RETIRO SIBARÍTICO
Si partimos de la base firme de que a toda autoridad que carezca de la sabiduría que se le supone (como al soldado el valor) atesora hacemos bien comparándola con un pesado cincel sin filo, pues sólo sirve para abollar, no para esculpir, a nadie extrañará un ápice que (más pronto que tarde) a cierto zascandil hayan sido los propios conmilitones y correligionarios del sujeto en cuestión quienes hayan consensuado darle las gracias por los servicios prestados y buscarle un retiro sibarítico.
EL PSC, CON (MALA) LECHE; MARAGALL, SOLO
Vaya en principio y vanguardia la confesión o el reconocimiento de nuestro enorme error de cálculo o absoluta falta de criterio. Quienes solemos tachar a Pasqual Maragall de “disparatado”, “incoherente” e/o “incongruente” acostumbramos a marrar demasiado, más de la cuenta, porque no lo es ni con la frecuencia, la medida ni la proporción con las que nosotros le reprendemos o reprochamos habitualmente. Este pretérito estío, verbigracia, en una conferencia que pronunció en La Pedrera, aseveró que “un político que no sorprenda no es un buen político”. Muchos advertimos entonces en aquellas palabras la justificación a muchas de sus meteduras o meteblandas de gamba, pero nadie atisbó que fueran el precedente mediato de su más reciente “maragallada”.
Si el propósito del nieto interesado de un poeta interesante, al anunciar su intención de renovar el Govern (a estas horas, tras celebrarse el debate de Política General en el Parlament, sabemos que Maragall ha pospuesto unos días o semanas la susodicha remodelación), era armar o montar el belén con dos meses de antelación, usted, amable, atento, dilecto y selecto lector, convendrá conmigo al menos en esto, en que lo ha conseguido plenamente, de veras.
Al parecer, algunos le dijeron a Miquel Iceta, alias “Atice”, que le atizara a Maragall, y el portavoz de los socialistas catalanes, obedientísimo, acatando la sugerente orden, le hurgoneó a base de bien. No sólo acusó al molt honorable president de la Generalitat de desleal, sino que lo desautorizó, como asimismo hicieron los portavoces de ERC e ICV.
Como detesto ser ave de mal agüero (prefiero ser de ala y pluma halagüeñas), me disgusta hacer las veces de augur, quiero decir realizar pronósticos malhadados; pero menos me gusta todavía mentir, y me da a la nariz que mal (peor que mal, pésimo) panorama le aguarda a Maragall.
Ángel Sáez García
Si partimos de la base firme de que a toda autoridad que carezca de la sabiduría que se le supone (como al soldado el valor) atesora hacemos bien comparándola con un pesado cincel sin filo, pues sólo sirve para abollar, no para esculpir, a nadie extrañará un ápice que (más pronto que tarde) a cierto zascandil hayan sido los propios conmilitones y correligionarios del sujeto en cuestión quienes hayan consensuado darle las gracias por los servicios prestados y buscarle un retiro sibarítico.
EL PSC, CON (MALA) LECHE; MARAGALL, SOLO
Vaya en principio y vanguardia la confesión o el reconocimiento de nuestro enorme error de cálculo o absoluta falta de criterio. Quienes solemos tachar a Pasqual Maragall de “disparatado”, “incoherente” e/o “incongruente” acostumbramos a marrar demasiado, más de la cuenta, porque no lo es ni con la frecuencia, la medida ni la proporción con las que nosotros le reprendemos o reprochamos habitualmente. Este pretérito estío, verbigracia, en una conferencia que pronunció en La Pedrera, aseveró que “un político que no sorprenda no es un buen político”. Muchos advertimos entonces en aquellas palabras la justificación a muchas de sus meteduras o meteblandas de gamba, pero nadie atisbó que fueran el precedente mediato de su más reciente “maragallada”.
Si el propósito del nieto interesado de un poeta interesante, al anunciar su intención de renovar el Govern (a estas horas, tras celebrarse el debate de Política General en el Parlament, sabemos que Maragall ha pospuesto unos días o semanas la susodicha remodelación), era armar o montar el belén con dos meses de antelación, usted, amable, atento, dilecto y selecto lector, convendrá conmigo al menos en esto, en que lo ha conseguido plenamente, de veras.
Al parecer, algunos le dijeron a Miquel Iceta, alias “Atice”, que le atizara a Maragall, y el portavoz de los socialistas catalanes, obedientísimo, acatando la sugerente orden, le hurgoneó a base de bien. No sólo acusó al molt honorable president de la Generalitat de desleal, sino que lo desautorizó, como asimismo hicieron los portavoces de ERC e ICV.
Como detesto ser ave de mal agüero (prefiero ser de ala y pluma halagüeñas), me disgusta hacer las veces de augur, quiero decir realizar pronósticos malhadados; pero menos me gusta todavía mentir, y me da a la nariz que mal (peor que mal, pésimo) panorama le aguarda a Maragall.
Ángel Sáez García