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(DS) El Voto en Blanco será la primera revolución pacífica del siglo XXI



El Voto en Blanco masivo, provocado por el pésimo liderazgo y los abusos de la "casta" política, será, probablemente, la primera gran revolución pacífica del siglo XXI.

A un demócrata español sólo le quedan dos opciones ante las urnas: si cree que debe luchar contra Zapatero para eliminar el mal gobierno y la degradación que acosan a España, que se tape la nariz y vote al PP; pero si cree que su deber es luchar contra la partitocracia y contra el maloliente sistema político español, entonces debe votar en blanco o anular su voto con un reproche contundente, dirigido a la "casta política.

No hay otras opciones aceptables para un demócrata.
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El Voto en Blanco crece por todas partes, impulsado por la indignación de los ciudadanos frente a los políticos y por el deseo de regenerar una política podrida y plagada de corruptos e inútiles. En algunos países víctimas del mal gobierno, como México, en los comicios de julio de 2010, el voto en Blanco logró la victoria en algunas ciudades y porcentajes muy altos en algunos estados. En algunas democracias teóricamente avanzadas, como la española, crece sin parar y ha llegado a superar el 10 por ciento de los votos en comunidades autónomas como Cataluña. El fenómeno es mundial y responde tanto al asco que sienten los administrados como al deseo de regenerar la democracia, de recuperar el protagonismo del ciudadano en el sistema y de castigar a la infectada a inútil "casta" política.

El Voto en Blanco sólo cede ante los muchos domócratas españoles que están convencidos de que la prioridad suprema es expulsar cuanto antes a Zapatero del poder para impedir el hundimiento de la patria y la degradación suprema. Sólo entonces, con la nariz tapada, ante un drama de rasgos dramáticos como es la presidencia de Zapatero, un demócrata puede votar al PP sin perder la dignidad, aun sabiendo que así alimenta un sistema podrido y degradado.

Algunos pensadores políticos empiezan a identificar el rechazo a los políticos y el desprecio a la "casta" como un "índice" revelador del deseo de libertad y de regeneración. También es, claramente, un signo de la salud y fortaleza de las sociedades, hasta el punto de que aquellas que reflejan en las encuestas el desprecio y hasta el odio a los políticos, como la española, reflejan en realidad salud democrática y deseo de regeneración.

El voto en blanco es el mejor símbolo de ese rechazo en las urnas a esos políticos que se han vuelto arrogantes, que se han apropiado de la democracia y que, con un descaro intolerable, han expulsado al ciudadano de la política, a pesar de que es el "soberano" del sistema.

La sensación de que los políticos han llegado "demasiado lejos" en su arrogancia y de que sus fracasos no pueden seguir siendo tolerados por la sociedad crece cada día más en el mundo y se conforma como una corriente de rechazo abierto a la "casta".

Todo parece indicar que los ciudadanos sorprenderán a la "casta" política en las próximas elecciones y que el voto en blanco será la gran estrella del movimiento mundial de rechazo a los políticos.

El voto en blanco se impondrá a la abstención por su contundencia y claridad. Mientras que la abstención puede ser calificada de "desinterés" y justificada por los políticos con el sucio argumento de que "los ciudadanos se dedican a sus asuntos y dejan la política a los políticos", el voto en blanco es siempre una bofetada a los pol´tiicos y a sus propuestas, propinada por ciudadanos que, conscientes de su derecho y del valor del voto, acuden a las urnas precisamente para demostrar su desprecio y rechazo a una casta que es la principal culpable de los grandes dramas del mundo actual: caida de los valores, degeneración de la democracia, desigualdad creciente, fracaso del Estado de Bienestar, desempleo masivo, crisis económica y financiera, violencia, hambre, avance de la pobreza y decenas de lacras y dramas, entre los que sobresalen la escasa calidad de la enseñanza´, la corrupción y la utilización arbitraria y mezquina del poder público.

Los políticos, que aspiran a seguir siendo los únicos dueños del poder, pretenden convertir al ser humano en una entidad fatalista, esclava del guión que otros escriben para él, desmotivada y víctima del virus del "no vale la pena hacer nada" y del "no se pueden cambiar las cosas". Sin embargo, existe un reducto rebelde y libre que no acepta ser esclavo ni asume el que "todo el pescado ya esté vendido". Es cierto que la libertad agoniza en una sociedad que los políticos han sembrado de gente acobardada, pero no es menos cierto que cada día somos más los que nos negamos a ser "súbditos" y anhelamos ejercer de "ciudadanos", los que sentimos que las campanas de la libertad vuelven a repicar por todo el orbe, llamando a la rebelión contra la mediocridad, la indecencia, la corrupción y la ineficacia de los poderosos. Cada día somos más los que soñamos con una regeneración que arroje al basurero a los actuales amos del mundo.

El voto en blanco es una manifestación de rebeldía al alcance de todos los ciudadanos y, al mismo tiempo, un primer paso significativo y didáctico en el camino hacia la regeneración de un sistema corrupto e ineficiente, configurado para que beneficie a los poderosos y no al pueblo, al servicio de intereses partidistas, nunca del bien común.


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Lunes, 5 de Julio 2010
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