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¿De dónde han salido tipos como Zapatero, Sánchez y otros déspotas españoles, sin alma y con poder?



Pedro Sánchez dice que seguirá en el poder gobernando sin el apoyo del Congreso, algo insólito e inédito entre los países libres y desarrollados del mudo, que no conciben como se puede gobernar en democracia con la mayoría parlamentaria en contra.

La clave del asunto está en la perversión del personaje, que alcanza niveles también desconocidos. Sánchez no es uno de los nuestros. Es un ser extraño y ajeno a las ideas, costumbres y sensibilidades de un español y si me apuras, de un ser humano normal.

El Franquismo tuvo sus defectos y carencias, pero triunfó desarrollando la sociedad y creando valores como la educación, la coherencia, el civismo, la honradez y la paz.

Los españoles, durante el Franquismo, no eran corruptos y destilaban honradez. Recuerdo como mi madre de mandaba a la tienda del barrio a devolverle al tendero una perra gorda que me había dado de más. Dormíamos con las puertas abiertas, se respetaba la autoridad, la palabra dada tenía valor casi sagrado y existían confianza en el futuro y un profundo respeto a la autoridad.

Esos valores y comportamientos convierten en incomprensibles la existencia y éxito político y social de tipos sin valores ni ética, mentirosos, sin palabra, corruptos y sin respeto ni amor a la patria, congregados en torno al peor de todos ellos, el presidente Sánchez.

La existencia y promoción de muchos de los políticos que nos han gobernado resulta incomprensible para las tres generaciones que se hicieron adultas durante el Franquismo. Personajes como Zapatero, Rajoy, Pedro Sánchez y muchos de los que les acompañaron en sus pésimos gobiernos, desprovistos de valores y cuajados de corrupción y abuso de poder, no se entienden ni concuerdan con los ambientes y estilos creados durante el Franquismo.
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Pedro Sánchez es justo lo contrario de lo que era la esencia del español durante la etapa franquista. Desde que comenzó su periplo público, Sánchez se comportó como un forajido, Falsificaba currículos y tesis doctorales, mentía engañaba prometía en falso, hizo trampas a sus propios compañeros de partido con una urna pirata y hasta fue expulsado de la Ejecutiva socialista por marrano.

Pero, inexplicablemente, se rehízo, cautivó a la militancia socialista prometiéndole de todo, especialmente el poder y el reparto del botín, y en un tiempo récord transformó el socialismo español en una banda de ambiciosos capaces de cualquier cosa con tal de desempeñar el poder y repartirse el botín, los privilegios y el dinero.

Tengo un amigo periodista que dice que Sánchez no puede ser español, que seguramente es un inmigrante que ha sido acogido aquí después de haber sido educado en otro mundo distinto al nuestro.

"No comparte valores ni principios con los de su generación de españoles y, por sus defectos y vicios, parece haber llegado en una patera, procedente de otra cultura diferente", afirma.

Un español de su edad no sabe mentir como él, ni traicionar con tanta facilidad, ni engañar, ni rodearse de corruptos, ni hacer lo contrario de lo que promete, ni cultivar la hipocresía con tanta maestría.

Los españoles que se criaron durante el Franquismo son más limpios, leales, nobles, decentes, sinceros y valerosos que especímenes tan extraños y éticamente deteriorados como nuestros políticos, en especial Zapatero, Rajoy y, sobre todo, Sánchez. La falta de grandeza y la deficiente catadura moral de estos tipos no concuerdan con los rasgos y valores comunes de sus paisanos españoles.

El analista Antonio García Serrano, lúcido e implacable, afirma que Sánchez es el peor presidente de gobierno de España en muchos siglos y lo define como un hombre que no tiene principios ni conciencia y que solo se mueve por intereses.

Sánchez es la antítesis de los viejos valores que hicieron grande a España: no tiene honor, ni religión, ni amor a la patria, ni respeto a las leyes, ni honradez, ni apego a la verdad, ni lealtad, ni amor a su pueblo.

Parece más un extraterrestre cruel, procedente de otra galaxia, que un verdadero español.

Francisco Rubiales

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Jueves, 12 de Septiembre 2024
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