdadera revolución hoy consiste en decirle a los ciudadanos las verdades que los políticos ocultan porque temen perder votos. Los políticos han antepuesto su poder y sus intereses al bien común y, en consecuencia, han ocultado las verdades más duras por miedo a perder popularidad, una actitud que les desacredita como líderes.
La primera verdad que hay que revelar es que, para salir de la crisis, harán falta sacrificios, sudor y lágrimas. La segunda es que España no es una democracia. La tercera es que el país está corrompido hasta la médula y que el foco principal de corrupción es, precisamente, el poder político. La cuarta verdad oculta es que la mentira se ha instaurado como política de gobierno y que los ciudadanos han sido engañados y manipulados de forma reiterada e indecente, durante las últimas décadas. Otra de las verdades que el poder tiene que reconocer es que la Transición fue un fraude y que entonces no se quiso instaurar una democracia sino una partitocrcia.
Pero hay muchas más verdades ocultas que necesitan salir a la luz paraque España pueda iniciar su durísima ruta hacia la regeneración:
Los partidos políticos y sus líderes son prácticamente impunes e inmunes y disfrutan de fueron y privilegios que en el pasado nunca tuvieron los sectores más privilegiados: nobleza, clero, milicia...
El dinero público se ha utilizado en España de manera delictiva y ha servido para comprar votos, ganar poder, castigar al adversario, premiar al amigo, comprar voluntades y silencios y sostener un Estado injusto y tiránico, basado en el premio y el castigo.
Que la Justicia no es independiente en España.
Que la Fiscalía y la policía han sido utilizadas por el gobierno en su propio beneficio, incluso para aplicar la ley con distinto criterio: una ley feroz para el adversario y una ley benigna para los nuestros.
Que la Constitución es un documento sin valor real, permanente violado por los políticos, que nos priva de la libertad de autogobernarnos; pero promete, mintiendo y sin cumplir, vivienda, trabajo y otros derechos jamás otorgados.
Que hay cientos de miles de personas, casi en su totalidad amigos o familiares de políticos, cobrando del Estado sin que sus servicios sean necesarios. Esos vicios de clientelismo, nepotismo y amiguismo han convertido el Estado español en inviable e insostenible.
Que los nacionalismos vasco, catalán y gallego son enemigos o adversarios de España y que aprovechan cualquier oportunidad para debilitar, dividir y destruir la nación. Jamás han hecho un favor u otorgado un voto sin cobrarlo y su mayor miedo es que los grandes partidos de ámbito nacional obtengan mayorías absolutas o pactos, lo que les resta importancia y les impide utilizar el chantaje.
Que la actual Ley Electoral es injusta por muchas razones, la principal de las cuales es que premia a los partidos nacionalistas y devalúa a los partidos nacionales pequeños, especialmente a aquellos que se presentan en muchas provincias y diluyen su voto, como IU y UPyD.
Que los ciudadanos españoles están privados de ejercer el derechos a votar libremente, esencia de la democracia, ya que en el sistema español quien elige es el partido político, que es el que elabora las listas.
Que los parlamentarios españoles (diputados y senadores), teóricos representantes de los ciudadnaos, a quien únicamente representan es a sus propios partidos, que son los que los colocan en las listas electorales. Es a los partidos y no a los ciudadanos a quienes obedecen, respetan y son leales, consumando así una de las peores carencias de la mal llamada democracia española.
Que los veerdaderos culpables de la actual crisis no son los banqueros, ni los financieros locos de Wall Street, ni los espaculadores, como afirman los políticos, sino la clase política, que no ha cumplido con su deber de regular la actividad financiera y ha permitido que se otorguen hipotecas basura, que se comercialicen fondos contaminados y que se falseen las cifras y datos. Los políticos han gastado más de lo que debían y han guardado un silencio cómplice ante los abusos y vilezas del sistema, úncamente porque ellos se beneficiaban de la prosperidad artificial.
Que la compra de sectores y estamentos de la sociedad cuya independencia, libertad y limpieza eran vitales para la democracia, como la prensa, los sindicatos, la patronal, una parte de los grandes empresarios y otros muchos, ha sido un vicio constante de los políticos, que así han envilecido el sistema y liquidado todo resto de democracia en la atribulada España.
Que el mayor problema de España y la causa del mayor rechazo ciudadano es la clase política, por delante de la situación económicsa y el desempleo, problemas estos creados por esa clase política española que carece de altura y solvencia, inmerecedora de respeto o reconocimiento ciudadano alguno por sus fechorías y daños causados a la nación.
Que existen muchos movimientos y pactos inconfesables del poder político español, explícitamente ocultados a los ciudadanos, porque su vileza y espíritu delectivo causaría escándalo y rechazo. Son acuerdos y decisiones que entregan instituciones y empresas como pago de favores, que destruyen puestos de trabajo, que venden poderes españoles al exterior, que financian iniquidades y otras muchas suciedades, todas ellas pertenecientes a las sucias cloacas del Estado, desconocidas por un pueblo español que, en democracia, debe disfrutar del inalienable derecho a informar y a ser informado con plenitud y veracidad.